Salmos
Contenido
¿Por qué se llaman Salmos y de dónde proviene el nombre?
El Libro de los Salmos es uno de los cinco libros sapienciales, libros poéticos o libros de la sabiduría que encontramos en el Antiguo Testamento. Los otro cuatro libros son: Libro de Job; Proverbios, Eclesiastés y Cantar de los Cantares (o Cantares de Salomón).
En hebreo, el Libro de los Salmos se llama tehilim (תְּהִילִים), que significa libro de alabanzas. Cuando el Libro de los Salmos se tradujo al griego, tomó el nombre de Psalmoi, que significa cánticos para instrumentos de cuerda. El nombre español de los salmos proviene de esta palabra griega.
También llamamos a este libro Salterio, que a su vez proviene de la palabra Psalterion de origen griego y que significa instrumento de cuerda o colección de canciones.
¿Qué tipos de salmos hay?
Una de las clasificaciones más aceptadas según su género literario es la siguiente:
- Los himnos. Son cantos de alabanza que no contienen peticiones o ruegos. Algunos tratan, como motivo de alabanza, la creación; otros la historia del pueblo de Israel y la acción divina en ella.
- Las súplicas. Se trata de un ruego en el que se solicita la ayuda divina. Los salmos más famosos de esta categoría son el Salmo 22 Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?, el Salmo 51 o Miserere y el Salmo 130 también conocido como De profundis.
- Salmos de acción de gracias. Se trata de una narración para dar gracias por algún acontecimiento superado y a la que se le añade una oración de súplica.
- Salmos reales. Hablan del rey David, rey de Israel y sobre la promesa que Yahveh le hizo sobre la perpetuidad de su dinastía. Inicialmente usados para la consagración de reyes o para ceremonias reales, con la caída de la monarquía son reutilizados en sentido mesiánico. Los más característicos de este grupo son el Salmo 2, el 45, el 89 y el 110 (para los directamente relacionados con el rey David) y los Salmos 47; 93 al 99 sobre la realeza de Yahveh.
- Salmos mesiánicos. Salmos sobre las profecías de Jesús, aunque hay un gran debate referente a qué salmos contendrían este tipo de profecía y cuáles serían extrapolaciones.
- Cánticos de Sion. Salmos que cantan las glorias de Sion y que rememoran la presencia de Yahveh con su pueblo, los temas tratados abarcan desde el diálogo con Moisés, pasando por el Arca de la Alianza, hasta llegar al Templo de Jerusalén.
- Salmos didácticos y salmos de sabiduría. Tratan de la Ley o de la ética israelita y algunos se caracterizan porque siguen un orden alfabético en la primera letra de algunos versos, por ejemplo, el Salmo 9-10; 25; 34; 37; 111; 112; 119; 145.
¿Cuáles son los salmos más conocidos?
Los salmos más conocidos y usados para orar son de la categoría de las súplicas, como por ejemplo:
- Salmo 22: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? A pesar de mis gritos, mi oración no te alcanza.
- Salmo 23 o Dominus regit me: El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar; me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas; me guía por el sendero justo, por el honor de su nombre. Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo: tu vara y tu cayado me sosiegan.
- Salmo 51 o Miserere: Señor, escucha mis palabras, atiende a mis gemidos, haz caso de mis gritos de auxilio, Rey mío y Dios mío. A ti te suplico, Señor.
- Salmo 91: Caerán a tu izquierda mil, diez mil a tu derecha; a ti no te alcanzará. Nada más mirar con tus ojos, verás la paga de los malvados, porque hiciste del Señor tu refugio, tomaste al Altísimo por defensa.
- Salmo 130 o De profundis: Desde lo hondo a ti grito, Señor; Señor, escucha mi voz; estén tus oídos atentos a la voz de mi súplica.
Libro de los salmos
SALMO 1
1 Dichoso el hombre
que no sigue el consejo de los impíos,
ni entra por la senda de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los cínicos;
2 sino que su gozo es la ley del Señor,
y medita su ley día y noche.
3 Será como un árbol
plantado al borde de la acequia:
da fruto en su sazón
y no se marchitan sus hojas;
y cuanto emprende tiene buen fin.
4 No así los impíos, no así;
serán paja que arrebata el viento.
5 En el juicio los impíos no se levantarán,
ni los pecadores en la asamblea de los justos.
6 Porque el Señor protege el camino de los justos,
pero el camino de los impíos acaba mal.
SALMO 2
1 ¿Por qué se amotinan las naciones,
y los pueblos planean un fracaso? 2Se alían los reyes de la tierra,
los príncipes conspiran
contra el Señor y contra su Mesías: 3«Rompamos sus coyundas,
sacudamos su yugo». 4El que habita en el cielo sonríe,
el Señor se burla de ellos. 5Luego les habla con ira,
los espanta con su cólera: 6«Yo mismo he establecido a mi Rey
en Sión, mi monte santo». 7Voy a proclamar el decreto del Señor;
él me ha dicho: «Tú eres mi hijo:
yo te he engendrado hoy. 8Pídemelo:
te daré en herencia las naciones;
en posesión, los confines de la tierra: 9los gobernarás con cetro de hierro,
los quebrarás como jarro de loza». 10Y ahora, reyes, sed sensatos;
escarmentad, los que regís la tierra: 11servid al Señor con temor, 12rendidle homenaje temblando;
aprended la enseñanza,
no sea que se irrite y vayáis a la ruina,
porque se inflama de pronto su ira.
¡Dichosos los que se refugian en él!
SALMO 3
1Salmo de David cuando huía de su hijo Absalón.
2Señor, cuántos son mis enemigos,
cuántos se levantan contra mí; 3cuántos dicen de mí:
«Ya no lo protege Dios». (Pausa) 4Pero tú, Señor, eres mi escudo y mi gloria,
tú mantienes alta mi cabeza. 5Si grito invocando al Señor,
él me escucha desde su monte santo. (Pausa) 6Puedo acostarme y dormir y despertar:
el Señor me sostiene. 7No temeré al pueblo innumerable
que acampa a mi alrededor. 8Levántate, Señor; sálvame, Dios mío:
tú golpeaste a mis enemigos en la mejilla,
rompiste los dientes de los malvados. 9De ti, Señor, viene la salvación
y la bendición sobre tu pueblo. (Pausa)
SALMO 4
1Al Director. Con instrumentos de cuerda.
Salmo de David.
2Escúchame cuando te invoco, Dios de mi justicia;
tú que en el aprieto me diste anchura,
ten piedad de mí y escucha mi oración. 3Y vosotros, ¿hasta cuándo ultrajaréis mi honor,
amaréis la falsedad y buscaréis el engaño? (Pausa) 4Sabedlo: el Señor hizo milagros en mi favor,
y el Señor me escuchará cuando lo invoque. 5Temblad y no pequéis,
reflexionad en el silencio de vuestro lecho; (Pausa) 6ofreced sacrificios legítimos
y confiad en el Señor. 7Hay muchos que dicen: «¿Quién nos hará ver la dicha,
si la luz de tu rostro ha huido de nosotros?». 8Pero tú, Señor, has puesto en mi corazón más alegría
que si abundara en su trigo y en su vino. 9En paz me acuesto y enseguida me duermo,
porque tú solo, Señor, me haces vivir tranquilo.
SALMO 5
1Al Director. Para flautas.
Salmo de David.
2Señor, escucha mis palabras,
atiende a mis gemidos, 3haz caso de mis gritos de auxilio,
Rey mío y Dios mío.
A ti te suplico, Señor. 4Por la mañana escucharás mi voz,
por la mañana te expongo mi causa,
y me quedo aguardando. 5Tú no eres un Dios que ame la maldad,
ni el malvado es tu huésped, 6ni el arrogante se mantiene en tu presencia.
Detestas a los malhechores, 7destruyes a los mentirosos;
al hombre sanguinario y traicionero
lo aborrece el Señor. 8Pero yo, por tu gran bondad,
entraré en tu casa,
me postraré ante tu templo santo
en tu temor. 9Señor, guíame con tu justicia,
porque tengo enemigos;
alláname tu camino. 10En su boca no hay sinceridad,
su corazón es perverso;
su garganta es un sepulcro abierto,
mientras halagan con la lengua. 11Castígalos, oh Dios, que fracasen sus planes;
expúlsalos por sus muchos crímenes,
porque se han rebelado contra ti. 12Que se alegren los que se acogen a ti,
con júbilo eterno;
protégelos, para que se llenen de gozo
los que aman tu nombre. 13Porque tú, Señor, bendices al justo,
y como un escudo lo rodea tu favor.
SALMO 6
1Al Director. Con instrumentos de cuerda; en octava.
Salmo de David.
2Señor, no me corrijas con ira,
no me castigues con cólera. 3Misericordia, Señor, que desfallezco;
cura, Señor, mis huesos dislocados. 4Tengo el alma en delirio,
y tú, Señor, ¿hasta cuándo? 5Vuélvete, Señor, liberta mi alma,
sálvame por tu misericordia. 6Porque en el reino de la muerte nadie te invoca,
y en el abismo, ¿quién te alabará? 7Estoy agotado de gemir:
de noche lloro sobre el lecho,
riego mi cama con lágrimas. 8Mis ojos se consumen irritados,
envejecen por tantas contradicciones. 9Apartaos de mí los malvados,
porque el Señor ha escuchado mis sollozos; 10el Señor ha escuchado mi súplica,
el Señor ha aceptado mi oración. 11Que la vergüenza abrume a mis enemigos,
que avergonzados huyan al momento.
SALMO 7
1Lamentación de David, cantada ante el Señor, a causa de Cus, el benjaminita.
2Señor, Dios mío, a ti me acojo,
líbrame de mis perseguidores y sálvame; 3que no me atrapen como leones
y me desgarren sin remedio. 4Señor, Dios mío: si soy culpable,
si hay crímenes en mis manos, 5si he devuelto el mal a mi amigo,
si he protegido a un opresor injusto, 6que el enemigo me persiga y me alcance,
que me pisotee vivo por tierra,
aplastando mi honor contra el polvo. (Pausa) 7Levántate, Señor, con tu ira,
álzate contra el furor de mis adversarios;
acude, Dios mío, a defenderme
en el juicio que has convocado. 8Que te rodee la asamblea de las naciones,
y pon tu asiento en lo más alto de ella. 9El Señor es juez de los pueblos.
Júzgame, Señor, según mi justicia,
según la inocencia que hay en mí. 10Cese la maldad de los culpables,
y apoya tú al inocente,
tú que sondeas el corazón y las entrañas,
tú, el Dios justo. 11Mi escudo es Dios,
que salva a los rectos de corazón. 12Dios es un juez justo,
Dios amenaza cada día: 13¿no afilará su espada,
tensará el arco y apuntará? 14Apunta sus armas mortíferas,
prepara sus flechas incendiarias. 15Mirad: concibió el crimen, está preñado de maldad,
y da a luz el engaño. 16Cavó y ahondó una fosa,
caiga en la fosa que hizo, 17recaiga su maldad sobre su cabeza,
baje su violencia sobre su cráneo. 18Yo daré gracias al Señor por su justicia,
tañendo para el nombre del Señor altísimo.
SALMO 8
1Al Director. Según la oda de Gat.
Salmo de David.
2¡Señor, Dios nuestro,
qué admirable es tu nombre en toda la tierra! Ensalzaste tu majestad sobre los cielos. 3De la boca de los niños de pecho
has sacado una alabanza contra tus enemigos
para reprimir al adversario y al rebelde. 4Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos,
la luna y las estrellas que has creado. 5¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él,
el ser humano, para mirar por él? 6Lo hiciste poco inferior a los ángeles,
lo coronaste de gloria y dignidad; 7le diste el mando sobre las obras de tus manos.
Todo lo sometiste bajo sus pies. 8Rebaños de ovejas y toros,
y hasta las bestias del campo, 9las aves del cielo, los peces del mar
que trazan sendas por el mar. 10¡Señor, Dios nuestro,
que admirable es tu nombre en toda la tierra!
SALMO 9
1Al Director. Según la [melodía] de «La muerte del hijo».
Salmo de David.
2(Álef) Te doy gracias, Señor, de todo corazón,
proclamando todas tus maravillas; 3me alegro y exulto contigo,
y toco en honor de tu nombre, oh Altísimo. 4(Bet) Porque mis enemigos retrocedieron,
cayeron y perecieron ante tu rostro. 5Defendiste mi causa y mi derecho,
sentado en tu trono como juez justo. 6(Guímel)Reprendiste a los pueblos, destruiste al impío
y borraste para siempre su apellido. 7El enemigo acabó en ruina perpetua,
arrasaste sus ciudades y se perdió su nombre. 8(He) Dios está sentado por siempre
en el trono que ha colocado para juzgar. 9Él juzgará el orbe con justicia
y regirá las naciones con rectitud. 10(Vau) Él será refugio del oprimido,
su refugio en los momentos de peligro. 11Confiarán en ti los que conocen tu nombre,
porque no abandonas a los que te buscan. 12(Zain) Tañed en honor del Señor, que reside en Sión;
narrad sus hazañas a los pueblos; 13él venga la sangre,
él recuerday no olvida los gritos de los humildes. 14(Jet) Piedad, Señor; mira cómo me afligen mis enemigos;
le vántame del umbral de la muerte, 15para que pueda proclamar tus alabanzas;
en las puertas de la hija de Sión gozaré con tu salvación. 16(Tet) Los pueblos se han hundido en la fosa que hicieron,
su pie quedó prendido en la red que escondieron. 17El Señor apareció para hacer justicia,
y se enredó el malvado en sus propias acciones. (Sordina. Pausa) 18(Yod) Vuelvan al abismo los malvados,
los pueblos que olvidan a Dios. 19(Kaf) Él no olvida jamás al pobre,
ni la esperanza del humilde perecerá. 20Levántate, Señor, que el hombre no triunfe:
sean juzgados los gentiles en tu presencia. 21Señor, infúndeles terror,
y aprendan los pueblos que no son más que hombres. (Pausa) 1 (22)(Lámed) ¿Por qué te quedas lejos, Señor,
y te escondes en el momento del aprieto? 2 (23)En su soberbia el impío oprime al infeliz
y lo enreda en las intrigas que ha tramado. 3 (24)El malvado se gloría de su ambición,
el codicioso blasfema y desprecia al Señor. 4 (25)(Nun) El malvado dice con insolencia:
«No hay Dios que me pida cuentas». 5 (26)La intriga vicia siempre su conducta,
aleja de su mente tus juicios,
y desafía a sus rivales. 6 (27)Piensa: «No vacilaré,
nunca jamás seré desgraciado». 7 (28)(Pe) Su boca está llena de maldiciones, de engaños y de fraudes;
su lengua encubre maldad y opresión; 8 (29)en el zaguán se sienta al acecho,
para matar a escondidas al inocente. 9 (30)acecha en su escondrijo,
como león en su guarida,
acecha al desgraciado para robarle,
arrastrándolo a sus redes; 10 (31)se agacha y se encoge
y con violencia cae sobre el indefenso. 11 (32)Piensa: «Dios lo olvida,
se tapa la cara, no se entera». 12 (33)(Qof) Levántate, Señor, extiende tu mano,
no te olvides de los humildes. 13 (34)¿Por qué ha de despreciar a Dios el malvado,
pensando que no le pedirá cuentas? 14 (35)(Res) Pero tú ves las penas y los trabajos,
tú miras y los tomas en tus manos.
A ti se encomienda el pobre,
tú socorres al huérfano. 15 (36)(Sin) Rómpele el brazo al malvado,
pídele cuentas de su maldad,
y que desaparezca. 16 (37)El Señor reinará eternamente,
y los gentiles desaparecerán de su tierra. 17 (38)(Tau) Señor, tú escuchas los deseos de los humildes,
les prestas oído y los animas; 18 (39)tú defiendes al huérfano y al desvalido:
que el hombre hecho de tierra no vuelva a sembrar su terror.
SALMO 11 (10)
1Al Director. De David.
Al Señor me acojo, ¿por qué me decís:
«Escapa como un pájaro al monte»? 2¿Porque los malvados tensan el arco,
ajustan las saetas a la cuerda,
para disparar en la sombra
contra los buenos? 3Cuando fallan los cimientos,
¿qué podrá hacer el justo? 4Pero el Señor está en su templo santo,
el Señor tiene su trono en el cielo;
sus ojos están observando,
sus pupilas examinan a los hombres. 5El Señor examina a inocentes y culpables,
y al que ama la violencia él lo odia. 6Hará llover sobre los malvados ascuas y azufre,
les tocará en suerte un viento huracanado. 7Porque el Señor es justo y ama la justicia:
los buenos verán su rostro.
SALMO 12 (11)
1Al Director. En octava.
Salmo de David.
2Sálvanos, Señor, que se acaban los buenos,
que desaparece la lealtad entre los hombres: 3no hacen más que mentir a su prójimo,
hablan con labios embusteros
y con doblez de corazón. 4Extirpe el Señor los labios embusteros
y la lengua fanfarrona 5de los que dicen: «La lengua es nuestra fuerza,
nuestros labios nos defienden,
¿quién será nuestro amo?». 6El Señor responde: «Por la opresión del humilde,
por el gemido del pobre,
yo me levantaré,
y pondré a salvo al despreciado». 7Las palabras del Señor son palabras auténticas,
como plata limpia de ganga,
refinada siete veces. 8Tú nos guardarás, Señor,
nos librarás para siempre de esa gente. 9Los malvados merodean
mientras crece la corrupción entre los hombres.
SALMO 13 (12)
1Al Director. Salmo de David.
2¿Hasta cuándo, Señor, seguirás olvidándome?
¿Hasta cuándo me esconderás tu rostro? 3¿Hasta cuándo he de estar preocupado,
con el corazón apenado todo el día?
¿Hasta cuándo va a triunfar mi enemigo? 4Atiende y respóndeme, Señor, Dios mío;
da luz a mis ojos para que no me duerma en la muerte,
para que no diga mi enemigo: «Le he podido»,
ni se alegre mi adversario de mi fracaso. 5para que no diga mi enemigo: «Le he podido»,
ni se alegre mi adversario de mi fracaso. 6Porque yo confío en tu misericordia:
mi alma gozará con tu salvación,
y cantaré al Señor por el bien que me ha hecho.
SALMO 14 (13)
1Al Director. De David.
Dice el necio para sí: «No hay Dios».
Se han corrompido cometiendo execraciones,
no hay quien obre bien. 2El Señor observa desde el cielo
a los hijos de Adán,
para ver si hay alguno sensato
que busque a Dios. 3Todos se extravían
igualmente obstinados,
no hay uno que obre bien,
ni uno solo. 4Pero ¿no aprenderán los malhechores,
que devoran a mi pueblo como pan
y no invocan al Señor? 5Pues temblarán de espanto,
porque Dios está con los justos. 6Podéis burlaros de los planes del desvalido,
pero el Señor es su refugio. 7¡Ojalá venga desde Sión la salvación de Israel!
Cuando el Señor cambie la suerte de su pueblo,
se alegrará Jacob y gozará Israel.
SALMO 15 (14)
1Salmo de David.
Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda
y habitar en tu monte santo? 2El que procede honradamente
y practica la justicia,
el que tiene intenciones leales 3y no calumnia con su lengua,
el que no hace mal a su prójimo
ni difama al vecino. 4El que considera despreciable al impío
y honra a los que temen al Señor,
el que no retracta lo que juró
aun en daño propio, 5el que no presta dinero a usura
ni acepta soborno contra el inocente. El que así obra nunca fallará.
SALMO 16 (15)
1Epigrama. De David.
Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti. 2Yo digo al Señor: «Tú eres mi Dios».
No hay bien para mí fuera de ti. 3En los santos que hay en la tierra, varones insignes,
pongo toda mi complacencia. 4Se multiplican las desgracias
de quienes van tras dioses extraños;
yo no derramaré sus libaciones con mis manos,
ni tomaré sus nombres en mis labios. 5El Señor es el lote de mi heredad y mi copa,
mi suerte está en tu mano: 6me ha tocado un lote hermoso,
me encanta mi heredad. 7Bendeciré al Señor que me aconseja,
hasta de noche me instruye internamente. 8Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré. 9Por eso se me alegra el corazón,
se gozan mis entrañas,
y mi carne descansa esperanzada. 10Porque no me abandonarás en la región de los muertos
ni dejarás a tu fiel ver la corrupción. 11Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha.
SALMO 17 (16)
1Oración de David.
Señor, escucha mi apelación,
atiende a mis clamores,
presta oído a mi súplica,
que en mis labios no hay engaño: 2emane de ti la sentencia,
miren tus ojos la rectitud. 3Aunque sondees mi corazón, visitándolo de noche;
aunque me pruebes al fuego,
no encontrarás malicia en mí. 4Mi boca no ha faltado como suelen los hombres;
según las palabras de tu boca
he evitado las sendas de los violentos. 5Mis pies estuvieron firmes en tus caminos,
y no vacilaron mis pasos. 6Yo te invoco porque tú me respondes, Dios mío;
inclina el oído y escucha mis palabras. 7Muestra las maravillas de tu misericordia,
tú que salvas de los adversarios
a quien se refugia a tu derecha. 8Guárdame como a las niñas de tus ojos,
a la sombra de tus alas escóndeme 9de los malvados que me asaltan,
del enemigo mortal que me cerca. 10Han cerrado sus entrañas
y hablan con boca arrogante; 11ya me rodean sus pasos,
se hacen guiños para derribarme, 12como un león ávido de presa,
como un cachorro agazapado en su escondrijo. 13Levántate, Señor, hazle frente, doblégalo,
que tu espada me libre del malvado, 14y tu mano, Señor, de los mortales,
los mortales de este mundo,
que no tendrán parte en la vida.
Pero de tu despensa les llenarás el vientre,
se saciarán sus hijos
y dejarán a sus pequeños lo que sobra. 15Pero yo con mi apelación vengo a tu presencia,
y al despertar me saciaré de tu semblante.
SALMO 18 (17)
1Al Director.
Del siervo del Señor, David, que dirigió al Señor las palabras de esta canción, cuando el Señor lo libró de todos sus enemigos y de las manos de Saúl. Dijo: 2Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza; 3Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador.
Dios mío, peña mía, refugio mío,
escudo mío, mi fuerza salvadora, mi baluarte. 4Invoco al Señor de mi alabanza
y quedo libre de mis enemigos. 5Me cercaban olas mortales,
torrentes destructores me aterraban, 6me envolvían las redes del abismo;
me alcanzaban los lazos de la muerte. 7En el peligro invoqué al Señor,
grité a mi Dios:
desde su templo él escuchó mi voz,
y mi grito llegó a sus oídos. 8Entonces tembló y retembló la tierra,
vacilaron los cimientos de los montes,
sacudidos por su cólera; 9de su nariz se alzaba una humareda,
de su boca un fuego voraz,
y lanzaba carbones ardiendo. 10Inclinó el cielo y bajó
con nubarrones debajo de sus pies. 11Volaba a caballo de un querubín
cerniéndose sobre las alas del viento, 12envuelto en un manto de oscuridad;
como un toldo, lo rodeaban
oscuro aguacero y nubes espesas; 13al fulgor de su presencia, las nubes
se deshicieron en granizo y centellas. 14Y el Señor tronaba desde el cielo,
el Altísimo hacía oír su voz: 15disparando sus saetas, los dispersaba,
y sus continuos relámpagos los enloquecían. 16El fondo del mar apareció,
y se vieron los cimientos del orbe,
cuando tú, Señor, lanzaste un bramido,
con tu nariz resoplando de cólera. 17Desde el cielo alargó la mano y me agarró,
me sacó de las aguas caudalosas, 18me libró de un enemigo poderoso,
de adversarios más fuertes que yo. 19Me acosaban el día funesto,
pero el Señor fue mi apoyo: 20me sacó a un lugar espacioso,
me libró porque me amaba. 21El Señor retribuyó mi justicia,
retribuyó la pureza de mis manos, 22porque seguí los caminos del Señor
y no me rebelé contra mi Dios; 23porque tuve presentes sus mandamientos
y no me aparté de sus preceptos; 24le fui enteramente fiel,
guardándome de toda culpa; 25el Señor retribuyó mi justicia,
la pureza de mis manos en su presencia. 26Con el fiel, tú eres fiel;
con el íntegro, tú eres íntegro; 27con el sincero, tú eres sincero;
con el astuto, tú eres sagaz. 28Tú salvas al pueblo afligido
y humillas los ojos soberbios. 29Señor, tú eres mi lámpara;
Dios mío, tú alumbras mis tinieblas. 30Fiado en ti, me meto en la refriega,
fiado en mi Dios, asalto la muralla. 31Perfecto es el camino de Dios,
acendrada es la promesa del Señor;
él es escudo para los que a él se acogen. 32¿Quién es Dios fuera del Señor?
¿Qué roca hay fuera de nuestro Dios? 33Dios me ciñe de valor
y me enseña un camino perfecto; 34él me da pies de ciervo,
y me coloca en las alturas; 35él adiestra mis manos para la guerra,
y mis brazos para tensar la ballesta. 36Me dejaste tu escudo protector,
tu diestra me sostuvo,
multiplicaste tus cuidados conmigo. 37Ensanchaste el camino a mis pasos,
y no flaquearon mis tobillos. 38Yo perseguía al enemigo hasta alcanzarlo,
y no me volvía sin haberlo aniquilado: 39los derroté, y no pudieron rehacerse,
cayeron bajo mis pies. 40Me ceñiste de valor para la lucha,
doblegaste a los que me resistían. 41Hiciste volver la espalda a mis enemigos,
rechazaste a mis adversarios. 42Pedían auxilio, pero nadie los salvaba;
gritaban al Señor, pero no les respondía. 43Los reduje a polvo que arrebataba el viento;
los pisoteaba como barro de las calles. 44Me libraste de las contiendas de mi pueblo,
me hiciste cabeza de naciones,
un pueblo extraño fue mi vasallo: 45me escuchaban y me adulaban,
los extranjeros buscaban mi favor. 46La gente extraña palidecía
y salía temblando de sus baluartes. 47Viva el Señor, bendita sea mi Roca,
sea ensalzado mi Dios y Salvador: 48el Dios que me dio el desquite
y me sometió los pueblos; 49que me libró de mis enemigos,
me levantó sobre los que resistían
y me salvó del hombre cruel. 50Por eso te daré gracias entre las naciones, Señor,
y tañeré en honor de tu nombre: 51Tú diste gran victoria a tu rey,
tuviste misericordia de tu ungido,
de David y su linaje por siempre.
SALMO 19 (18)
1Al Director. Salmo de David. 2El cielo proclama la gloria de Dios,
el firmamento pregona la obra de sus manos: 3el día al día le pasa el mensaje,
la noche a la noche se lo susurra. 4Sin que hablen, sin que pronuncien,
sin que resuene su voz, 5a toda la tierra alcanza su pregón
y hasta los límites del orbe su lenguaje. Allí le ha puesto su tienda al sol: 6él sale como el esposo de su alcoba,
contento como un héroe, a recorrer su camino. 7Asoma por un extremo del cielo,
y su órbita llega al otro extremo:
nada se libra de su calor. 8La ley del Señor es perfecta
y es descanso del alma;
el precepto del Señor es fiel
e instruye a los ignorantes. 9Los mandatos del Señor son rectos
y alegran el corazón;
la norma del Señor es límpida
y da luz a los ojos. 10El temor del Señor es puro
y eternamente estable;
los mandamientos del Señor son verdaderos
y enteramente justos. 11Más preciosos que el oro,
más que el oro fino;
más dulces que la miel
de un panal que destila. 12También tu siervo es instruido por ellos
y guardarlos comporta una gran recompensa. 13¿Quién conoce sus faltas?
Absuélveme de lo que se me oculta. 14Preserva a tu siervo de la arrogancia,
para que no me domine:
así quedaré limpio e inocente
del gran pecado. 15Que te agraden las palabras de mi boca,
y llegue a tu presencia el meditar de mi corazón,
Señor, Roca mía, Redentor mío.
SALMO 20 (19)
1Al Director. Salmo de David. 2Que te escuche el Señor el día del peligro,
que te sostenga el nombre del Dios de Jacob; 3que te envíe auxilio desde el santuario,
que te apoye desde el monte de Sión. 4Que se acuerde de todas tus ofrendas,
que le agraden tus sacrificios; (Pausa) 5que cumpla el deseo de tu corazón,
que dé éxito a todos tus planes. 6Nos alegraremos con tu salvación
y en el nombre de nuestro Dios
alzaremos estandartes;
que el Señor te conceda todo lo que pides. 7Ahora reconozco que el Señor
da la victoria a su Ungido,
que lo ha escuchado desde su santo cielo,
con los prodigios de su mano victoriosa. 8Unos confían en sus carros,
otros en su caballería;
nosotros invocamos el nombre
del Señor, Dios nuestro. 9Ellos cayeron derribados,
nosotros nos mantenemos en pie. 10Señor, da la victoria al rey
y escúchanos cuando te invocamos.
SALMO 21 (20)
1Al Director. Salmo de David. 2Señor, el rey se alegra por tu fuerza,
¡y cuánto goza con tu victoria! 3Le has concedido el deseo de su corazón,
no le has negado lo que pedían sus labios. 4Te adelantaste a bendecirlo con el éxito,
y has puesto en su cabeza una corona de oro fino. (Pausa) 5Te pidió vida, y se la has concedido,
años que se prolongan sin término. 6Tu victoria ha engrandecido su fama,
lo has vestido de honor y majestad. 7Le concedes bendiciones incesantes,
lo colmas de gozo en tu presencia. 8Porque el rey confía en el Señor,
y con la gracia del Altísimo no fracasará. 9Que tu izquierda alcance a tus enemigos,
y tu derecha a los que te odian. 10Los convertirás en un horno encendido,
el día de tu cólera, Señor;
los devorará en su ira,
el fuego los consumirá. 11Borrarás de la tierra su fruto,
y su semilla de entre los humanos. 12Aunque tramen maldades contra ti
y urdan intrigas, nada conseguirán, 13pues los pondrás en fuga,
tensando el arco contra ellos. 14Levántate, Señor, con tu fuerza,
y al son de instrumentos cantaremos tu poder.
SALMO 22 (21)
1Al Director. Sobre «la cierva de la aurora». Salmo de David.
2Dios mío, Dios mío,
¿por qué me has abandonado?
A pesar de mis gritos,
mi oración no te alcanza. 3Dios mío, de día te grito,
y no respondes;
de noche, y no me haces caso. 4Porque tú eres el Santo
y habitas entre las alabanzas de Israel. 5En ti confiaban nuestros padres;
confiaban, y los ponías a salvo; 6a ti gritaban, y quedaban libres;
en ti confiaban, y no los defraudaste. 7Pero yo soy un gusano, no un hombre,
vergüenza de la gente, desprecio del pueblo; 8al verme, se burlan de mí,
hacen visajes, menean la cabeza: 9«Acudió al Señor, que lo ponga a salvo;
que lo libre si tanto lo quiere». 10Tú eres quien me sacó del vientre,
me tenías confiado en los pechos de mi madre; 11desde el seno pasé a tus manos,
desde el vientre materno tú eres mi Dios. 12No te quedes lejos,
que el peligro está cerca
y nadie me socorre. 13Me acorrala un tropel de novillos,
me cercan toros de Basán; 14abren contra mí las fauces
leones que descuartizan y rugen. 15Estoy como agua derramada,
tengo los huesos descoyuntados;
mi corazón, como cera,
se derrite en mis entrañas; 16mi garganta está seca como una teja,
la lengua se me pega al paladar;
me aprietas contra el polvo de la muerte. 17Me acorrala una jauría de mastines,
me cerca una banda de malhechores;
me taladran las manos y los pies, 18puedo contar mis huesos.
Ellos me miran triunfantes, 19se reparten mi ropa,
echan a suerte mi túnica. 20Pero tú, Señor, no te quedes lejos;
fuerza mía, ven corriendo a ayudarme. 21Líbrame a mí de la espada,
y a mi única vida de la garra del mastín; 22sálvame de las fauces del león;
a este pobre, de los cuernos del búfalo. 23Contaré tu fama a mis hermanos,
en medio de la asamblea te alabaré. 24«Los que teméis al Señor, alabadlo;
linaje de Jacob, glorificadlo;
temedlo, linaje de Israel; 25porque no ha sentido desprecio ni repugnancia
hacia el pobre desgraciado;
no le ha escondido su rostro:
cuando pidió auxilio, lo escuchó». 26Él es mi alabanza en la gran asamblea,
cumpliré mis votos delante de sus fieles. 27Los desvalidos comerán hasta saciarse,
alabarán al Señor los que lo buscan.
¡Viva su corazón por siempre! 28Lo recordarán y volverán al Señor
hasta de los confines del orbe;
en su presencia se postrarán
las familias de los pueblos, 29porque del Señor es el reino,
él gobierna a los pueblos. 30Ante él se postrarán los que duermen en la tierra,
ante él se inclinarán los que bajan al polvo.
Me hará vivir para él, 31mi descendencia lo servirá;
hablarán del Señor a la generación futura, 32contarán su justicia al pueblo que ha de nacer:
«Todo lo que hizo el Señor».
SALMO 23 (22)
1Salmo de David. El Señor es mi pastor, nada me falta: 2en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas 3y repara mis fuerzas;
me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre. 4Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan. 5Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa. 6Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término.
SALMO 24 (23)
1Salmo de David.
Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes: 2él la fundó sobre los mares,
él la afianzó sobre los ríos. 3—¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro? 4—El hombre de manos inocentes y puro corazón,
que no confía en los ídolos
ni jura con engaño. 5Ese recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación. 6—Esta es la generación que busca al Señor,
que busca tu rostro, Dios de Jacob. (Pausa) 7¡Portones!, alzad los dinteles,
que se alcen las puertas eternales:
va a entrar el Rey de la gloria. 8—¿Quién es ese Rey de la gloria?
—El Señor, héroe valeroso,
el Señor valeroso en la batalla. 9¡Portones!, alzad los dinteles,
que se alcen las puertas eternales:
va a entrar el Rey de la gloria. 10—¿Quién es ese Rey de la gloria?
—El Señor, Dios del universo,
él es el Rey de la gloria. (Pausa)
SALMO 25 (24)
1De David.
(Álef) A ti, Señor, levanto mi alma; 2(Bet) Dios mío, en ti confío, no quede yo defraudado,
que no triunfen de mí mis enemigos, 3(Guímel) pues los que esperan en ti no quedan defraudados,
mientras que el fracaso malogra a los traidores. 4(Dálet) Señor, enséñame tus caminos,
instrúyeme en tus sendas:
haz que camine con lealtad; 5(He) enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador,
(Vau?) y todo el día te estoy esperando. 6(Zain) Recuerda, Señor, que tu ternura
y tu misericordia son eternas; 7(Jet) no te acuerdes de los pecados
ni de las maldades de mi juventud;
acuérdate de mí con misericordia,
por tu bondad, Señor. 8(Tet) El Señor es bueno y es recto,
y enseña el camino a los pecadores; 9(Yod) hace caminar a los humildes con rectitud,
enseña su camino a los humildes. 10(Kaf) Las sendas del Señor son misericordia y lealtad
para los que guardan su alianza y sus mandatos. 11(Lámed) Por el honor de tu nombre, Señor,
perdona mis culpas, que son muchas. 12(Mem) ¿Hay alguien que tema al Señor?
Él le enseñará el camino escogido: 13(Nun) su alma vivirá feliz,
su descendencia poseerá la tierra. 14(Sámek) El Señor se confía a los que lo temen,
y les da a conocer su alianza. 15(Ayin) Tengo los ojos puestos en el Señor,
porque él saca mis pies de la red. 16(Pe) Mírame, oh Dios, y ten piedad de mí,
que estoy solo y afligido. 17(Sade) Ensancha mi corazón oprimido
y sácame de mis tribulaciones. 18(Qof) Mira mis trabajos y mis penas
y perdona todos mis pecados; 19(Res) mira cuántos son mis enemigos,
que me detestan con odio cruel. 20(Sin) Guarda mi vida y líbrame,
no quede yo defraudado de haber acudido a ti. 21(Tau) La inocencia y la rectitud me protegerán,
porque espero en ti. 22Salva, oh Dios, a Israel
de todos sus peligros.
SALMO 26 (25)
1De David.
Hazme justicia, Señor, que camino en la inocencia;
confiando en el Señor, no me he desviado. 2Escrútame, Señor, ponme a prueba,
sondea mis entrañas y mi corazón, 3porque tengo ante los ojos tu bondad,
y camino en tu verdad. 4No me siento con gente falsa,
no me junto con mentirosos; 5detesto las bandas de malhechores,
no tomo asiento con los impíos. 6Lavo en la inocencia mis manos,
y rodeo tu altar, Señor, 7proclamando tu alabanza,
enumerando tus maravillas. 8Señor, yo amo la belleza de tu casa,
el lugar donde reside tu gloria. 9No arrebates mi alma con los pecadores,
ni mi vida con los sanguinarios, 10que en su izquierda llevan infamias,
y su derecha está llena de sobornos. 11Yo, en cambio, camino en la integridad;
sálvame, ten misericordia de mí. 12Mi pie se mantiene en el camino llano;
en la asamblea bendeciré al Señor
SALMO 27 (26)
1De David.
El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
El Señor es la defensa de mi vida,
¿quién me hará temblar? 2Cuando me asaltan los malvados
para devorar mi carne,
ellos, enemigos y adversarios,
tropiezan y caen. 3Si un ejército acampa contra mí,
mi corazón no tiembla;
si me declaran la guerra,
me siento tranquilo. 4Una cosa pido al Señor,
eso buscaré:
habitar en la casa del Señor
por los días de mi vida;
gozar de la dulzura del Señor,
contemplando su templo. 5Él me protegerá en su tienda
el día del peligro;
me esconderá en lo escondido de su morada,
me alzará sobre la roca. 6Y así levantaré la cabeza
sobre el enemigo que me cerca;
en su tienda sacrificaré
sacrificios de aclamación:
cantaré y tocaré para el Señor. 7Escúchame, Señor,
que te llamo;
ten piedad, respóndeme. 8Oigo en mi corazón:
«Buscad mi rostro».
Tu rostro buscaré, Señor. 9No me escondas tu rostro.
No rechaces con ira a tu siervo,
que tú eres mi auxilio;
no me deseches, no me abandones,
Dios de mi salvación. 10Si mi padre y mi madre me abandonan,
el Señor me recogerá. 11Señor, enséñame tu camino,
guíame por la senda llana,
porque tengo enemigos. 12No me entregues a la saña de mi adversario,
porque se levantan contra mí testigos falsos,
que respiran violencia. 13Espero gozar de la dicha del Señor
en el país de la vida. 14Espera en el Señor, sé valiente,
ten ánimo, espera en el Señor.
SALMO 28 (27)
1De David.
A ti, Señor, te invoco;
Roca mía, no seas sordo a mi voz;
que, si no me escuchas, seré igual
que los que bajan a la fosa. 2Escucha mi voz suplicante
cuando te pido auxilio,
cuando alzo las manos
hacia tu santuario. 3No me arrebates con los malvados
ni con los malhechores,
que hablan de paz con el prójimo,
pero llevan la maldad en el corazón. 4Págales según sus obras,
según la maldad de sus actos;
págales según la obra de sus manos,
devuélveles su merecido. 5Ya que no entienden las proezas del Señor,
ni la obra de sus manos,
¡que él los derribe y no los reconstruya! 6Bendito el Señor, que escuchó
mi voz suplicante; 7el Señor es mi fuerza y mi escudo:
en él confía mi corazón;
me socorrió, y mi corazón se alegra
y le canta agradecido. 8El Señor es fuerza para su pueblo,
apoyo y salvación para su Ungido. 9Salva a tu pueblo y bendice tu heredad,
sé su pastor y llévalos siempre.
SALMO 29 (28)
1Salmo de David.
Hijos de Dios, aclamad al Señor,
aclamad la gloria y el poder del Señor, 2aclamad la gloria del nombre del Señor,
postraos ante el Señor en el atrio sagrado. 3La voz del Señor sobre las aguas,
el Dios de la gloria ha tronado,
el Señor sobre las aguas torrenciales. 4La voz del Señor es potente,
la voz del Señor es magnífica, 5la voz del Señor descuaja los cedros,
el Señor descuaja los cedros del Líbano. 6Hace brincar al Líbano como un novillo,
al Sarión como a una cría de búfalo. 7La voz del Señor lanza llamas de fuego, 8la voz del Señor sacude el desierto,
el Señor sacude el desierto de Cadés. 9La voz del Señor retuerce los robles,
el Señor descorteza las selvas.
En su templo, un grito unánime: «¡Gloria!». 10El Señor se sienta sobre las aguas del diluvio,
el Señor se sienta como rey eterno. 11El Señor da fuerza a su pueblo,
el Señor bendice a su pueblo con la paz.
SALMO 30 (29)
1Salmo. Cántico para la dedicación del templo. De David. 2Te ensalzaré, Señor, porque me has librado
y no has dejado que mis enemigos se rían de mí. 3Señor, Dios mío, a ti grité,
y tú me sanaste. 4Señor, sacaste mi vida del abismo,
me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa. 5Tañed para el Señor, fieles suyos,
celebrad el recuerdo de su nombre santo; 6su cólera dura un instante;
su bondad, de por vida;
al atardecer nos visita el llanto;
por la mañana, el júbilo. 7Yo pensaba muy seguro:
«No vacilaré jamás». 8Tu bondad, Señor, me aseguraba
el honor y la fuerza;
pero escondiste tu rostro,
y quedé desconcertado. 9A ti, Señor, llamé, supliqué a mi Dios: 10«¿Qué ganas con mi muerte,
con que yo baje a la fosa?
¿Te va a dar gracias el polvo,
o va a proclamar tu lealtad? 11Escucha, Señor, y ten piedad de mí;
Señor, socórreme». 12Cambiaste mi luto en danzas,
me desataste el sayal
y me has vestido de fiesta; 13te cantará mi alma sin callarse.
Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre.
SALMO 31 (30)
1Al Director.
Salmo de David.
2A ti, Señor, me acojo:
no quede yo nunca defraudado;
tú, que eres justo, ponme a salvo, 3inclina tu oído hacia mí;
ven aprisa a librarme,
sé la roca de mi refugio,
un baluarte donde me salve, 4tú que eres mi roca y mi baluarte;
por tu nombre dirígeme y guíame: 5sácame de la red que me han tendido,
porque tú eres mi amparo. 6A tus manos encomiendo mi espíritu:
tú, el Dios leal, me librarás; 7tú aborreces a los que veneran ídolos inertes,
pero yo confío en el Señor; 8tu misericordia sea mi gozo y mi alegría.
Te has fijado en mi aflicción,
velas por mi vida en peligro; 9no me has entregado en manos del enemigo,
has puesto mis pies en un camino ancho. 10Piedad, Señor, que estoy en peligro;
se consumen de dolor mis ojos,
mi garganta y mis entrañas. 11Mi vida se gasta en el dolor,
mis años en los gemidos;
mi vigor decae con las penas,
mis huesos se consumen. 12Soy la burla de todos mis enemigos,
la irrisión de mis vecinos,
el espanto de mis conocidos:
me ven por la calle y escapan de mí. 13Me han olvidado como a un muerto,
me han desechado como a un cacharro inútil. 14Oigo el cuchicheo de la gente,
y todo me da miedo;
se conjuran contra mí
y traman quitarme la vida. 15Pero yo confío en ti, Señor;
te digo: «Tú eres mi Dios». 16En tus manos están mis azares:
líbrame de mis enemigos que me persiguen; 17haz brillar tu rostro sobre tu siervo,
sálvame por tu misericordia. 18Señor, no quede yo defraudado
tras haber acudido a ti;
queden defraudados los malvados,
y bajen llorando al abismo, 19enmudezcan los labios mentirosos,
que profieren insolencias contra el justo,
con soberbia y con desprecio. 20Qué bondad tan grande, Señor,
reservas para los que te temen,
y concedes a los que a ti se acogen
a la vista de todos. 21En el asilo de tu presencia los escondes
de las conjuras humanas;
los ocultas en tu tabernáculo,
frente a las lenguas pendencieras. 22Bendito sea el Señor, que ha hecho por mí
prodigios de misericordia
en la ciudad amurallada. 23Yo decía en mi ansiedad:
«Me has arrojado de tu vista»;
pero tú escuchaste mi voz suplicante
cuando yo te gritaba. 24Amad al Señor, fieles suyos;
el Señor guarda a sus leales,
y a los soberbios los paga con creces. 25Sed fuertes y valientes de corazón
los que esperáis en el Señor.
SALMO 32 (31)
1Poema de David.
Dichoso el que está absuelto de su culpa,
a quien le han sepultado su pecado; 2dichoso el hombre a quien el Señor no le apunta el delito
y en cuyo espíritu no hay engaño. 3Mientras callé se consumían mis huesos,
rugiendo todo el día, 4porque día y noche tu mano pesaba sobre mí;
mi savia se había vuelto un fruto seco
como en los calores del verano. (Pausa) 5Había pecado, lo reconocí,
no te encubrí mi delito;
propuse: «Confesaré al Señor mi culpa»,
y tú perdonaste mi culpa y mi pecado. (Pausa) 6Por eso, que todo fiel te suplique
en el momento de la desgracia:
la crecida de las aguas caudalosas
no lo alcanzará. 7Tú eres mi refugio,
me libras del peligro,
me rodeas de cantos de liberación. (Pausa) 8—Te instruiré y te enseñaré
el camino que has de seguir,
fijaré en ti mis ojos. 9No seáis irracionales como caballos y mulos,
cuyo brío hay que domar con freno y brida;
si no, no puedes acercarte. 10Los malvados sufren muchas penas;
al que confía en el Señor,
la misericordia lo rodea. 11Alegraos, justos, y gozad con el Señor;
aclamadlo los de corazón sincero.
SALMO 33 (32)
1Aclamad, justos, al Señor,
que merece la alabanza de los buenos. 2Dad gracias al Señor con la cítara,
tocad en su honor el arpa de diez cuerdas; 3cantadle un cántico nuevo,
acompañando los vítores con bordones. 4Que la palabra del Señor es sincera,
y todas sus acciones son leales; 5él ama la justicia y el derecho,
y su misericordia llena la tierra. 6La palabra del Señor hizo el cielo;
el aliento de su boca, sus ejércitos; 7encierra en un odre las aguas marinas,
mete en un depósito el océano. 8Tema al Señor la tierra entera,
tiemblen ante él los habitantes del orbe: 9porque él lo dijo, y existió;
él lo mandó y todo fue creado. 10El Señor deshace los planes de las naciones,
frustra los proyectos de los pueblos; 11pero el plan del Señor subsiste por siempre;
los proyectos de su corazón, de edad en edad. 12Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor,
el pueblo que él se escogió como heredad. 13El Señor mira desde el cielo,
se fija en todos los hombres. 14Desde su morada observa
a todos los habitantes de la tierra: 15él modeló cada corazón,
y comprende todas sus acciones. 16No vence el rey por su gran ejército,
no escapa el soldado por su mucha fuerza; 17nada valen sus caballos para la victoria,
ni por su gran ejército se salvan. 18Los ojos del Señor están puestos en quien lo teme,
en los que esperan su misericordia, 19para librar sus vidas de la muerte
y reanimarlos en tiempo de hambre. 20Nosotros aguardamos al Señor:
él es nuestro auxilio y escudo; 21con él se alegra nuestro corazón,
en su santo nombre confiamos. 22Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.
SALMO 34 (33)
1De David.
Cuando, fingiéndose loco ante Abimélec, fue expulsado por él y se marchó. 2(Álef) Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca; 3(Bet) mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren. 4(Guímel) Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre. 5(Dálet) Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias. 6(He) Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará. 7(Zain) El afligido invocó al Señor,
él lo escuchó y lo salvó de sus angustias. 8(Jet) El ángel del Señor acampa en torno a quienes lo temen
y los protege. 9(Tet) Gustad y ved qué bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a él. 10(Yod) Todos sus santos, temed al Señor,
porque nada les falta a los que lo temen; 11(Kaf) los ricos empobrecen y pasan hambre,
los que buscan al Señor no carecen de nada. 12(Lámed) Venid, hijos, escuchadme:
os instruiré en el temor del Señor. 13(Mem) ¿Hay alguien que ame la vida
y desee días de prosperidad? 14(Nun) Guarda tu lengua del mal,
tus labios de la falsedad; 15(Sámek) apártate del mal, obra el bien,
busca la paz y corre tras ella. 16(Ayin) Los ojos del Señor miran a los justos,
sus oídos escuchan sus gritos; 17(Pe) pero el Señor se enfrenta con los malhechores,
para borrar de la tierra su memoria. 18(Sade) Cuando uno grita, el Señor lo escucha
y lo libra de sus angustias; 19(Qof) el Señor está cerca de los atribulados,
salva a los abatidos. 20(Res) Aunque el justo sufra muchos males,
de todos lo libra el Señor; 21(Sin) él cuida de todos sus huesos,
y ni uno solo se quebrará. 22(Tau) La maldad da muerte al malvado,
los que odian al justo serán castigados. 23El Señor redime a sus siervos,
no será castigado quien se acoge a él.
SALMO 35 (34)
1De David.
Pelea, Señor, contra los que me atacan,
guerrea contra los que me hacen guerra; 2empuña el escudo y la adarga,
levántate y ven en mi auxilio; 3blande la lanza y la pica contra mis perseguidores;
di a mi alma: «Yo soy tu salvación». 4Sean confundidos y avergonzados
los que atentan contra mi vida;
retrocedan y sean humillados
quienes traman mi derrota; 5sean como tamo al viento,
acosados por el ángel del Señor; 6sea su camino oscuro y resbaladizo,
perseguidos por el ángel del Señor. 7Pues sin motivo me escondían redes,
sin motivo me abrían zanjas mortales. 8¡Que les sorprenda el desastre imprevisto,
que se enreden en la red que escondieron,
y caigan dentro de la fosa! 9Y yo me alegraré con el Señor,
gozando de su salvación; 10todo mi ser proclamará:
«Señor, ¿quién como tú,
que defiendes al débil del poderoso,
al pobre y humilde del explotador?». 11Se presentaban testigos violentos:
me acusaban de cosas que ni sabía, 12me pagaban mal por bien,
dejándome desamparado. 13Yo, en cambio, cuando estaban enfermos,
me vestía de saco,
me mortificaba con ayunos
y desde dentro repetía mi oración. 14Como por un amigo o por un hermano,
andaba triste;
cabizbajo y sombrío,
como quien llora a su madre. 15Pero, cuando yo tropecé, se alegraron,
se juntaron contra mí
y me golpearon por sorpresa;
me laceraban sin cesar. 16Cruelmente se burlaban de mí,
rechinando los dientes de odio. 17Señor, ¿cuándo vas a mirarlo?
Defiende mi vida de los que rugen;
mi único bien, de los leones, 18y te daré gracias en la gran asamblea,
te alabaré entre la multitud del pueblo. 19Que no canten victoria
mis enemigos traidores,
que no hagan guiños a mi costa
los que me odian sin razón. 20Pues no hablan de paz,
y contra los pacíficos de la tierra
traman planes siniestros. 21Abren sus fauces contra mí y se ríen:
«Lo han visto nuestros ojos». 22Señor, tú lo has visto, no te calles;
Señor, no te quedes a distancia; 23despierta, levántate, Dios mío;
Señor mío, defiende mi causa. 24Júzgame según tu justicia, Señor, Dios mío,
y no se reirán de mí. 25No pensarán: «¡Qué bien! ¡Lo que queríamos!»,
ni dirán: «¡Lo hemos devorado!». 26Sean avergonzados y confundidos a una
los que se alegran de mi desgracia,
cúbranse de vergüenza y de ignominia
quienes se engríen a mi costa. 27Canten y se alegren
los que desean mi justicia,
repitan siempre: «Grande es el Señor,
que desea la paz de su siervo». 28Mi lengua anunciará tu justicia,
todos los días te alabará.
SALMO 36 (35)
1Al Director; del siervo del Señor, David.
2El malvado escucha en su interior
un oráculo del pecado:
no tiene temor de Dios,
ni siquiera en su presencia. 3Porque se hace la ilusión de que su culpa
no será descubierta ni aborrecida. 4Las palabras de su boca son maldad y traición,
renuncia a ser sensato y a obrar bien; 5acostado medita el crimen,
se obstina en el mal camino,
no rechaza la maldad. 6Señor, tu misericordia llega al cielo,
tu fidelidad hasta las nubes; 7tu justicia es como las altas cordilleras,
tus juicios son como el océano inmenso.
Tú socorres a hombres y animales; 8¡qué inapreciable es tu misericordia, oh Dios!,
los humanos se acogen a la sombra de tus alas; 9se nutren de lo sabroso de tu casa,
les das a beber del torrente de tus delicias, 10porque en ti está la fuente viva,
y tu luz nos hace ver la luz. 11Prolonga tu misericordia con los que te reconocen,
tu justicia con los rectos de corazón. 12Que no me pisotee el pie del soberbio,
que no me eche fuera la mano del malvado. 13Han fracasado los malhechores;
derribados, no se pueden levantar.
SALMO 37 (36)
1De David.
(Álef) No te exasperes por los malvados,
no envidies a los que obran el mal: 2se secarán pronto, como la hierba,
como el césped verde se agostarán. 3(Bet) Confía en el Señor y haz el bien:
habitarás tu tierra y reposarás en ella en fidelidad; 4sea el Señor tu delicia,
y él te dará lo que pide tu corazón. 5(Guímel) Encomienda tu camino al Señor,
confía en él, y él actuará: 6hará tu justicia como el amanecer,
tu derecho como el mediodía. 7(Dálet) Descansa en el Señor y espera en él,
no te exasperes por el hombre que triunfa
empleando la intriga: 8(He) cohíbe la ira, reprime el coraje;
no te exasperes, no sea que obres mal; 9porque los que obran mal son excluidos,
pero los que esperan en el Señor poseerán la tierra. 10(Vau) Aguarda un momento: desapareció el malvado,
fíjate en su sitio: ya no está; 11en cambio, los sufridos poseen la tierra
y disfrutan de paz abundante. 12(Zain) El malvado intriga contra el justo,
rechina sus dientes contra él; 13pero el Señor se ríe de él,
porque ve que le llega su hora. 14(Jet) Los malvados desenvainan la espada,
asestan el arco,
para abatir a los pobres y humildes,
para asesinar a los honrados; 15pero su espada les atravesará el corazón,
sus arcos se romperán. 16(Tet) Mejor es ser honrado con poco
que ser malvado en la opulencia; 17pues al malvado se le romperán los brazos,
pero al honrado lo sostiene el Señor. 18(Yod) El Señor vela por los días de los buenos,
y su herencia durará siempre; 19no se agostarán en tiempo de sequía,
en tiempo de hambre se saciarán. 20(Kaf) Pero los malvados perecerán,
los enemigos del Señor
se marchitarán como la belleza de un prado,
en humo se disiparán. 21(Lámed) El malvado pide prestado y no devuelve,
el justo se compadece y perdona. 22Los que el Señor bendice poseen la tierra,
los que él maldice son excluidos. 23(Mem) El Señor asegura los pasos del hombre,
se complace en sus caminos; 24si tropieza, no caerá,
porque el Señor lo tiene de la mano. 25(Nun) Fui joven, ya soy viejo:
nunca he visto a un justo abandonado,
ni a su linaje mendigando el pan. 26A diario se compadece y da prestado;
bendita será su descendencia. 27(Sámek) Apártate del mal y haz el bien,
y siempre tendrás una casa; 28porque el Señor ama la justicia
y no abandona a sus fieles. (Ayin) Los inicuos son exterminados,
la estirpe de los malvados se extinguirá; 29pero los justos poseen la tierra,
la habitarán por siempre jamás. 30(Pe) La boca del justo expone la sabiduría,
su lengua explica el derecho; 31porque lleva en el corazón la ley de su Dios,
y sus pasos no vacilan. 32(Sade) El malvado espía al justo
e intenta darle muerte; 33pero el Señor no lo entrega en sus manos,
no deja que lo condenen en el juicio. 34(Qof) Confía en el Señor, sigue su camino;
él te levantará a poseer la tierra,
y verás la expulsión de los malvados. 35(Res) Vi a un malvado que se jactaba,
que prosperaba como un cedro frondoso; 36volví a pasar, y ya no estaba;
lo busqué, y no lo encontré. 37(Sin) Observa al honrado, fíjate en el bueno:
porque el pacífico tendrá porvenir; 38los impíos serán totalmente aniquilados,
el porvenir de los malvados quedará truncado. 39(Tau) El Señor es quien salva a los justos,
él es su alcázar en el peligro; 40el Señor los protege y los libra,
los libra de los malvados y los salva
porque se acogen a él.
SALMO 38 (37)
1Salmo de David.
En conmemoración. 2Señor, no me corrijas con ira,
no me castigues con cólera. 3Tus flechas se me han clavado,
tu mano pesa sobre mí. 4No hay parte ilesa en mi carne
a causa de tu furor;
no tienen descanso mis huesos
a causa de mis pecados. 5Mis culpas sobrepasan mi cabeza,
son un peso superior a mis fuerzas. 6Mis llagas están podridas y supuran
por causa de mi insensatez; 7voy encorvado y encogido,
todo el día camino sombrío. 8Tengo las espaldas ardiendo,
no hay parte ilesa en mi carne; 9estoy agotado, deshecho del todo;
rujo con más fuerza que un león. 10Señor mío, todas mis ansias están en tu presencia,
no se te ocultan mis gemidos; 11siento palpitar mi corazón, me abandonan las fuerzas,
y me falta hasta la luz de los ojos. 12Mis amigos y compañeros
se alejan de mí,
mis parientes se quedan a distancia; 13me tienden lazos los que atentan contra mí,
los que desean mi daño me amenazan de muerte,
todo el día murmuran traiciones. 14Pero yo, como un sordo, no oigo;
como un mudo, no abro la boca; 15soy como uno que no oye
y no puede replicar. 16En ti, Señor, espero,
y tú me escucharás, Señor, Dios mío; 17esto pido: que no se alegren por mi causa;
que, cuando resbale mi pie,
no canten triunfo. 18Porque yo estoy a punto de caer,
y mi pena no se aparta de mí: 19yo confieso mi culpa,
me aflige mi pecado. 20Mis enemigos están vivos y son poderosos,
son muchos los que me aborrecen sin razón, 21los que me pagan males por bienes,
los que me atacan cuando procuro el bien. 22No me abandones, Señor;
Dios mío, no te quedes lejos; 23ven aprisa a socorrerme,
Señor mío, mi salvación.
SALMO 39 (38)
1Al Director. A Yedutún. Salmo de David.
2Yo me dije: «Vigilaré mi proceder,
para no pecar con mi lengua;
pondré una mordaza a mi boca
mientras el impío esté presente». 3Guardé silencio resignado,
enmudecí sin provecho;
pero mi herida empeoró. 4Y el corazón me ardía por dentro;
pensándolo me requemaba,
hasta que solté la lengua: 5«Señor, dame a conocer mi fin
y cuál es la medida de mis años,
para que comprenda lo caduco que soy». 6Me concediste un palmo de vida,
mis días son nada ante ti;
el hombre no dura más que un soplo, (Pausa) 7el hombre pasa como una sombra,
por un soplo se afana,
atesora sin saber para quién. 8Y ahora, Señor, ¿qué esperanza me queda?
Tú eres mi confianza. 9Líbrame de mis inquietudes,
no me hagas la burla de los necios. 10Enmudezco, no abro la boca,
porque eres tú quien lo ha hecho. 11Aparta de mí tus golpes,
que el ímpetu de tu mano me acaba. 12Escarmientas al hombre castigando su culpa;
como una polilla roes sus tesoros;
el hombre no es más que un soplo. (Pausa) 13Escucha, Señor, mi oración,
haz caso de mis gritos,
no seas sordo a mi llanto;
porque yo soy huésped tuyo,
forastero como todos mis padres. 14Aplácate, dame respiro,
antes de que pase y no exista.
SALMO 40 (39)
1Al Director. Salmo de David.
2Yo esperaba con ansia al Señor;
él se inclinó y escuchó mi grito: 3me levantó de la fosa fatal,
de la charca fangosa;
afianzó mis pies sobre roca,
y aseguró mis pasos; 4me puso en la boca un cántico nuevo,
un himno a nuestro Dios.
Muchos, al verlo, quedaron sobrecogidos
y confiaron en el Señor. 5Dichoso el hombre que ha puesto
su confianza en el Señor,
y no acude a los idólatras,
que se extravían con engaños. 6Cuántas maravillas has hecho,
Señor, Dios mío,
cuántos planes en favor nuestro;
nadie se te puede comparar.
Intento proclamarlas, decirlas,
pero superan todo número. 7Tú no quieres sacrificios ni ofrendas,
y, en cambio, me abriste el oído;
no pides holocaustos ni sacrificios expiatorios; 8entonces yo digo: «Aquí estoy
—como está escrito en mi libro— 9para hacer tu voluntad.
Dios mío, lo quiero, y llevo tu ley en las entrañas». 10He proclamado tu justicia
ante la gran asamblea;
no he cerrado los labios, Señor, tú lo sabes. 11No me he guardado en el pecho tu justicia,
he contado tu fidelidad y tu salvación,
no he negado tu misericordia y tu lealtad
ante la gran asamblea. 12Tú, Señor, no me cierres tus entrañas;
que tu misericordia y tu lealtad me guarden siempre, 13porque me cercan desgracias sin cuento.
Se me echan encima mis culpas, y no puedo ver;
son más que los pelos de mi cabeza,
y me falta el valor. 14Señor, dígnate librarme;
Señor, date prisa en socorrerme. 15Queden confundidos y avergonzados
los que intentan quitarme la vida;
retrocedan y queden aturdidos
los que desean mi daño. 16Vuelvan atrás avergonzados
los que se burlan de mí. 17Alégrense y gocen contigo
todos los que te buscan;
digan siempre: «Grande es el Señor»,
los que desean tu salvación. 18Yo soy pobre y desgraciado,
pero el Señor se cuida de mí;
tú eres mi auxilio y mi liberación:
Dios mío, no tardes.
SALMO 41 (40)
1Al Director. Salmo de David. 2Dichoso el que cuida del pobre;
en el día aciago lo pondrá a salvo el Señor. 3El Señor lo guarda y lo conserva en vida,
para que sea dichoso en la tierra,
y no lo entrega a la saña de sus enemigos. 4El Señor lo sostendrá en el lecho del dolor,
calmará los dolores de su enfermedad. 5Yo dije: «Señor, ten misericordia,
sáname, porque he pecado contra ti». 6Mis enemigos me desean lo peor:
«A ver si se muere, y se acaba su apellido». 7El que viene a verme habla con fingimiento,
disimula su mala intención,
y, cuando sale afuera, la dice. 8Mis adversarios se reúnen a murmurar contra mí,
hacen cálculos siniestros: 9«Padece un mal sin remedio,
se acostó para no levantarse». 10Incluso mi amigo, de quien yo me fiaba,
que compartía mi pan,
es el primero en traicionarme. 11Pero tú, Señor, apiádate de mí; haz que pueda levantarme,
para que yo les dé su merecido. 12En esto conozco que me amas:
en que mi enemigo no triunfa de mí. 13A mí, en cambio, me conservas la salud,
me mantienes siempre en tu presencia. 14Bendito el Señor, Dios de Israel,
desde siempre y por siempre. Amén, amén.
SALMO 42 (41)
1Al Director. Poema. De los hijos de Coré.
2Como busca la cierva corrientes de agua,
así mi alma te busca a ti, Dios mío; 3mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo:
¿cuándo entraré a ver el rostro de Dios? 4Las lágrimas son mi pan noche y día,
mientras todo el día me repiten:
«¿Dónde está tu Dios?». 5Recuerdo otros tiempos,
y desahogo mi alma conmigo:
cómo entraba en el recinto santo,
cómo avanzaba hacia la casa de Dios
entre cantos de júbilo y alabanza,
en el bullicio de la fiesta. 6¿Por qué te acongojas, alma mía,
por qué gimes dentro de mí?
Espera en Dios, que volverás a alabarlo:
«Salud de mi rostro, Dios mío». 7Cuando mi alma se acongoja,
te recuerdo desde el Jordán y el Hermón
y el monte Misar. 8Una sima grita a otra sima
con voz de cascadas:
tus torrentes y tus olas
me han arrollado. 9De día el Señor me hará misericordia,
de noche cantaré la alabanza,
la oración al Dios de mi vida. 10Diré a Dios: «Roca mía,
¿por qué me olvidas?
¿Por qué voy andando, sombrío,
hostigado por mi enemigo?». 11Se me rompen los huesos
por las burlas del adversario;
todo el día me preguntan:
«¿Dónde está tu Dios?». 12¿Por qué te acongojas, alma mía,
por qué gimes dentro de mí?
Espera en Dios, que volverás a alabarlo:
«Salud de mi rostro, Dios mío».
SALMO 43 (42)
1Hazme justicia, oh Dios,
defiende mi causa
contra gente sin piedad,
sálvame
del hombre traidor y malvado. 2Tú eres mi Dios y protector,
¿por qué me rechazas?,
¿por qué voy andando sombrío,
hostigado por mi enemigo? 3Envía tu luz y tu verdad:
que ellas me guíen
y me conduzcan hasta tu monte santo,
hasta tu morada. 4Me acercaré al altar de Dios,
al Dios de mi alegría,
y te daré gracias al son de la cítara,
Dios, Dios mío. 5¿Por qué te acongojas, alma mía,
por qué gimes dentro de mí?
Espera en Dios, que volverás a alabarlo:
«Salud de mi rostro, Dios mío».
SALMO 44 (43)
1Al Director. Poema de los hijos de Coré.
2Oh Dios, nuestros oídos lo oyeron,
nuestros padres nos lo han contado:
la obra que realizaste en sus días,
en los años remotos. 3Tú mismo con tu mano desposeíste a los gentiles,
y los plantaste a ellos;
trituraste a las naciones,
y los hiciste crecer a ellos. 4Porque no fue su espada la que ocupó la tierra,
ni su brazo el que les dio la victoria,
sino tu diestra y tu brazo y la luz de tu rostro,
porque tú los amabas. 5Mi rey y mi Dios eres tú,
que das la victoria a Jacob: 6con tu auxilio embestimos al enemigo,
en tu nombre pisoteamos al agresor. 7Pues yo no confío en mi arco,
ni mi espada me da la victoria; 8tú nos das la victoria sobre el enemigo
y derrotas a nuestros adversarios. 9Dios ha sido siempre nuestro orgullo,
y siempre damos gracias a tu nombre. (Pausa) 10Ahora, en cambio, nos rechazas y nos avergüenzas,
y ya no sales, Señor, con nuestras tropas: 11nos haces retroceder ante el enemigo,
y nuestro adversario nos saquea. 12Nos entregas como ovejas de matanza
y nos has dispersado por las naciones. 13Vendes a tu pueblo por nada
y no te enriqueces con su precio. 14Nos haces el escarnio de nuestros vecinos,
irrisión y burla de los que nos rodean; 15nos has hecho el refrán de los gentiles,
nos hacen muecas las naciones. 16Tengo siempre delante mi deshonra,
y la vergüenza me cubre la cara 17al oír insultos e injurias,
al ver a mi rival y a mi enemigo. 18Todo esto nos viene encima, sin haberte olvidado
ni haber violado tu alianza, 19sin que se volviera atrás nuestro corazón
ni se desviaran de tu camino nuestros pasos. 20Y tú nos arrojaste a un lugar de chacales
y nos cubriste de tinieblas. 21Si hubiéramos olvidado el nombre de nuestro Dios
y extendido las manos a un dios extraño, 22el Señor lo habría averiguado,
pues él penetra los secretos del corazón. 23Por tu causa nos degüellan cada día,
nos tratan como a ovejas de matanza. 24Despierta, Señor, ¿por qué duermes?
Levántate, no nos rechaces más. 25¿Por qué nos escondes tu rostro
y olvidas nuestra desgracia y opresión? 26Nuestra alma se hunde en el polvo,
nuestro vientre está pegado al suelo. 27Levántate a socorrernos,
redímenos por tu misericordia.
SALMO 45 (44)
1Al director. Sobre «los lirios…». Poema de los hijos de Coré. Cántico de amor.
2Me brota del corazón un poema bello,
recito mis versos a un rey;
mi lengua es ágil pluma de escribano. 3Eres el más bello de los hombres,
en tus labios se derrama la gracia,
el Señor te bendice eternamente. 4Cíñete al flanco la espada, valiente:
es tu gala y tu orgullo; 5cabalga victorioso por la verdad, la mansedumbre y la justicia,
tu diestra te enseñe a realizar proezas. 6Tus flechas son agudas, los pueblos se te rinden,
se acobardan los enemigos del rey. 7Tu trono, oh Dios, permanece para siempre,
cetro de rectitud es tu cetro real; 8has amado la justicia y odiado la impiedad:
por eso Dios, tu Dios, te ha ungido
con aceite de júbilo
entre todos tus compañeros. 9A mirra, áloe y acacia
huelen tus vestidos,
desde los palacios de marfiles
te deleitan las arpas. 10Hijas de reyes salen a tu encuentro,
de pie a tu derecha está la reina,
enjoyada con oro de Ofir. 11Escucha, hija, mira: inclina el oído,
olvida tu pueblo y la casa paterna; 12prendado está el rey de tu belleza:
póstrate ante él, que él es tu señor. 13La ciudad de Tiro viene con regalos,
los pueblos más ricos buscan tu favor. 14Ya entra la princesa, bellísima,
vestida de perlas y brocado; 15la llevan ante el rey, con séquito de vírgenes,
la siguen sus compañeras: 16las traen entre alegría y algazara,
van entrando en el palacio real. 17«A cambio de tus padres tendrás hijos,
que nombrarás príncipes por toda la tierra». 18Quiero hacer memorable tu nombre
por generaciones y generaciones,
y los pueblos te alabarán
por los siglos de los siglos.
SALMO 46 (45)
1Al Director. De los hijos de Coré. «Sobre las doncellas». Cántico.
2Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza,
poderoso defensor en el peligro. 3Por eso no tememos aunque tiemble la tierra,
y los montes se desplomen en el mar. 4Que hiervan y bramen sus olas,
que sacudan a los montes con su furia:
el Señor del universo está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob. (Pausa) 5Un río y sus canales alegran la ciudad de Dios,
el Altísimo consagra su morada. 6Teniendo a Dios en medio, no vacila;
Dios la socorre al despuntar la aurora. 7Los pueblos se amotinan, los reyes se rebelan;
pero él lanza su trueno, y se tambalea la tierra. 8El Señor del universo está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob. (Pausa) 9Venid a ver las obras del Señor,
las maravillas que hace en la tierra: 10pone fin a la guerra hasta el extremo del orbe,
rompe los arcos, quiebra las lanzas,
prende fuego a los escudos. 11«Rendíos, reconoced que yo soy Dios:
más alto que los pueblos,
más alto que la tierra». 12El Señor del universo está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob. (Pausa)
SALMO 47 (46)
1Al Director. Salmo de los hijos de Coré.
2Pueblos todos, batid palmas,
aclamad a Dios con gritos de júbilo; 3porque el Señor altísimo es terrible,
emperador de toda la tierra. 4Él nos somete los pueblos
y nos sojuzga las naciones; 5él nos escogió por heredad suya:
gloria de Jacob, su amado. (Pausa) 6Dios asciende entre aclamaciones;
el Señor, al son de trompetas: 7tocad para Dios, tocad;
tocad para nuestro Rey, tocad. 8Porque Dios es el rey del mundo:
tocad con maestría. 9Dios reina sobre las naciones,
Dios se sienta en su trono sagrado. 10Los príncipes de los gentiles se reúnen
con el pueblo del Dios de Abrahán;
porque de Dios son los grandes de la tierra,
y él es excelso.
SALMO 48 (47)
1Cántico. Salmo de los hijos de Coré.
2Grande es el Señor
y muy digno de alabanza
en la ciudad de nuestro Dios,
su monte santo, altura hermosa,
alegría de toda la tierra: 3el monte Sión, confín del cielo,
ciudad del gran rey;
entre sus palacios, 4Dios descuella como un alcázar. 5Mirad: los reyes se aliaron
para atacarla juntos; 6pero, al verla, quedaron aterrados
y huyeron despavoridos; 7Allí los agarró un temblor
y dolores como de parto; 8como un viento del desierto,
que destroza las naves de Tarsis. 9Lo que habíamos oído lo hemos visto
en la ciudad del Señor del universo,
en la ciudad de nuestro Dios:
que Dios la ha fundado para siempre. (Pausa) 10Oh Dios, meditamos tu misericordia
en medio de tu templo: 11como tu nombre, oh Dios,
tu alabanza llega al confín de la tierra.
Tu diestra está llena de justicia: 12el monte Sión se alegra,
las ciudades de Judá se gozan
con tus sentencias. 13Dad la vuelta en torno a Sión,
contando sus torreones; 14fijaos en sus baluartes,
observad sus palacios,
para poder decirle a la próxima generación: 15«Porque este es Dios, nuestro Dios
eternamente y por siempre».
Él nos guiará por siempre jamás.
SALMO 49 (48)
1Al Director. Salmo de los hijos de Coré.
2Oíd esto, todas las naciones;
escuchadlo, habitantes del orbe: 3plebeyos y nobles,
ricos y pobres. 4Mi boca hablará sabiamente,
mi corazón meditará con prudencia; 5prestaré oído al proverbio
y propondré mi problema al son de la cítara. 6¿Por qué habré de temer los días aciagos,
cuando me cerquen y acechen los malvados, 7que confían en su opulencia
y se jactan de sus inmensas riquezas, 8si nadie puede salvarse
ni dar a Dios un rescate? 9Es tan caro el rescate de la vida,
que nunca les bastará 10para vivir perpetuamente
sin bajar a la fosa. 11Mirad: los sabios mueren,
lo mismo que perecen los ignorantes y necios,
y legan sus riquezas a extraños. 12El sepulcro es su morada perpetua
y su casa de edad en edad,
aunque hayan dado nombre a países. 13El hombre no perdura en la opulencia,
es semejante a las bestias, que perecen. 14Este es el camino de los confiados,
el destino de los hombres satisfechos: (Pausa) 15son un rebaño para el abismo,
la muerte es su pastor,
y bajan derechos a la tumba;
se desvanece su figura,
y el abismo es su casa. 16Pero a mí, Dios me salva,
me arranca de las garras del abismo. (Pausa) 17No te preocupes si se enriquece un hombre
y aumenta el fasto de su casa: 18cuando muera, no se llevará nada,
su fasto no bajará con él. 19Aunque en vida se felicitaba:
«Ponderan lo bien que lo pasas», 20irá a reunirse con la generación de sus padres,
que no verán nunca la luz. 21El hombre rico e inconsciente
es semejante a las bestias, que perecen.
SALMO 50 (49)
1Salmo de Asaf. El Dios de los dioses, el Señor, habla:
convoca la tierra de oriente a occidente.
2Desde Sión, la hermosa,
Dios resplandece: 3viene nuestro Dios, y no callará.
Lo precede fuego voraz,
lo rodea tempestad violenta. 4Desde lo alto convoca cielo y tierra
para juzgar a su pueblo: 5«Congregadme a mis fieles,
que sellaron mi pacto con un sacrificio». 6Proclame el cielo su justicia;
Dios en persona va a juzgar. (Pausa) 7«Escucha, pueblo mío, voy a hablarte;
Israel, voy a dar testimonio contra ti;
—yo soy Dios, tu Dios—. 8No te reprocho tus sacrificios,
pues siempre están tus holocaustos ante mí. 9Pero no aceptaré un becerro de tu casa,
ni un cabrito de tus rebaños. 10Pues las fieras de la selva son mías,
y hay miles de bestias en mis montes; 11conozco todos los pájaros del cielo,
tengo a mano cuanto se agita en los campos. 12Si tuviera hambre, no te lo diría;
pues el orbe y cuanto lo llena es mío. 13¿Comeré yo carne de toros,
beberé sangre de cabritos? 14Ofrece a Dios un sacrificio de alabanza,
cumple tus votos al Altísimo 15e invócame el día del peligro:
yo te libraré, y tú me darás gloria». 16Dios dice al pecador:
«¿Por qué recitas mis preceptos
y tienes siempre en la boca mi alianza, 17tú que detestas mi enseñanza
y te echas a la espalda mis mandatos? 18Cuando ves un ladrón, corres con él;
te mezclas con los adúlteros; 19sueltas tu lengua para el mal,
tu boca urde el engaño. 20Te sientas a hablar contra tu hermano,
deshonras al hijo de tu madre; 21esto haces, ¿y me voy callar?
¿Crees que soy como tú?
Te acusaré, te lo echaré en cara. 22Atención los que olvidáis a Dios,
no sea que os destroce sin remedio. 23El que me ofrece acción de gracias,
ese me honra;
al que sigue buen camino
le haré ver la salvación de Dios».
51 (50)1Al Director. Salmo de David. 2Cuando el profeta Natán lo visitó, después de haberse unido aquel a Betsabé. 3Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa; 4lava del todo mi delito,
limpia mi pecado. 5Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado. 6Contra ti, contra ti solo pequé,
cometí la maldad en tu presencia.
En la sentencia tendrás razón,
en el juicio resultarás inocente. 7Mira, en la culpa nací,
pecador me concibió mi madre. 8Te gusta un corazón sincero,
y en mi interior me inculcas sabiduría. 9Rocíame con el hisopo: quedaré limpio;
lávame: quedaré más blanco que la nieve. 10Hazme oír el gozo y la alegría,
que se alegren los huesos quebrantados. 11Aparta de mi pecado tu vista,
borra en mí toda culpa. 12Oh Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme. 13No me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu. 14Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso. 15Enseñaré a los malvados tus caminos,
los pecadores volverán a ti. 16Líbrame de la sangre, oh Dios,
Dios, Salvador mío,
y cantará mi lengua tu justicia. 17Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza. 18Los sacrificios no te satisfacen:
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías. 19El sacrificio agradable a Dios
es un espíritu quebrantado;
un corazón quebrantado y humillado,
tú, oh Dios, tú no lo desprecias. 20Señor, por tu bondad, favorece a Sión,
reconstruye las murallas de Jerusalén: 21entonces aceptarás los sacrificios rituales,
ofrendas y holocaustos,
sobre tu altar se inmolarán novillos.
SALMO 52 (51)
1Al Director. Poema de David.
2Cuando Doeg, el edomita, comunicó a Saúl: «David se ha ido a la casa de Ajimélec». 3¿Por qué te glorías de la maldad
y te haces fuerte en el delito? 4Estás todo el día maquinando injusticias,
tu lengua es navaja afilada,
autor de fraudes; 5prefieres el mal al bien,
la mentira a la honradez; (Pausa) 6prefieres las palabras corrosivas,
lengua embustera. 7Pues Dios te destruirá para siempre,
te abatirá y te barrerá de tu tienda;
arrancará tus raíces del suelo vital. (Pausa) 8Lo verán los justos, y temerán,
y se reirán de él: 9«Mirad al valiente
que no puso en Dios su apoyo,
confió en sus muchas riquezas,
se insolentó en sus crímenes». 10Pero yo, como verde olivo,
en la casa de Dios,
confío en la misericordia de Dios
por siempre jamás. 11Te daré siempre gracias
porque has actuado;
proclamaré delante de tus fieles:
«Tu nombre es bueno».
SALMO 53 (52)
1Al Director. Para la enfermedad. Poema de David.
2Dice el necio para sí:
«No hay Dios».
Se han corrompido cometiendo execraciones,
no hay quien obre bien. 3Dios observa desde el cielo
a los hijos de Adán,
para ver si hay alguno sensato
que busque a Dios. 4Todos se extravían
igualmente obstinados;
no hay uno que obre bien,
ni uno solo. 5Pero ¿no aprenderán los malhechores
que devoran a mi pueblo como pan
y no invocan a Dios? 6Pues temblarán de espanto
allí donde no había razón para temer,
porque Dios esparce los huesos del agresor,
y serán derrotados,
porque Dios los rechaza. 7¡Ojalá venga desde Sión la salvación de Israel!
Cuando el Señor cambie la suerte de su pueblo,
se alegrará Jacob y gozará Israel.
SALMO 54 (53)
1Al Director. Con instrumentos de cuerda. Poema de David.
2Cuando los zifitas vinieron a decir a Saúl: «¿No está escondido David entre nosotros?». 3Oh Dios, sálvame por tu nombre,
sal por mí con tu poder. 4Oh Dios, escucha mi súplica,
atiende a mis palabras; 5porque unos insolentes se alzan contra mí,
y hombres violentos me persiguen a muerte,
sin tener presente a Dios. (Pausa) 6Pero Dios es mi auxilio,
el Señor sostiene mi vida. 7Devuelve el mal a mis adversarios,
destrúyelos por tu fidelidad. 8Te ofreceré un sacrificio voluntario,
dando gracias a tu nombre, que es bueno; 9porque me libraste del peligro,
y he visto la derrota de mis enemigos.
SALMO 55 (54)
1Al Director. Con instrumentos de cuerda. Poema de David.
2Dios mío, escucha mi oración,
no te cierres a mi súplica; 3hazme caso y respóndeme. Me agitan mis ansiedades, 4me turba la voz del enemigo,
los gritos del malvado.
Descargan sobre mí calamidades
y me atacan con furia. 5Se agita mi corazón,
me sobrecoge un pavor mortal, 6me asalta el temor y el terror,
me cubre el espanto. 7Y pienso: «¡Quién me diera alas de paloma
para volar y posarme! 8Emigraría lejos,
habitaría en el desierto, (Pausa) 9esperaría en el que puede salvarme
del huracán y la tormenta». 10¡Destrúyelos, Señor,
confunde sus lenguas!
Pues veo en la ciudad violencia y discordia: 11día y noche hacen la ronda sobre sus murallas;
en su recinto, crimen e injusticia; 12dentro de ella, calamidades;
no se apartan de su plaza
la crueldad y el engaño. 13Si mi enemigo me injuriase,
lo aguantaría;
si mi adversario se alzase contra mí,
me escondería de él; 14pero eres tú, mi compañero,
mi amigo y confidente, 15a quien me unía una dulce intimidad:
juntos íbamos entre el bullicio por la casa de Dios. 16¡Que los sorprenda la muerte,
desciendan vivos al abismo,
pues la maldad habita en ellos! 17Pero yo invoco a Dios,
y el Señor me salva: 18por la tarde, en la mañana, al mediodía,
me quejo gimiendo.
Dios escucha mi voz: 19en paz rescata mi alma
de la guerra que me hacen,
porque son muchos contra mí. 20Dios me escucha, los humilla
el que reina desde siempre. (Pausa) Porque no quieren enmendarse
ni temen a Dios. 21Levantan la mano contra su aliado,
violando los pactos; 22su boca es más blanda que la manteca,
pero desean la guerra;
sus palabras son más suaves que el aceite,
pero son puñales. 23Encomienda a Dios tus afanes,
que él te sustentará;
no permitirá jamás que el justo caiga. 24Tú, Dios mío, los harás bajar a ellos
a la fosa profunda.
Los traidores y sanguinarios
no cumplirán ni la mitad de sus años.
Pero yo confío en ti, Señor.
SALMO 56 (55)
1Al Director. Según «La paloma de los dioses lejanos». Epigrama de David. Cuando los filisteos lo tenían preso en Gat.
2Misericordia, Dios mío, que me hostigan,
me atacan y me acosan todo el día; 3todo el día me hostigan mis enemigos,
me atacan en masa, oh Altísimo. 4En el día terrible, yo confío en ti. 5En Dios, cuya promesa alabo,
en Dios confío y no temo:
¿qué podrá hacerme un mortal? 6Todos los días discuten y planean
pensando solo en mi daño; 7buscan un sitio para espiarme,
acechan mis pasos
y atentan contra mi vida. 8Líbrame de su maldad;
en tu ira, somete a los pueblos, oh Dios. 9Anota en tu libro mi vida errante,
recoge mis lágrimas en tu odre, Dios mío,
mis fatigas en tu libro. 10Que retrocedan mis enemigos
cuando te invoco,
y así sabré que eres mi Dios. 11En Dios, cuya promesa alabo,
en el Señor, cuya promesa alabo, 12en Dios confío y no temo;
¿qué podrá hacerme un hombre? 13Te debo, Dios mío, los votos que hice,
los cumpliré con acción de gracias; 14porque libraste mi alma de la muerte,
mis pies de la caída;
para que camine en presencia de Dios
a la luz de la vida.
SALMO 57 (56)
1Al Director. «No destruyas». Epigrama de David. Cuando, huyendo de Saúl, se escondió en la cueva.
2Misericordia, Dios mío, misericordia,
que mi alma se refugia en ti;
me refugio a la sombra de tus alas
mientras pasa la calamidad. 3Invoco al Dios altísimo,
al Dios que hace tanto por mí. 4Desde el cielo me enviará la salvación,
confundirá a los que ansían matarme; (Pausa)
enviará Dios su gracia y su lealtad. 5Estoy echado entre leones
devoradores de hombres;
sus dientes son lanzas y flechas,
su lengua es una espada afilada. 6Elévate sobre el cielo, Dios mío,
y llene la tierra tu gloria. 7Han tendido una red a mis pasos,
para que sucumbiera;
me han cavado delante una fosa,
pero han caído en ella. (Pausa) 8Mi corazón está firme, Dios mío,
mi corazón está firme.
Voy a cantar y a tocar: 9despierta, gloria mía;
despertad, cítara y arpa;
despertaré a la aurora. 10Te daré gracias ante los pueblos, Señor;
tocaré para ti ante las naciones: 11por tu bondad, que es más grande que los cielos;
por tu fidelidad, que alcanza las nubes. 12Elévate sobre el cielo, Dios mío,
y llene la tierra tu gloria
SALMO 58 (57)
1Al Director. «No destruyas». Epigrama de David.
2¿De verdad, poderosos, emitís sentencias justas?,
¿juzgáis equitativamente a los humanos? 3¡No!, que cometéis crímenes a conciencia
imponiendo en la tierra la violencia de vuestras manos. 4Se pervirtieron los malvados desde el vientre materno,
los mentirosos se extraviaron desde el seno. 5Tienen veneno como veneno de serpiente,
de víbora sorda que se tapa el oído, 6para no oír la voz del encantador,
del experto hacedor de hechizos. 7Oh Dios, rómpeles los dientes en la boca;
quiebra, Señor, los colmillos a los leones. 8Que se evaporen como agua que fluye,
que se marchiten como hierba que se pisa. 9Sean como limaco que se deslíe al deslizarse;
como aborto de mujer, que no llega a ver el sol. 10Antes de que echen espinas, como la zarza
verde o quemada, arrebátelos el vendaval. 11Goce el justo viendo la venganza,
bañe sus pies en la sangre del malvado; 12y la gente dirá: «¡El justo cosecha su fruto;
sí, hay un Dios que juzga en la tierra!».
SALMO 59 (58)
1Al Director. «No destruyas». Epigrama de David. Cuando Saúl mandó vigilar su casa para matarlo.
2Líbrame de mi enemigo, Dios mío;
protégeme de mis agresores, 3líbrame de los malhechores,
sálvame de los hombres sanguinarios. 4Mira que me están acechando,
y me acosan los poderosos:
sin que yo haya pecado ni faltado, Señor, 5sin culpa mía, avanzan para acometerme.
Despierta, ven a mi encuentro, mira: 6tú, el Señor del universo,
el Dios de Israel.
Despierta para castigar a los gentiles,
no te apiades de los traidores inicuos. (Pausa) 7Vuelven al atardecer
ladrando como perros,
merodean por la ciudad. 8Mira: de su boca fluye baba,
de sus labios, espadas:
«¿Quién nos oirá?». 9Pero tú, Señor, te ríes de ellos,
te burlas de los gentiles. 10Por ti velo, fortaleza mía,
que mi alcázar es Dios. 11Que tu favor se me adelante, Dios mío,
y me haga ver la derrota de mi enemigo. 12¡No los mates, que mi pueblo no lo olvide;
dispérsalos con tu poder,
humíllalos, Señor, escudo nuestro! 13Por el pecado de su boca,
por el chismorreo de sus labios,
queden apresados en su insolencia,
por la mentira y la maldición que profieren. 14¡Destrúyelos con tu furor,
destrúyelos y dejen de existir!
Sepan que Dios gobierna
desde Jacob hasta los confines de la tierra. (Pausa) 15Vuelven al atardecer
ladrando como perros,
merodean por la ciudad. 16Vagabundean buscando comida;
si no se sacian, no se retiran. 17Pero yo cantaré tu fuerza,
por la mañana proclamaré tu misericordia,
porque has sido mi alcázar
y mi refugio en el peligro. 18Y tocaré en tu honor, fuerza mía,
porque tú, oh Dios, eres mi alcázar,
Dios mío, misericordia mía.
SALMO 60 (59)
1Al Director. «Los lirios del testimonio». Epigrama de David. Para enseñar.
2Cuando combatió con Arán Nejaráin y con Arán Soba. Cuando volvió Joab y derrotó a doce mil de Edón en el valle de la Sal. 3Oh Dios, nos rechazaste y rompiste nuestras filas;
estabas airado, pero restáuranos. 4Has sacudido y agrietado el país:
repara sus grietas, que se desmorona. 5Hiciste sufrir un desastre a tu pueblo,
dándole a beber un vino de vértigo. 6Diste la señal de desbandada a los que te temen,
haciéndolos huir de los arcos. (Pausa) 7Para que se salven tus predilectos,
que tu mano salvadora nos responda. 8Dios habló en su santuario:
«Triunfante ocuparé Siquén,
parcelaré el valle de Sucot; 9mío es Galaad, mío Manasés,
Efraín es yelmo de mi cabeza,
Judá es mi cetro; 10Moab, una jofaina para lavarme;
sobre Edón echo mi sandalia,
sobre Filistea canto victoria». 11Pero ¿quién me guiará a la plaza fuerte,
quién me conducirá a Edón, 12si tú, oh Dios, nos has rechazado
y no sales ya con nuestras tropas? 13Auxílianos contra el enemigo,
que la ayuda del hombre es inútil. 14Con Dios haremos proezas,
él pisoteará a nuestros enemigos.
SALMO 61 (60)
1Al Director. Con instrumentos de cuerda. De David.
2Escucha, oh Dios, mi clamor,
atiende a mi súplica. 3Te invoco desde el confín de la tierra
con el corazón abatido:
llévame a una roca inaccesible. 4Porque tú eres mi refugio
y mi bastión contra el enemigo. 5Habitaré siempre en tu morada,
refugiado al amparo de tus alas. 6Porque tú, oh Dios, escucharás mis votos
y me darás la heredad de los que temen tu nombre. 7Añade días a los días del rey,
que sus años alcancen varias generaciones; 8reine siempre en presencia de Dios:
tu gracia y tu lealtad le hagan guardia. 9Yo cantaré salmos a tu nombre,
e iré cumpliendo mis votos día tras día.
62 (61)1Al Director. A Yedutún. Salmo de David. 2Solo en Dios descansa mi alma,
porque de él viene mi salvación; 3solo él es mi roca y mi salvación,
mi alcázar: no vacilaré. 4¿Hasta cuándo arremeteréis contra un hombre
todos juntos, para derribarlo
como a una pared que cede
o a una tapia ruinosa? 5Solo piensan en derribarlo de su altura,
y se complacen en la mentira:
con la boca bendicen,
con el corazón maldicen. 6Descansa solo en Dios, alma mía,
porque él es mi esperanza; 7solo él es mi roca y mi salvación,
mi alcázar: no vacilaré. 8De Dios viene mi salvación y mi gloria,
él es mi roca firme, Dios es mi refugio. 9Pueblo suyo, confiad en él,
desahogad ante él vuestro corazón:
Dios es nuestro refugio. (Pausa) 10Los hijos de Adán no son más que un soplo,
todos los hombres, una apariencia:
todos juntos en la balanza subirían
más leves que un soplo. 11No confiéis en la opresión,
no pongáis ilusiones en el robo;
y aunque crezcan vuestras riquezas,
no les deis el corazón. 12Dios ha dicho una cosa,
y he escuchado dos:
«Que Dios tiene el poder 13y el Señor tiene la gracia;
que tú pagas a cada uno
según sus obras».
SALMO 63 (62)
1Salmo de David. Cuando estaba en el desierto de Judá.
2Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua. 3¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria! 4Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios. 5Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote. 6Me saciaré
como de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarán jubilosos. 7En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti, 8porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo. 9Mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene. 10Pero los que intentan quitarme la vida
vayan a lo profundo de la tierra; 11sean pasados a filo de espada,
sirvan de pasto a los chacales. 12Mas el rey se alegrará en Dios,
el que jura por él se felicitará,
cuando tapen la boca a los mentirosos.
SALMO 64 (63)
1Al Director. Salmo de David.
2Escucha, oh Dios, la voz de mi lamento,
protege mi vida del terrible enemigo; 3escóndeme de la conjura de los perversos
y del motín de los malhechores. 4Afilan sus lenguas como espadas
y disparan como flechas palabras venenosas, 5para herir a escondidas al inocente,
para herirlo por sorpresa y sin riesgo. 6Se animan al delito,
calculan cómo esconder trampas,
y dicen: «¿Quién lo descubrirá?». 7Inventan maldades y llevan a cabo sus proyectos criminales:
su mente y su corazón son un abismo. 8Pero Dios los acribilla a flechazos,
por sorpresa los cubre de heridas; 9su misma lengua los lleva a la ruina,
y los que los ven menean la cabeza. 10Todo el mundo se atemoriza,
proclama la obra de Dios
y medita sus acciones. 11El justo se alegra con el Señor,
se refugia en él,
y se felicitan los rectos de corazón.
SALMO 65 (64)
1Al Director. Salmo de David. Cántico.
2Oh Dios, tú mereces un himno en Sión,
y a ti se te cumplen los votos en Jerusalén, 3porque tú escuchas las súplicas.
A ti acude todo mortal 4a causa de sus culpas;
nuestros delitos nos abruman,
pero tú los perdonas. 5Dichoso el que tú eliges y acercas
para que viva en tus atrios:
que nos saciemos de los bienes de tu casa,
de los dones sagrados de tu templo. 6Con portentos de justicia nos respondes,
Dios, salvador nuestro;
tú, esperanza del confín de la tierra
y del océano remoto. 7Tú que afianzas los montes con tu fuerza,
ceñido de poder; 8tú que reprimes el estruendo del mar,
el estruendo de las olas
y el tumulto de los pueblos. 9Los habitantes del extremo del orbe
se sobrecogen ante tus signos,
y las puertas de la aurora y del ocaso
las llenas de júbilo. 10Tú cuidas la tierra, la riegas
y la enriqueces sin medida;
la acequia de Dios va llena de agua,
preparas los trigales;
así preparas la tierra. 11Riegas los surcos,
igualas los terrones,
tu llovizna los deja mullidos,
bendices sus brotes. 12Coronas el año con tus bienes,
tus carriles rezuman abundancia; 13rezuman los pastos del páramo,
y las colinas se orlan de alegría; 14las praderas se cubren de rebaños,
y los valles se visten de mieses,
que aclaman y cantan.
SALMO 66 (65)
1Al Director. Cántico. Salmo. Aclamad al Señor, tierra entera;
2tocad en honor de su nombre,
cantad himnos a su gloria. 3Decid a Dios: «¡Qué temibles son tus obras,
por tu inmenso poder tus enemigos te adulan!». 4Que se postre ante ti la tierra entera,
que toquen en tu honor,
que toquen para tu nombre. (Pausa) 5Venid a ver las obras de Dios,
sus temibles proezas en favor de los hombres: 6transformó el mar en tierra firme,
a pie atravesaron el río.
Alegrémonos en él. 7Con su poder gobierna eternamente;
sus ojos vigilan a los pueblos,
para que no se subleven los rebeldes. (Pausa) 8Bendecid, pueblos, a nuestro Dios;
haced resonar sus alabanzas, 9porque él nos ha devuelto la vida
y no dejó que tropezaran nuestros pies. 10Oh Dios, nos pusiste a prueba, 11nos empujaste a la trampa,
nos echaste a cuestas un fardo: 12sobre nuestro cuello cabalgaban los mortales;
pasamos por fuego y por agua,
pero nos has dado respiro. 13Entraré en tu casa con víctimas
para cumplirte mis votos: 14los que pronunciaron mis labios
y prometió mi boca en el peligro. 15Te ofreceré víctimas cebadas;
con el perfume de los carneros,
inmolaré bueyes y cabras. (Pausa) 16Los que teméis a Dios, venid a escuchar,
os contaré lo que ha hecho conmigo: 17a él gritó mi boca
y lo ensalzó mi lengua. 18Si hubiera tenido yo mala intención,
el Señor no me habría escuchado; 19pero Dios me escuchó,
y atendió a mi voz suplicante. 20Bendito sea Dios, que no rechazó mi súplica
ni me retiró su favor.
SALMO 67 (66)
1Al Director. Para instrumentos de cuerda. Salmo. Cántico.
2Que Dios tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros; (Pausa) 3conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación. 4Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben. 5Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia
y gobiernas las naciones de la tierra. (Pausa) 6Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben. 7La tierra ha dado su fruto,
nos bendice el Señor, nuestro Dios. 8Que Dios nos bendiga; que le teman
todos los confines de la tierra.
SALMO 68 (67)
1Al Director. Salmo de David. Cántico.
2Se levanta Dios, y se dispersan sus enemigos,
huyen de su presencia los que lo odian; 3como el humo se disipa, se disipan ellos;
como se derrite la cera ante el fuego,
así perecen los impíos ante Dios. 4En cambio, los justos se alegran,
gozan en la presencia de Dios,
rebosando de alegría. 5Cantad a Dios, tocad a su nombre,
alfombrad el camino del que avanza sobre las nubes;
su nombre es el Señor: alegraos en su presencia. 6Padre de huérfanos, protector de viudas,
Dios vive en su santa morada. 7Dios prepara casa a los desvalidos,
libera a los cautivos y los enriquece;
solo los rebeldes se quedan en la tierra abrasada. 8Oh Dios, cuando salías al frente de tu pueblo
y avanzabas por el desierto, (Pausa) 9la tierra tembló, el cielo destiló
ante Dios, el Dios del Sinaí;
ante Dios, el Dios de Israel. 10Derramaste en tu heredad, oh Dios, una lluvia copiosa,
aliviaste la tierra extenuada; 11y tu rebaño habitó en la tierra
que tu bondad, oh Dios,
preparó para los pobres. 12El Señor pronuncia un oráculo,
millares de doncellas pregonan la alegre noticia: 13«Los reyes, los ejércitos van huyendo, van huyendo;
las mujeres de la casa reparten el botín. 14Mientras reposabais en los apriscos,
las palomas batieron sus alas de plata,
el oro destellaba en sus plumas. 15Mientras el Todopoderoso dispersaba a los reyes,
la nieve bajaba sobre el monte Selmón». 16Las montañas de Basán son altísimas,
las montañas de Basán son escarpadas; 17montañas escarpadas, ¿por qué tenéis envidia
del monte escogido por Dios para habitar,
morada perpetua del Señor? 18Los carros de Dios son miles y miles:
Dios marcha del Sinaí al santuario. 19Subiste a la cumbre llevando cautivos,
te dieron tributo de hombres,
para que también los rebeldes
habitasen con el Señor Dios 20Bendito el Señor cada día, (Pausa)
Dios lleva nuestras cargas, es nuestra salvación. 21Nuestro Dios es un Dios que salva,
el Señor Dios nos hace escapar de la muerte. 22Dios aplasta las cabezas de sus enemigos,
los cráneos de los malvados contumaces. 23Dice el Señor: «Los traeré desde Basán,
los traeré desde el fondo del mar; 24teñirás tus pies en la sangre del enemigo
y los perros la lamerán con sus lenguas». 25Aparece tu cortejo, oh Dios,
el cortejo de mi Dios, de mi Rey, hacia el santuario. 26Al frente, marchan los cantores;
los últimos, los tocadores de arpa;
en medio, las muchachas van tocando panderos. 27«En vuestras asambleas, bendecid a Dios,
al Señor, estirpe de Israel». 28Va delante Benjamín, el más pequeño;
los príncipes de Judá con sus tropeles;
los príncipes de Zabulón,
los príncipes de Neftalí. 29Oh Dios, despliega tu poder,
tu poder, oh Dios, que actúa en favor nuestro. 30A tu templo de Jerusalén
traigan los reyes su tributo. 31Reprime a la fiera del cañaveral,
al tropel de los toros,
a los novillos de los pueblos.
Que se te rindan con lingotes de plata:
dispersa las naciones belicosas. 32Lleguen los magnates de Egipto,
Etiopía extienda sus manos a Dios. 33Reyes de la tierra, cantad a Dios,
tocad para el Señor,
tocad para Dios, (Pausa) 34que avanza por los cielos,
los cielos antiquísimos;
que lanza su voz,
su voz poderosa. 35«Reconoced el poder de Dios».
Sobre Israel resplandece su majestad,
y su poder sobre las nubes. 36Desde el santuario, Dios impone reverencia:
es el Dios de Israel
quien da fuerza y poder a su pueblo.
¡Dios sea bendito!
SALMO 69 (68)
1Al Director. Sobre «Los lirios». De David.
2Dios mío, sálvame,
que me llega el agua al cuello: 3me estoy hundiendo en un cieno profundo
y no puedo hacer pie;
he entrado en la hondura del agua,
me arrastra la corriente. 4Estoy agotado de gritar,
tengo ronca la garganta;
se me nublan los ojos
de tanto aguardar a mi Dios. 5Más que los pelos de mi cabeza
son los que me odian sin razón;
numerosos los que me atacan injustamente.
¿Es que voy a devolver lo que no he robado? 6Dios mío, tú conoces mi ignorancia,
no se te ocultan mis delitos. 7Que por mi causa no queden defraudados
los que esperan en ti, Señor,
Señor del universo.
Que por mi causa no se avergüencen
los que te buscan, Dios de Israel. 8Por ti he aguantado afrentas,
la vergüenza cubrió mi rostro. 9Soy un extraño para mis hermanos,
un extranjero para los hijos de mi madre. 10Porque me devora el celo de tu templo,
y las afrentas con que te afrentan caen sobre mí. 11Cuando me aflijo con ayunos,
se burlan de mí. 12Cuando me visto de saco,
se ríen de mí; 13sentados a la puerta, cuchichean;
mientras beben vino me sacan coplas. 14Pero mi oración se dirige a ti,
Señor, el día de tu favor;
que me escuche tu gran bondad,
que tu fidelidad me ayude: 15arráncame del cieno, que no me hunda;
líbrame de los que me aborrecen,
y de las aguas sin fondo. 16Que no me arrastre la corriente,
que no me trague el torbellino,
que no se cierre la poza sobre mí. 17Respóndeme, Señor, con la bondad de tu gracia;
por tu gran compasión, vuélvete hacia mí; 18no escondas tu rostro a tu siervo:
estoy en peligro, respóndeme enseguida. 19Acércate a mí, rescátame,
líbrame de mis enemigos. 20Estás viendo mi afrenta,
mi vergüenza y mi deshonra;
a tu vista están los que me acosan. 21La afrenta me destroza el corazón, y desfallezco.
Espero compasión, y no la hay;
consoladores, y no los encuentro. 22En mi comida me echaron hiel,
para mi sed me dieron vinagre. 23Que su mesa se torne una trampa,
un castigo y un lazo. 24Que se nublen sus ojos y no vean,
y sus lomos flaqueen sin cesar. 25Descarga sobre ellos tu furor,
que el incendio de tu ira los alcance. 26Que su campamento quede desierto
y nadie habite en sus tiendas. 27Porque acosan al que tú heriste
y aumentan el dolor del que tú golpeaste. 28Añade culpa a sus culpas
y no accedan a tu justicia. 29Sean borrados del libro de los vivos,
y no sean inscritos con los justos. 30Yo soy un pobre malherido;
Dios mío, tu salvación me levante. 31Alabaré el nombre de Dios con cantos,
proclamaré su grandeza con acción de gracias; 32le agradará a Dios más que un toro,
más que un novillo con cuernos y pezuñas. 33Miradlo, los humildes, y alegraos;
buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón. 34Que el Señor escucha a sus pobres,
no desprecia a sus cautivos. 35Alábenlo el cielo y la tierra,
las aguas y cuanto bulle en ellas. 36Dios salvará a Sión,
reconstruirá las ciudades de Judá,
y las habitarán en posesión. 37La estirpe de sus siervos la heredará,
los que aman su nombre vivirán en ella
SALMO 70 (69)
1Al Director. De David.
En conmemoración.
2Dios mío, ven en mi auxilio;
Señor, date prisa en socorrerme. 3Sufran una derrota ignominiosa
los que me persiguen a muerte;
vuelvan la espalda afrentados
los que traman mi daño. 4Retírense avergonzados
los que se ríen de mí. 5Alégrense y gocen contigo
todos los que te buscan;
y digan siempre: «Dios es grande»,
los que desean tu salvación. 6Yo soy pobre y desgraciado:
oh Dios, socórreme,
que tú eres mi auxilio y mi liberación.
¡Señor, no tardes!
SALMO 71 (70)
1A ti, Señor, me acojo:
no quede yo derrotado para siempre. 2Tú que eres justo, líbrame y ponme a salvo,
inclina a mí tu oído y sálvame. 3Sé tú mi roca de refugio,
el alcázar donde me salve,
porque mi peña y mi alcázar eres tú. 4Dios mío, líbrame de la mano perversa,
del puño criminal y violento. 5Porque tú, Señor, fuiste mi esperanza
y mi confianza, Señor, desde mi juventud. 6En el vientre materno ya me apoyaba en ti,
en el seno tú me sostenías,
siempre he confiado en ti. 7Muchos me miraban como a un milagro,
porque tú eres mi fuerte refugio. 8Llena estaba mi boca de tu alabanza
y de tu gloria todo el día. 9No me rechaces ahora en la vejez;
me van faltando las fuerzas, no me abandones. 10Porque mis enemigos hablan de mí,
los que acechan mi vida celebran consejo; 11dicen: «Dios lo ha abandonado;
perseguidlo, agarradlo,
que nadie lo defiende». 12Dios mío, no te quedes a distancia;
Dios mío, ven aprisa a socorrerme. 13Que fracasen y se pierdan
los que atentan contra mi vida,
queden cubiertos de oprobio y vergüenza
los que buscan mi daño. 14Yo, en cambio, seguiré esperando,
redoblaré tus alabanzas; 15mi boca contará tu justicia,
y todo el día tu salvación,
aunque no sepa contarla. 16Contaré tus proezas, Señor mío;
narraré tu justicia, tuya entera. 17Dios mío, me instruiste desde mi juventud,
y hasta hoy relato tus maravillas; 18ahora, en la vejez y las canas,
no me abandones, Dios mío,
hasta que describa tu poder,
tus hazañas a la nueva generación. 19Tu justicia, oh Dios, es excelsa,
porque tú hiciste maravillas:
Dios mío, ¿quién como tú? 20Me hiciste pasar por peligros,
muchos y graves:
de nuevo me darás la vida,
me harás subir de lo hondo de la tierra; 21acrecerás mi dignidad,
de nuevo me consolarás. 22Y yo te daré gracias, Dios mío,
con el arpa, por tu lealtad;
tocaré para ti la cítara,
Santo de Israel; 23te aclamarán mis labios, Señor;
mi alma, que tú redimiste; 24y mi lengua todo el día
recitará tu justicia,
porque quedaron derrotados y afrentados
los que buscaban mi daño.
72 (71)1De Salomón. Dios mío, confía tu juicio al rey,
tu justicia al hijo de reyes, 2para que rija a tu pueblo con justicia,
a tus humildes con rectitud. 3Que los montes traigan paz,
y los collados justicia; 4defienda a los humildes del pueblo,
socorra a los hijos del pobre
y quebrante al explotador. 5Dure tanto como el sol,
como la luna, de edad en edad. 6Baje como lluvia sobre el césped,
como llovizna que empapa la tierra. 7En sus días florezca la justicia
y la paz hasta que falte la luna; 8domine de mar a mar,
del Gran Río al confín de la tierra. 9En su presencia se inclinen las tribus del desierto;
sus enemigos muerdan el polvo; 10los reyes de Tarsis y de las islas
le paguen tributo.
Los reyes de Saba y de Arabia
le ofrezcan sus dones; 11póstrense ante él todos los reyes,
y sírvanle todos los pueblos. 12Él librará al pobre que clamaba,
al afligido que no tenía protector; 13él se apiadará del pobre y del indigente,
y salvará la vida de los pobres; 14él rescatará sus vidas de la violencia,
su sangre será preciosa a sus ojos. 15Que viva y le traigan el oro de Arabia,
recen por él continuamente
y lo bendigan todo el día. 16Y habrá trigo abundante en los campos,
y ondeará en lo alto de los montes;
darán fruto como el Líbano,
y brotarán las espigas como hierba del campo. 17Que su nombre sea eterno,
y su fama dure como el sol;
él sea la bendición de todos los pueblos,
y lo proclamen dichoso todas las razas de la tierra. 18Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
el único que hace maravillas; 19bendito por siempre su nombre glorioso;
que su gloria llene la tierra.
¡Amén, amén! 20(Fin de las oraciones de David, el hijo de Jesé)
SALMO 73 (72)
1Salmo de Asaf. ¡Qué bueno es Dios para el justo,
Dios para los limpios de corazón!
2Pero yo por poco doy un mal paso,
casi resbalaron mis pisadas: 3porque envidiaba a los perversos,
viendo prosperar a los malvados. 4Para ellos no hay sinsabores,
están sanos y orondos; 5no pasan las fatigas humanas,
ni sufren como los demás. 6Por eso su collar es el orgullo,
y los cubre un vestido de violencia; 7de las carnes les rezuma la maldad,
el corazón les rebosa de malas ideas. 8Insultan y hablan mal,
y desde lo alto amenazan con la opresión. 9Su boca se atreve con el cielo.
Y su lengua recorre la tierra. 10Por eso se sientan en lo alto
y las aguas no los alcanzan. 11Ellos dicen: «¿Es que Dios lo va a saber,
se va a enterar el Altísimo?». 12Así son los malvados:
siempre seguros, acumulan riquezas. 13Y dije: ¿para qué he limpiado yo mi corazón
y he lavado en la inocencia mis manos? 14¿Para qué aguanto yo todo el día
y me corrijo cada mañana? 15Si yo dijera: «Voy a hablar con ellos»,
renegaría de la estirpe de tus hijos. 16Meditaba yo para entenderlo,
porque me resultaba muy difícil. 17Hasta que entré en el santuario de Dios,
y comprendí el destino de ellos. 18Es verdad: los pones en el resbaladero,
los precipitas en la ruina. 19En un momento causan horror,
y acaban consumidos de espanto. 20Como un sueño al despertar, Señor,
al despertarte desprecias sus sombras. 21Cuando mi corazón se agriaba
y me punzaba mi interior, 22yo era un necio y un ignorante,
yo era un animal ante ti. 23Pero yo siempre estaré contigo,
tú agarrarás mi mano derecha; 24me guías según tus planes,
y después me recibirás en la gloria. 25¿No te tengo a ti en el cielo?
Y contigo, ¿qué me importa la tierra? 26Se consumen mi corazón y mi carne;
pero Dios es la roca de mi corazón y mi lote perpetuo. 27Sí: los que se alejan de ti se pierden;
tú destruyes a los que te son infieles. 28Para mí lo bueno es estar junto a Dios,
hacer del Señor Dios mi refugio,
y contar todas tus acciones
en las puertas de Sión.
SALMO 74 (73)
1Poema de Asaf ¿Por qué, oh Dios, nos rechazas para siempre
y está ardiendo tu cólera contra las ovejas de tu rebaño?
2Acuérdate de la comunidad que adquiriste desde antiguo,
de la tribu que rescataste para posesión tuya,
del monte Sión donde pusiste tu morada. 3Dirige tus pasos a estas ruinas sin remedio;
el enemigo ha arrasado del todo el santuario. 4Rugían los agresores en medio de tu asamblea,
levantaron sus propios estandartes. 5Como quien se abre paso
entre la espesa arboleda, 6todos juntos derribaron sus puertas,
las abatieron con hachas y mazas. 7Prendieron fuego a tu santuario,
derribaron y profanaron
la morada de tu nombre. 8Pensaban: «Acabaremos con ellos»,
e incendiaron los templos de Dios en el país. 9Ya no vemos nuestros signos,
ni hay profeta:
nadie entre nosotros sabe hasta cuándo. 10¿Hasta cuándo, oh Dios, nos va a afrentar el enemigo?
¿No cesará de despreciar tu nombre el adversario? 11¿Por qué retraes tu mano izquierda
y tienes tu derecha escondida en el pecho? 12Pero tú, Dios mío, eres rey desde siempre,
tú ganaste la victoria en medio de la tierra. 13Tú hendiste con fuerza el mar,
rompiste las cabezas del dragón marino; 14tú aplastaste las cabezas del Leviatán,
se lo echaste en pasto a las bestias del mar; 15tú alumbraste manantiales y torrentes,
tú secaste ríos inagotables. 16Tuyo es el día, tuya la noche,
tú colocaste la luna y el sol; 17tú plantaste los linderos del orbe,
tú formaste el verano y el invierno. 18Tenlo en cuenta, Señor, que el enemigo te ultraja,
que un pueblo insensato desprecia tu nombre; 19no entregues a los buitres la vida de tu tórtola,
ni olvides sin remedio la vida de los pobres. 20Piensa en tu alianza: que los rincones del país
están llenos de violencias. 21Que el humilde no se marche defraudado,
que pobres y afligidos alaben tu nombre. 22Levántate, oh Dios, defiende tu causa:
recuerda los ultrajes continuos del insensato; 23no olvides las voces de tus enemigos,
el tumulto creciente de los rebeldes contra ti.
SALMO 75 (74)
1Al Director. «No destruyas». Salmo de Asaf. Cántico.
2Te damos gracias, oh Dios, te damos gracias,
invocando tu nombre, contando tus maravillas. 3«Cuando elija la ocasión,
yo juzgaré rectamente. 4Aunque tiemble la tierra con sus habitantes,
yo he afianzado sus columnas». (Pausa) 5Digo a los jactanciosos: «No os jactéis»;
a los malvados: «No alcéis la testuz, 6no alcéis la testuz contra el cielo»,
no digáis insolencias contra la Roca. 7Ni del oriente ni del occidente,
ni del desierto ni de los montes, 8solo Dios gobierna:
a uno humilla, a otro ensalza. 9El Señor tiene una copa en la mano,
un vaso lleno de vino drogado:
lo da a beber hasta las heces
a todos los malvados de la tierra. 10Pero yo siempre proclamaré su grandeza,
y tañeré para el Dios de Jacob: 11derribaré el poder de los malvados,
y se alzará el poder del justo.
SALMO 76 (75)
1Al Director. Para instrumentos de cuerda. Salmo de Asaf. Cántico.
2Dios se manifiesta en Judá,
su fama es grande en Israel; 3su tabernáculo está en Salén,
su morada en Sión: 4allí quebró los relámpagos del arco,
el escudo, la espada y la guerra. (Pausa) 5Tú eres deslumbrante, magnífico,
con montones de botín conquistados. 6Fueron despojados los valientes que dormían su sueño,
y a los guerreros no les responden sus brazos. 7Con un bramido, oh Dios de Jacob,
inmovilizaste carros y caballos. 8Tú eres terrible: ¿quién resiste frente a ti
al ímpetu de tu ira? 9Desde el cielo proclamas la sentencia:
la tierra teme sobrecogida 10cuando Dios se pone en pie para juzgar,
para salvar a los humildes de la tierra. (Pausa) 11La cólera humana tendrá que alabarte,
los que sobrevivan al castigo harán fiesta en tu honor. 12Haced votos al Señor y cumplidlos,
y traigan los vasallos tributo al Temible: 13él deja sin aliento a los príncipes,
y es temible para los reyes del orbe.
SALMO 77 (76)
1Al Director. A Yedutún. Salmo de Asaf.
2Alzo mi voz a Dios gritando,
alzo mi voz a Dios para que me oiga. 3En mi angustia busco a Dios;
de noche extiendo las manos sin descanso,
y mi alma rehúsa el consuelo. 4Cuando me acuerdo de Dios, gimo,
y meditando me siento desfallecer. (Pausa) 5Sujetas los párpados de mis ojos,
y la agitación no me deja hablar. 6Repaso los días antiguos,
recuerdo los años remotos; 7de noche lo pienso en mis adentros,
y meditándolo me pregunto: 8«¿Es que el Señor nos rechaza para siempre
y ya no volverá a favorecernos? 9¿Se ha agotado ya su misericordia,
se ha terminado para siempre su promesa? 10¿Es que Dios se ha olvidado de su bondad,
o la cólera cierra sus entrañas?». (Pausa) 11Y me digo: «¡Qué pena la mía!
¡Se ha cambiado la diestra del Altísimo!». 12Recuerdo las proezas del Señor;
sí, recuerdo tus antiguos portentos, 13medito todas tus obras
y considero tus hazañas. 14Dios mío, tus caminos son santos:
¿Qué dios es grande como nuestro Dios? 15Tú, oh Dios, haciendo maravillas,
mostraste tu poder a los pueblos; 16con tu brazo rescataste a tu pueblo,
a los hijos de Jacob y de José. (Pausa) 17Te vio el mar, oh Dios,
te vio el mar y tembló,
los abismos se estremecieron. 18Las nubes descargaban sus aguas,
retumbaban los nubarrones,
tus saetas zigzagueaban. 19Rodaba el estruendo de tu trueno,
los relámpagos deslumbraban el orbe,
la tierra retembló estremecida. 20Tú te abriste camino por las aguas,
un vado por las aguas caudalosas,
y no quedaba rastro de tus huellas. 21Mientras guiabas a tu pueblo, como a un rebaño,
por la mano de Moisés y de Aarón.
SALMO 78 (77)
1Poema de Asaf. Escucha, pueblo mío, mi enseñanza;
inclina el oído a las palabras de mi boca: 2que voy a abrir mi boca a las sentencias,
para que broten los enigmas del pasado. 3Lo que oímos y aprendimos,
lo que nuestros padres nos contaron, 4no lo ocultaremos a sus hijos,
lo contaremos a la futura generación:
las alabanzas del Señor, su poder,
las maravillas que realizó; 5porque él estableció una norma para Jacob,
dio una ley a Israel.
Él mandó a nuestros padres
que lo enseñaran a sus hijos, 6para que lo supiera la generación siguiente,
los hijos que nacieran después.
Que surjan y lo cuenten a sus hijos, 7para que pongan en Dios su confianza
y no olviden las acciones de Dios,
sino que guarden sus mandamientos; 8para que no imiten a sus padres,
generación rebelde y pertinaz;
generación de corazón inconstante,
de espíritu infiel a Dios. 9Los arqueros de la tribu de Efraín
volvieron la espalda en la batalla. 10No guardaron la alianza de Dios,
se negaron a seguir su ley, 11echando en olvido sus acciones,
las maravillas que les había mostrado, 12cuando hizo portentos a vista de sus padres,
en la tierra de Egipto, en el campo de Soán. 13Hendió el mar para darles paso,
sujetando las aguas como muros; 14los guiaba de día con una nube,
de noche con el resplandor del fuego. 15Hendió la roca en el desierto,
y les dio a beber raudales de agua; 16sacó arroyos de la peña,
hizo correr las aguas como ríos. 17Pero ellos volvieron a pecar contra él,
y en el desierto se rebelaron contra el Altísimo: 18tentaron a Dios en sus corazones,
pidiendo una comida a su gusto; 19hablaron contra Dios: «¿Podrá Dios
preparar una mesa en el desierto? 20Él hirió la roca, brotó agua
y desbordaron los torrentes;
pero ¿podrá también darnos pan,
proveer de carne a su pueblo?». 21Lo oyó el Señor, y se indignó;
un fuego se encendió contra Jacob,
hervía su cólera contra Israel, 22porque no tenían fe en Dios
ni confiaban en su auxilio. 23Pero dio orden a las altas nubes,
abrió las compuertas del cielo: 24hizo llover sobre ellos maná,
les dio pan del cielo; 25y el hombre comió pan de ángeles,
les mandó provisiones hasta la hartura. 26Hizo soplar desde el cielo el levante,
y dirigió con su fuerza el viento sur; 27hizo llover carne como una polvareda,
y volátiles como arena del mar; 28los hizo caer en mitad del campamento,
alrededor de sus tiendas. 29Ellos comieron y se hartaron,
así satisfizo su avidez; 30pero, con la avidez recién saciada,
con la comida aún en la boca, 31la ira de Dios hirvió contra ellos:
mató a los más robustos,
doblegó a la flor de Israel. 32Y, con todo, volvieron a pecar,
y no dieron fe a sus milagros: 33entonces consumió sus días en un soplo,
sus años en un momento. 34Y, cuando los hacía morir, lo buscaban,
y madrugaban para volverse hacia Dios; 35se acordaban de que Dios era su roca,
el Dios altísimo su redentor. 36Lo adulaban con sus bocas,
pero sus lenguas mentían: 37su corazón no era sincero con él,
ni eran fieles a su alianza. 38Él, en cambio, sentía lástima,
perdonaba la culpa y no los destruía:
una y otra vez reprimió su cólera,
y no despertaba todo su furor, 39acordándose de que eran de carne,
un aliento fugaz que no torna. 40¡Qué rebeldes fueron en el desierto
enojando a Dios en la estepa! 41Volvían a tentar a Dios,
a irritar al Santo de Israel, 42sin acordarse de aquella mano
que un día los rescató de la opresión. 43Cuando hizo prodigios en Egipto,
portentos en el campo de Soán. 44Cuando convirtió en sangre los canales
y los arroyos para que no bebieran; 45cuando les mandó tábanos que los picasen
y ranas que los hostigasen; 46cuando entregó a la langosta sus cosechas
y al saltamontes el fruto de sus sudores; 47cuando aplastó con granizo sus viñedos,
y con escarcha sus higueras; 48cuando entregó sus ganados al pedrisco,
y al rayo sus rebaños. 49Cuando lanzó contra ellos el incendio de su ira,
su cólera, su furor, su indignación,
enviándolos como siniestros mensajeros. 50Dio curso libre a su ira:
no los salvó de la muerte,
entregó sus vidas a la peste; 51cuando hirió a los primogénitos en Egipto,
a las primicias de la virilidad en las tiendas de Cam. 52Sacó como un rebaño a su pueblo,
los guio como un hato por el desierto, 53los condujo seguros, sin alarmas,
mientras el mar cubría a sus enemigos. 54Los hizo entrar por las santas fronteras,
hasta el monte que su diestra había adquirido; 55ante ellos rechazó a las naciones,
les asignó por suerte su heredad:
instaló en sus tiendas a las tribus de Israel. 56Pero ellos tentaron al Dios altísimo y se rebelaron,
negándose a guardar sus preceptos; 57desertaron y traicionaron como sus padres,
fallaron como un arco engañoso; 58con sus altozanos lo irritaban,
con sus ídolos provocaban sus celos. 59Dios lo oyó y se indignó
y rechazó totalmente a Israel; 60abandonó su morada de Siló,
la tienda en que habitaba con los hombres; 61abandonó sus valientes al cautiverio,
su orgullo a las manos enemigas; 62entregó su pueblo a la espada,
encolerizado contra su heredad; 63el fuego devoraba a los jóvenes,
y sus doncellas no llegaron a casarse; 64los sacerdotes caían a espada,
y sus viudas no los lloraban. 65Pero el Señor se despertó como de un sueño,
como un soldado vencido por el vino: 66hirió al enemigo en la espalda
infligiéndole una derrota perdurable. 67Repudió las tiendas de José,
no escogió la tribu de Efraín; 68escogió la tribu de Judá
y el monte Sión, su preferido. 69Construyó su santuario como el cielo,
como la tierra, que cimentó para siempre. 70Escogió a David, su siervo,
lo sacó de los apriscos del rebaño; 71de andar tras las ovejas, lo llevó
a pastorear a su pueblo, Jacob;
a Israel, su heredad. 72Los pastoreó con corazón íntegro,
los guiaba con mano inteligente.
SALMO 79 (78)
1Salmo de Asaf. Dios mío, los gentiles han entrado en tu heredad,
han profanado tu santo templo,
han reducido Jerusalén a ruinas. 2Echaron los cadáveres de tus siervos
en pasto a las aves del cielo,
y la carne de tus fieles a las fieras de la tierra. 3Derramaron su sangre como agua
en torno a Jerusalén,
y nadie la enterraba. 4Fuimos el escarnio de nuestros vecinos,
la irrisión y la burla de los que nos rodean. 5¿Hasta cuándo, Señor?
¿Vas a estar siempre enojado?
¿Arderá como fuego tu cólera? 6Derrama tu furor sobre los gentiles que no te reconocen
y sobre los reinos que no invocan tu nombre, 7porque han devorado a Jacob
y han asolado su mansión. 8No recuerdes contra nosotros las culpas de nuestros padres;
que tu compasión nos alcance pronto,
pues estamos agotados. 9Socórrenos, Dios, Salvador nuestro,
por el honor de tu nombre;
líbranos y perdona nuestros pecados
a causa de tu nombre. 10¿Por qué han de decir los gentiles:
«Dónde está su Dios»?
Que a nuestra vista conozcan los gentiles la venganza
de la sangre de tus siervos derramada. 11Llegue a tu presencia el gemido del cautivo:
con tu brazo poderoso, salva a los condenados a muerte. 12¡Devuelve siete veces más a nuestros vecinos
la afrenta con que te afrentaron, Señor! 13Mientras, nosotros, pueblo tuyo, ovejas de tu rebaño,
te daremos gracias siempre,
cantaremos tus alabanzas de generación en generación.
SALMO 80 (79)
1Al Director. «Los lirios del testimonio». Salmo de Asaf.
2Pastor de Israel, escucha,
tú que guías a José como a un rebaño;
tú que te sientas sobre querubines, resplandece 3ante Efraín, Benjamín y Manasés;
despierta tu poder y ven a salvarnos. 4Oh Dios, restáuranos,
que brille tu rostro y nos salve. 5Señor, Dios del universo,
¿hasta cuándo estarás airado
mientras tu pueblo te suplica? 6Les diste a comer llanto,
a beber lágrimas a tragos; 7nos entregaste a las contiendas de nuestros vecinos,
nuestros enemigos se burlan de nosotros. 8Dios del universo, restáuranos,
que brille tu rostro y nos salve. 9Sacaste una vid de Egipto,
expulsaste a los gentiles, y la trasplantaste; 10le preparaste el terreno, y echó raíces
hasta llenar el país; 11su sombra cubría las montañas,
y sus pámpanos, los cedros altísimos; 12extendió sus sarmientos hasta el mar,
y sus brotes hasta el Gran Río. 13¿Por qué has derribado su cerca
para que la saqueen los viandantes, 14la pisoteen los jabalíes
y se la coman las alimañas? 15Dios del universo, vuélvete:
mira desde el cielo, fíjate,
ven a visitar tu viña. 16Cuida la cepa que tu diestra plantó
y al hijo del hombre que tú has fortalecido. 17La han talado y le han prendido fuego;
con un bramido hazlos perecer. 18Que tu mano proteja a tu escogido,
al hombre que tú fortaleciste. 19No nos alejaremos de ti:
danos vida, para que invoquemos tu nombre. 20Señor, Dios del universo, restáuranos,
que brille tu rostro y nos salve.
SALMO 81 (80)
1Al Director. Según la oda de Gat. De Asaf.
2Aclamad a Dios, nuestra fuerza;
dad vítores al Dios de Jacob: 3acompañad, tocad los panderos,
las cítaras templadas y las arpas; 4tocad la trompeta por la luna nueva,
por la luna llena, que es nuestra fiesta. 5Porque es una ley de Israel,
un precepto del Dios de Jacob, 6una norma establecida para José
al salir de Egipto. Oigo un lenguaje desconocido: 7«Retiré sus hombros de la carga,
y sus manos dejaron la espuerta. 8Clamaste en la aflicción, y te libré,
te respondí oculto entre los truenos,
te puse a prueba junto a la fuente de Meribá. (Pausa) 9Escucha, pueblo mío, doy testimonio contra ti;
¡ojalá me escuchases, Israel! 10No tendrás un dios extraño,
no adorarás un dios extranjero; 11yo soy el Señor, Dios tuyo,
que te saqué de la tierra de Egipto;
abre la boca que te la llene». 12Pero mi pueblo no escuchó mi voz,
Israel no quiso obedecer: 13los entregué a su corazón obstinado,
para que anduviesen según sus antojos. 14¡Ojalá me escuchase mi pueblo
y caminase Israel por mi camino!: 15en un momento humillaría a sus enemigos
y volvería mi mano contra sus adversarios. 16Los que aborrecen al Señor lo adularían,
y su suerte quedaría fijada; 17los alimentaría con flor de harina,
los saciaría con miel silvestre.
SALMO 82 (81)
1Salmo de Asaf. Dios se levanta en la asamblea divina;
rodeado de dioses, juzga: 2«¿Hasta cuándo daréis sentencia injusta,
poniéndoos de parte del culpable? (Pausa) 3Proteged al desvalido y al huérfano,
haced justicia al humilde y al necesitado, 4defended al pobre y al indigente,
sacándolos de las manos del culpable». 5Ellos, ignorantes e insensatos, caminan a oscuras,
mientras vacilan los cimientos del orbe. 6Yo declaro: «Aunque seáis dioses,
e hijos del Altísimo todos, 7moriréis como cualquier hombre,
caeréis, príncipes, como uno de tantos». 8Levántate, oh Dios, y juzga la tierra,
porque tú eres el dueño de todos los pueblos.
SALMO 83 (82)
1Cántico. Salmo de Asaf. 2Oh Dios, no estés callado,
no estés mudo e inactivo, oh Dios. 3Mira que tus enemigos se amotinan,
y los que te odian levantan la cabeza. 4Se conjuran contra tu pueblo,
conspiran contra tus protegidos. 5Dicen: «Vamos a borrarla como nación,
que nunca se recuerde el nombre de Israel». 6Así han decidido unánimemente
concertar un pacto contra ti: 7las tiendas de Edón y los ismaelitas,
Moab y los agarenos, 8Guebal, Amón y Amalec,
los filisteos con los habitantes de Tiro; 9también Asur se alió con ellos,
prestando ayuda a los hijos de Lot. (Pausa). 10Trátalos como a Madián, como a Sísara,
como a Yabín en el torrente Quisón: 11fueron exterminados en Endor,
y sirvieron de estiércol para el campo. 12Trata a sus caudillos como a Oreb y Zeeb,
y a sus capitanes como a Zébaj y Salmuná, 13que decían: «Conquistaremos
los campos de Dios». 14Dios mío, conviértelos en vilanos,
en tamo a merced del viento; 15como fuego que quema el bosque,
como llama que abrasa los montes, 16persíguelos así con tu tormenta,
atérralos con tu huracán. 17Cúbreles el rostro de ignominia;
para que busquen tu nombre, Señor. 18¡Avergonzados y aterrados para siempre,
queden humillados y perezcan! 19Y reconozcan que tu nombre es «el Señor»,
que tú solo eres Altísimo sobre toda la tierra.
SALMO 84 (83)
1Al Director. Según la oda de Gat. De los hijos de Coré. Salmo.
2¡Qué deseables son tus moradas,
Señor del universo! 3Mi alma se consume y anhela
los atrios del Señor,
mi corazón y mi carne
retozan por el Dios vivo. 4Hasta el gorrión ha encontrado una casa;
la golondrina, un nido
donde colocar sus polluelos:
tus altares, Señor del universo,
Rey mío y Dios mío. 5Dichosos los que viven en tu casa,
alabándote siempre. (Pausa) 6Dichoso el que encuentra en ti su fuerza
y tiene tus caminos en su corazón. 7Cuando atraviesan áridos valles,
los convierten en oasis,
como si la lluvia temprana los cubriera de bendiciones; 8caminan de baluarte en baluarte
hasta ver al Dios de los dioses en Sión. 9Señor del universo,
escucha mi súplica;
atiéndeme, Dios de Jacob. (Pausa) 10Fíjate, oh Dios, escudo nuestro,
mira el rostro de tu Ungido. 11Vale más un día en tus atrios
que mil en mi casa,
y prefiero el umbral de la casa de Dios
a vivir con los malvados. 12Porque el Señor Dios es sol y escudo,
el Señor da la gracia y la gloria;
y no niega sus bienes
a los de conducta intachable. 13¡Señor del universo, dichoso el hombre
que confía en ti!
SALMO 85 (84)
1Al Director. De los hijos de Coré. Salmo.
2Señor, has sido bueno con tu tierra,
has restaurado la suerte de Jacob, 3has perdonado la culpa de tu pueblo,
has sepultado todos sus pecados, (Pausa) 4has reprimido tu cólera,
has frenado el incendio de tu ira. 5Restáuranos, Dios Salvador nuestro;
cesa en tu rencor contra nosotros. 6¿Vas a estar siempre enojado,
o a prolongar tu ira de edad en edad? 7¿No vas a devolvernos la vida,
para que tu pueblo se alegre contigo? 8Muéstranos, Señor, tu misericordia
y danos tu salvación. 9Voy a escuchar lo que dice el Señor:
«Dios anuncia la paz
a su pueblo y a sus amigos
y a los que se convierten de corazón». 10La salvación está cerca de los que lo temen,
y la gloria habitará en nuestra tierra; 11la misericordia y la fidelidad se encuentran,
la justicia y la paz se besan; 12La fidelidad brota de la tierra,
y la justicia mira desde el cielo. 13El Señor nos dará la lluvia,
y nuestra tierra dará su fruto. 14La justicia marchará ante él,
y sus pasos señalarán el camino.
SALMO 86 (85)
1Oración de David. Inclina tu oído, Señor, escúchame,
que soy un pobre desamparado; 2protege mi vida, que soy un fiel tuyo;
salva, Dios mío, a tu siervo, que confía en ti. 3Piedad de mí, Señor,
que a ti te estoy llamando todo el día; 4alegra el alma de tu siervo,
pues levanto mi alma hacia ti, Señor; 5porque tú, Señor, eres bueno y clemente,
rico en misericordia con los que te invocan. 6Señor, escucha mi oración,
atiende a la voz de mi súplica. 7En el día del peligro te llamo,
y tú me escuchas. 8No tienes igual entre los dioses, Señor,
ni hay obras como las tuyas. 9Todos los pueblos vendrán
a postrarse en tu presencia, Señor;
bendecirán tu nombre: 10«Grande eres tú, y haces maravillas;
tú eres el único Dios». 11Enséñame, Señor, tu camino,
para que siga tu verdad;
mantén mi corazón entero
en el temor de tu nombre. 12Te alabaré de todo corazón, Dios mío;
daré gloria a tu nombre por siempre, 13por tu gran piedad para conmigo,
porque me salvaste del abismo profundo. 14Dios mío, unos soberbios se levantan contra mí,
una banda de insolentes atenta contra mi vida,
sin tenerte en cuenta a ti. 15Pero tú, Señor,
Dios clemente y misericordioso,
lento a la cólera, rico en piedad y leal, 16mírame, ten compasión de mí.
Da fuerza a tu siervo,
salva al hijo de tu esclava. 17Dame una señal propicia,
que la vean mis adversarios y se avergüencen,
porque tú, Señor, me ayudas y consuelas.
SALMO 87 (86)
1De los hijos de Coré. Salmo. Él la ha cimentado sobre el monte santo; 2y el Señor prefiere las puertas de Sión
a todas las moradas de Jacob. 3¡Qué pregón tan glorioso para ti,
ciudad de Dios! (Pausa) 4«Contaré a Egipto y a Babilonia
entre mis fieles;
filisteos, tirios y etíopes
han nacido allí». 5Se dirá de Sión: «Uno por uno,
todos han nacido en ella;
el Altísimo en persona la ha fundado». 6El Señor escribirá en el registro de los pueblos:
«Este ha nacido allí». (Pausa) 7Y cantarán mientras danzan:
«Todas mis fuentes están en ti».
SALMO 88 (87)
1Cántico. Salmo de los hijos de Coré. Al Director. Sobre «La enfermedad». Sobre «La aflicción». Poema del ezrajita Hemán.
2Señor, Dios Salvador mío,
día y noche grito en tu presencia; 3llegue hasta ti mi súplica,
inclina tu oído a mi clamor. 4Porque mi alma está colmada de desdichas,
y mi vida está al borde del abismo; 5ya me cuentan con los que bajan a la fosa,
soy como un inválido. 6Estoy libre, pero camino entre los muertos,
como los caídos que yacen en el sepulcro,
de los cuales ya no guardas memoria,
porque fueron arrancados de tu mano. 7Me has colocado en lo hondo de la fosa,
en las tinieblas y en las sombras de muerte; 8tu cólera pesa sobre mí,
me echas encima todas tus olas. (Pausa) 9Has alejado de mí a mis conocidos,
me has hecho repugnante para ellos:
encerrado, no puedo salir, 10y los ojos se me nublan de pesar.
Todo el día te estoy invocando, Señor,
tendiendo las manos hacia ti. 11¿Harás tú maravillas por los muertos? (Pausa)
¿Se alzarán las sombras para darte gracias? 12¿Se anuncia en el sepulcro tu misericordia,
o tu fidelidad en el reino de la muerte? 13¿Se conocen tus maravillas en la tiniebla,
o tu justicia en el país del olvido? 14Pero yo te pido auxilio, Señor;
por la mañana irá a tu encuentro mi súplica. 15¿Por qué, Señor, me rechazas
y me escondes tu rostro? 16Desde niño fui desgraciado y enfermo,
me doblo bajo el peso de tus terrores, 17pasó sobre mí tu ira,
tus espantos me han consumido: 18me rodean como las aguas todo el día,
me envuelven todos a una; 19alejaste de mí amigos y compañeros:
mi compañía son las tinieblas.
SALMO 89 (88)
1Poema del ezrajita Etán.
2Cantaré eternamente las misericordias del Señor,
anunciaré tu fidelidad por todas las edades. 3Porque dijiste: «La misericordia es un edificio eterno»,
más que el cielo has afianzado tu fidelidad. 4«Sellé una alianza con mi elegido,
jurando a David, mi siervo: 5Te fundaré un linaje perpetuo,
edificaré tu trono para todas las edades». (Pausa) 6El cielo proclama tus maravillas, Señor,
y tu fidelidad en la asamblea de los santos. 7¿Quién sobre las nubes se compara a Dios?
¿Quién como el Señor entre los seres divinos? 8Dios es temible en el consejo de los santos,
es grande y terrible para toda su corte. 9Señor del universo, ¿quién como tú?
El poder y la fidelidad te rodean. 10Tú domeñas la soberbia del mar
y amansas la hinchazón del oleaje; 11tú traspasaste y destrozaste a Rahab,
tu brazo potente desbarató al enemigo. 12Tuyo es el cielo, tuya es la tierra;
tú cimentaste el orbe y cuanto contiene; 13tú has creado el norte y el sur,
el Tabor y el Hermón aclaman tu nombre. 14Tienes un brazo poderoso:
fuerte es tu izquierda y alta tu derecha. 15Justicia y derecho sostienen tu trono,
misericordia y fidelidad te preceden. 16Dichoso el pueblo que sabe aclamarte:
caminará, oh Señor, a la luz de tu rostro; 17tu nombre es su gozo cada día,
tu justicia es su orgullo. 18Porque tú eres su honor y su fuerza,
y con tu favor realzas nuestro poder. 19Porque el Señor es nuestro escudo,
y el Santo de Israel nuestro rey. 20Un día hablaste en visión a tus santos:
«He ceñido la corona a un héroe,
he levantado a un soldado de entre el pueblo. 21Encontré a David, mi siervo,
y lo he ungido con óleo sagrado; 22para que mi mano esté siempre con él
y mi brazo lo haga valeroso. 23No lo engañará el enemigo
ni los malvados lo humillarán. 24Ante él desharé a sus adversarios
y heriré a los que lo odian. 25Mi fidelidad y misericordia lo acompañarán,
por mi nombre crecerá su poder: 26extenderé su izquierda hasta el mar,
y su derecha hasta el Gran Río. 27Él me invocará: “Tú eres mi padre,
mi Dios, mi Roca salvadora”; 28y lo nombraré mi primogénito,
excelso entre los reyes de la tierra. 29Le mantendré eternamente mi favor,
y mi alianza con él será estable. 30Le daré una posteridad perpetua
y un trono duradero como el cielo. 31Si sus hijos abandonan mi ley
y no siguen mis mandamientos, 32si profanan mis preceptos
y no guardan mis mandatos, 33castigaré con la vara sus pecados
y a latigazos sus culpas. 34Pero no les retiraré mi favor, 35no violaré mi alianza
ni cambiaré mis promesas. 36Una vez juré por mi santidad
no faltar a mi palabra con David: 37“Su linaje será perpetuo,
y su trono como el sol en mi presencia, 38se mantendrá siempre como la luna:
testigo fiel en el cielo”». (Pausa) 39Tú, encolerizado con tu Ungido,
lo has rechazado y desechado; 40has roto la alianza con tu siervo
y has profanado hasta el suelo su corona; 41has derribado sus murallas
y derrocado sus fortalezas; 42todo viandante lo saquea,
y es la burla de sus vecinos. 43Has sostenido la diestra de sus enemigos
y has dado el triunfo a sus adversarios; 44pero a él le has embotado la espada
y no lo has confortado en la pelea; 45has puesto fin a su esplendor
y has derribado su trono; 46has acortado los días de su juventud
y lo has cubierto de ignominia. (Pausa) 47¿Hasta cuándo, Señor, estarás escondido
y arderá como un fuego tu cólera? 48Recuerda, Señor, lo corta que es mi vida
y lo caducos que has creado a los humanos. 49¿Quién vivirá sin ver la muerte?
¿Quién sustraerá su vida a la garra del abismo? (Pausa) 50¿Dónde está, Señor, tu antigua misericordia
que por tu fidelidad juraste a David? 51Acuérdate, Señor, de la afrenta de tus siervos:
lo que tengo que aguantar de las naciones, 52de cómo afrentan, Señor, tus enemigos,
de cómo afrentan las huellas de tu Ungido. 53¡Bendito el Señor por siempre!
Amén, amén.
SALMO 90 (89)
1Oración de Moisés, hombre de Dios. Señor, tú has sido nuestro refugio
de generación en generación. 2Antes que naciesen los montes
o fuera engendrado el orbe de la tierra,
desde siempre y por siempre tú eres Dios. 3Tú reduces el hombre a polvo,
diciendo: «Retornad, hijos de Adán». 4Mil años en tu presencia son un ayer que pasó;
una vela nocturna. 5Si tú los retiras
son como un sueño,
como hierba que se renueva: 6que florece y se renueva por la mañana,
y por la tarde la siegan y se seca. 7¡Cómo nos ha consumido tu cólera
y nos ha trastornado tu indignación! 8Pusiste nuestras culpas ante ti,
nuestros secretos ante la luz de tu mirada: 9y todos nuestros días pasaron bajo tu cólera,
y nuestros años se acabaron como un suspiro. 10Aunque uno viva setenta años,
y el más robusto hasta ochenta,
la mayor parte son fatiga inútil,
porque pasan aprisa y vuelan. 11¿Quién conoce la vehemencia de tu ira,
quién ha sentido el peso de tu cólera? 12Enséñanos a calcular nuestros años,
para que adquiramos un corazón sensato. 13Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo?
Ten compasión de tus siervos; 14por la mañana sácianos de tu misericordia,
y toda nuestra vida será alegría y júbilo. 15Danos alegría, por los días en que nos afligiste,
por los años en que sufrimos desdichas. 16Que tus siervos vean tu acción
y sus hijos tu gloria. 17Baje a nosotros la bondad del Señor
y haga prósperas las obras de nuestras manos.
Sí, haga prósperas las obras de nuestras manos.
SALMO 91 (90)
1Tú que habitas al amparo del Altísimo,
que vives a la sombra del Omnipotente, 2di al Señor: «Refugio mío, alcázar mío,
Dios mío, confío en ti». 3Él te librará de la red del cazador,
de la peste funesta. 4Te cubrirá con sus plumas,
bajo sus alas te refugiarás:
su verdad es escudo y armadura. 5No temerás el espanto nocturno,
ni la flecha que vuela de día, 6ni la peste que se desliza en las tinieblas,
ni la epidemia que devasta a mediodía. 7Caerán a tu izquierda mil,
diez mil a tu derecha;
a ti no te alcanzará. 8Nada más mirar con tus ojos,
verás la paga de los malvados, 9porque hiciste del Señor tu refugio,
tomaste al Altísimo por defensa. 10No se acercará la desgracia,
ni la plaga llegará hasta tu tienda, 11porque a sus ángeles ha dado órdenes
para que te guarden en tus caminos. 12Te llevarán en sus palmas,
para que tu pie no tropiece en la piedra; 13caminarás sobre áspides y víboras,
pisotearás leones y dragones. 14«Se puso junto a mí: lo libraré;
lo protegeré porque conoce mi nombre; 15me invocará y lo escucharé.
Con él estaré en la tribulación,
lo defenderé, lo glorificaré, 16lo saciaré de largos días
y le haré ver mi salvación».
SALMO 92 (91)
1Salmo. Cántico. Para el día del sábado.
2Es bueno dar gracias al Señor
y tocar para tu nombre, oh Altísimo; 3proclamar por la mañana tu misericordia
y de noche tu fidelidad, 4con arpas de diez cuerdas y laúdes,
sobre arpegios de cítaras. 5Tus acciones, Señor, son mi alegría,
y mi júbilo, las obras de tus manos. 6¡Qué magníficas son tus obras, Señor,
qué profundos tus designios! 7El ignorante no los entiende
ni el necio se da cuenta. 8Aunque germinen como hierba los malvados
y florezcan los malhechores, serán destruidos para siempre.
9Tú, en cambio, Señor, eres excelso por los siglos. 10Porque tus enemigos, Señor, perecerán,
los malhechores serán dispersados; 11pero a mí me das la fuerza de un búfalo
y me unges con aceite nuevo. 12Mis ojos despreciarán a mis enemigos;
y de los malvados que se levantan contra mí,
mis oídos escucharán desventuras. 13El justo crecerá como una palmera,
se alzará como un cedro del Líbano: 14plantado en la casa del Señor,
crecerá en los atrios de nuestro Dios; 15en la vejez seguirá dando fruto
y estará lozano y frondoso, 16para proclamar que el Señor es justo,
mi Roca, en quien no existe la maldad.
SALMO 93 (92)
1El Señor reina, vestido de majestad;
el Señor, vestido y ceñido de poder:
así está firme el orbe y no vacila. 2Tu trono está firme desde siempre,
y tú eres eterno. 3Levantan los ríos, Señor,
levantan los ríos su voz,
levantan los ríos su fragor; 4pero más que la voz de aguas caudalosas,
más potente que el oleaje del mar,
más potente en el cielo es el Señor. 5Tus mandatos son fieles y seguros;
la santidad es el adorno de tu casa,
Señor, por días sin término.
SALMO 94 (93)
1Dios de la venganza, Señor,
Dios de la venganza, resplandece. 2Levántate, juzga la tierra,
paga su merecido a los soberbios. 3¿Hasta cuándo, Señor, los culpables,
hasta cuando triunfarán los culpables? 4Discursean profiriendo insolencias,
se jactan los malhechores. 5Trituran, Señor, a tu pueblo,
oprimen a tu heredad; 6asesinan a viudas y forasteros,
degüellan a los huérfanos, 7y comentan: «Dios no lo ve,
el Dios de Jacob no se entera». 8Enteraos, los más necios del pueblo,
ignorantes, ¿cuándo discurriréis? 9El que plantó el oído ¿no va a oír?
El que formó el ojo ¿no va a ver? 10El que educa a los pueblos ¿no va a castigar?
El que instruye al hombre ¿no va a saber? 11Sabe el Señor que los pensamientos del hombre
son insustanciales. 12Dichoso el hombre a quien tú educas,
al que enseñas tu ley, 13dándole descanso tras los años duros,
mientras al malvado le cavan la fosa. 14Porque el Señor no rechaza a su pueblo,
ni abandona su heredad: 15el juicio retornará a la justicia,
y la seguirán todos los rectos de corazón. 16¿Quién se pone a mi favor
contra los perversos,
quién se coloca a mi lado
frente a los malhechores? 17Si el Señor no me hubiera auxiliado,
ya estaría yo habitando en el silencio. 18Cuando pensaba que iba a tropezar,
tu misericordia, Señor, me sostenía; 19cuando se multiplican mis preocupaciones,
tus consuelos son mi delicia. 20¿Podrá aliarse contigo un tribunal inicuo
que dicta injusticias en nombre de la ley? 21Aunque atenten contra la vida del justo
y condenen a muerte al inocente, 22el Señor será mi alcázar,
Dios será mi roca de refugio. 23Él les pagará su iniquidad,
los destruirá por sus maldades,
los destruirá el Señor, nuestro Dios.
SALMO 95 (94)
1Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva; 2entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos. 3Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses: 4tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes; 5suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos. 6Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro. 7Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía. Ojalá escuchéis hoy su voz: 8«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto; 9cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras». 10Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó, y dije:
«Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino; 11por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso».
SALMO 96 (95)
1Cantad al Señor un cántico nuevo,
cantad al Señor, toda la tierra; 2cantad al Señor, bendecid su nombre,
proclamad día tras día su victoria. 3Contad a los pueblos su gloria,
sus maravillas a todas las naciones; 4porque es grande el Señor,
y muy digno de alabanza,
más temible que todos los dioses. 5Pues los dioses de los gentiles no son nada,
mientras que el Señor ha hecho el cielo; 6honor y majestad lo preceden,
fuerza y esplendor están en su templo. 7Familias de los pueblos, aclamad al Señor,
aclamad la gloria y el poder del Señor; 8aclamad la gloria del nombre del Señor,
entrad en sus atrios trayéndole ofrendas. 9Postraos ante el Señor en el atrio sagrado,
tiemble en su presencia la tierra toda. 10Decid a los pueblos: «El Señor es rey:
él afianzó el orbe, y no se moverá;
él gobierna a los pueblos rectamente». 11Alégrese el cielo, goce la tierra,
retumbe el mar y cuanto lo llena; 12vitoreen los campos y cuanto hay en ellos,
aclamen los árboles del bosque, 13delante del Señor, que ya llega,
ya llega a regir la tierra:
regirá el orbe con justicia
y los pueblos con fidelidad.
SALMO 97 (96)
1El Señor reina, la tierra goza,
se alegran las islas innumerables. 2Tiniebla y nube lo rodean,
justicia y derecho sostienen su trono. 3Delante de él avanza el fuego,
abrasando en torno a los enemigos; 4sus relámpagos deslumbran el orbe,
y, viéndolos, la tierra se estremece. 5Los montes se derriten como cera ante el Señor,
ante el Señor de toda la tierra; 6los cielos pregonan su justicia,
y todos los pueblos contemplan su gloria. 7Los que adoran estatuas se sonrojan,
los que ponen su orgullo en los ídolos.
Adoradlo todos sus ángeles. 8Lo oye Sión, y se alegra;
se regocijan las ciudades de Judá
por tus sentencias, Señor; 9porque tú eres, Señor,
Altísimo sobre toda la tierra,
encumbrado sobre todos los dioses. 10Odiad el mal los que amáis al Señor:
él protege la vida de sus fieles
y los libra de los malvados. 11Amanece la luz para el justo,
y la alegría para los rectos de corazón. 12Alegraos, justos, con el Señor,
celebrad su santo nombre.
SALMO98 (97)
1Salmo. Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas.
Su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo. 2El Señor da a conocer su salvación,
revela a las naciones su justicia. 3Se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel.
Los confines de la tierra han contemplado
la salvación de nuestro Dios. 4Aclama al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad. 5Tañed la cítara para el Señor,
suenen los instrumentos: 6con clarines y al son de trompetas,
aclamad al Rey y Señor. 7Retumbe el mar y cuanto contiene,
la tierra y cuantos la habitan; 8aplaudan los ríos,
aclamen los montes 9al Señor, que llega
para regir la tierra.
Regirá el orbe con justicia
y los pueblos con rectitud.
SALMO 99 (98)
1El Señor reina, tiemblen las naciones;
sentado sobre querubines, vacile la tierra. 2El Señor es grande en Sión,
encumbrado sobre todos los pueblos. 3Reconozcan tu nombre, grande y terrible:
¡Él es santo! 4El rey poderoso ama la justicia,
tú has establecido la rectitud;
tú administras en Jacob la justicia y el derecho. 5Ensalzad al Señor, Dios nuestro,
postraos ante el estrado de sus pies:
¡Él es santo! 6Moisés y Aarón con sus sacerdotes,
Samuel con los que invocan su nombre,
invocaban al Señor, y él respondía. 7Dios les hablaba desde la columna de nube;
oyeron sus mandatos y la ley que les dio. 8Señor, Dios nuestro, tú les respondías,
tú eras para ellos un Dios de perdón,
un Dios que castiga sus maldades. 9Ensalzad al Señor, Dios nuestro,
postraos ante su monte santo:
¡Santo es el Señor, nuestro Dios!
SALMO 100 (99)
1Salmo; para la acción de gracias. Aclama al Señor, tierra entera, 2servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con vítores. 3Sabed que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño. 4Entrad por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre: 5«El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades».
SALMO 101 (100)
1Salmo de David. Voy a cantar la bondad y la justicia,
para ti es mi música, Señor; 2voy a explicar el camino perfecto:
¿cuándo vendrás a mí? Andaré con rectitud de corazón
dentro de mi casa; 3no pondré mis ojos
en intenciones viles.
Aborrezco al que obra mal,
no se juntará conmigo. 4Lejos de mí el corazón torcido,
no aprobaré al malvado. 5Al que en secreto difama a su prójimo
lo haré callar;
ojos engreídos, corazones arrogantes
no los soportaré. 6Pongo mis ojos en los que son leales,
ellos vivirán conmigo;
el que sigue un camino perfecto,
ese me servirá. 7No habitará en mi casa
el que actúa con soberbia;
el que dice mentiras
no durará en mi presencia. 8Cada mañana haré callar
a los hombres malvados,
para excluir de la ciudad del Señor
a todos los malhechores.
SALMO 102 (101)
1Oración de un afligido que, en su congoja, desahoga su pena ante el Señor. 2Señor, escucha mi oración,
que mi grito llegue hasta ti; 3no me escondas tu rostro
el día de la desgracia.
Inclina tu oído hacia mí;
cuando te invoco,
escúchame enseguida. 4Que mis días se desvanecen como humo,
mis huesos queman como brasas; 5mi corazón está agostado como hierba,
me olvido de comer mi pan; 6con la violencia de mis quejidos,
se me pega la piel a los huesos. 7Estoy como lechuza en la estepa,
como búho entre ruinas; 8estoy desvelado, gimiendo,
como pájaro sin pareja en el tejado. 9Mis enemigos me insultan sin descanso;
furiosos contra mí, me maldicen. 10En vez de pan, como ceniza,
mezclo mi bebida con llanto, 11por tu cólera y tu indignación,
porque me alzaste en vilo y me tiraste; 12mis días son una sombra que se alarga,
me voy secando como la hierba. 13Tú, en cambio, permaneces para siempre,
y tu nombre de generación en generación. 14Levántate y ten misericordia de Sión,
que ya es hora y tiempo de misericordia. 15Tus siervos aman sus piedras,
se compadecen de sus ruinas; 16los gentiles temerán tu nombre;
los reyes del mundo, tu gloria. 17Cuando el Señor reconstruya Sión,
y aparezca en su gloria, 18y se vuelva a las súplicas de los indefensos,
y no desprecie sus peticiones. 19Quede esto escrito para la generación futura,
y el pueblo que será creado alabará al Señor. 20Que el Señor ha mirado desde su excelso santuario,
desde el cielo se ha fijado en la tierra, 21para escuchar los gemidos de los cautivos
y librar a los condenados a muerte. 22Para anunciar en Sión el nombre del Señor,
y su alabanza en Jerusalén, 23cuando se reúnan unánimes los pueblos
y los reyes para dar culto al Señor. 24Él agotó mis fuerzas en el camino,
acortó mis días; 25y yo dije: «Dios mío, no me arrebates en la mitad de mis días».
Tus años duran por todas las generaciones: 26al principio cimentaste la tierra,
y el cielo es obra de tus manos. 27Ellos perecerán, tú permaneces;
se gastarán como la ropa,
serán como un vestido que se muda. 28Tú, en cambio, eres siempre el mismo,
tus años no se acabarán. 29Los hijos de tus siervos vivirán seguros,
su linaje durará en tu presencia.
SALMO 103 (102)
1De David. Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre. 2Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios. 3Él perdona todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades; 4él rescata tu vida de la fosa,
y te colma de gracia y de ternura; 5él sacia de bienes tus días,
y como un águila
se renueva tu juventud. 6El Señor hace justicia
y defiende a todos los oprimidos; 7enseñó sus caminos a Moisés
y sus hazañas a los hijos de Israel. 8El Señor es compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico en clemencia. 9No está siempre acusando
ni guarda rencor perpetuo; 10no nos trata como merecen nuestros pecados
ni nos paga según nuestras culpas. 11Como se levanta el cielo sobre la tierra,
se levanta su bondad sobre los que lo temen; 12como dista el oriente del ocaso,
así aleja de nosotros nuestros delitos. 13Como un padre siente ternura por sus hijos,
siente el Señor ternura por los que lo temen; 14porque él conoce nuestra masa,
se acuerda de que somos barro. 15Los días del hombre duran lo que la hierba,
florecen como flor del campo, 16que el viento la roza, y ya no existe,
su terreno no volverá a verla. 17Pero la misericordia del Señor
dura desde siempre y por siempre,
para aquellos que lo temen;
su justicia pasa de hijos a nietos: 18para los que guardan la alianza
y recitan y cumplen sus mandatos. 19El Señor puso en el cielo su trono,
su soberanía gobierna el universo. 20Bendecid al Señor, ángeles suyos,
poderosos ejecutores de sus órdenes,
prontos a la voz de su palabra. 21Bendecid al Señor, ejércitos suyos,
servidores que cumplís sus deseos. 22Bendecid al Señor, todas sus obras,
en todo lugar de su imperio.
¡Bendice, alma mía, al Señor!
SALMO 104 (103)
1Bendice, alma mía, al Señor: ¡Dios mío, qué grande eres!
Te vistes de belleza y majestad, 2la luz te envuelve como un manto.
Extiendes los cielos como una tienda, 3construyes tu morada sobre las aguas;
las nubes te sirven de carroza,
avanzas en las alas del viento; 4los vientos te sirven de mensajeros;
el fuego llameante, de ministro. 5Asentaste la tierra sobre sus cimientos,
y no vacilará jamás; 6la cubriste con el manto del océano,
y las aguas se posaron sobre las montañas; 7pero a tu bramido huyeron,
al fragor de tu trueno se precipitaron, 8mientras subían los montes y bajaban los valles:
cada cual al puesto asignado. 9Trazaste una frontera que no traspasarán,
y no volverán a cubrir la tierra. 10De los manantiales sacas los ríos,
para que fluyan entre los montes; 11en ellos beben las fieras de los campos,
el asno salvaje apaga su sed; 12junto a ellos habitan las aves del cielo,
y entre las frondas se oye su canto. 13Desde tu morada riegas los montes,
y la tierra se sacia de tu acción fecunda; 14haces brotar hierba para los ganados,
y forraje para los que sirven al hombre.
Él saca pan de los campos, 15y vino que le alegra el corazón;
aceite que da brillo a su rostro,
y el pan que le da fuerzas. 16Se llenan de savia los árboles del Señor,
los cedros del Líbano que él plantó: 17allí anidan los pájaros,
en su cima pone casa la cigüeña. 18Los riscos son para las cabras,
las peñas son madriguera de erizos. 19Hiciste la luna con sus fases,
el sol conoce su ocaso. 20Pones las tinieblas y viene la noche,
y rondan las fieras de la selva; 21los cachorros del león rugen por la presa,
reclamando a Dios su comida. 22Cuando brilla el sol, se retiran
y se tumban en sus guaridas; 23el hombre sale a sus faenas,
a su labranza hasta el atardecer. 24Cuántas son tus obras, Señor,
y todas las hiciste con sabiduría;
la tierra está llena de tus criaturas. 25Ahí está el mar: ancho y dilatado,
en él bullen, sin número,
animales pequeños y grandes; 26lo surcan las naves, y el Leviatán
que modelaste para que retoce. 27Todos ellos aguardan
a que les eches comida a su tiempo: 28se la echas, y la atrapan;
abres tu mano, y se sacian de bienes; 29escondes tu rostro, y se espantan;
les retiras el aliento, y expiran
y vuelven a ser polvo; 30envías tu espíritu, y los creas,
y repueblas la faz de la tierra. 31Gloria a Dios para siempre,
goce el Señor con sus obras; 32cuando él mira la tierra, ella tiembla;
cuando toca los montes, humean. 33Cantaré al Señor,
tocaré para mi Dios mientras exista: 34que le sea agradable mi poema,
y yo me alegraré con el Señor. 35Que se acaben los pecadores en la tierra,
que los malvados no existan más.
¡Bendice, alma mía, al Señor!
¡Aleluya!
SALMO 105 (104)
1Dad gracias al Señor, invocad su nombre,
dad a conocer sus hazañas a los pueblos. 2Cantadle al son de instrumentos,
hablad de sus maravillas, 3gloriaos de su nombre santo,
que se alegren los que buscan al Señor. 4Recurrid al Señor y a su poder,
buscad continuamente su rostro. 5Recordad las maravillas que hizo,
sus prodigios, las sentencias de su boca. 6¡Estirpe de Abrahán, su siervo;
hijos de Jacob, su elegido! 7El Señor es nuestro Dios,
él gobierna toda la tierra. 8Se acuerda de su alianza eternamente,
de la palabra dada, por mil generaciones; 9de la alianza sellada con Abrahán,
del juramento hecho a Isaac. 10Confirmado como ley para Jacob,
como alianza eterna para Israel: 11«A ti te daré el país cananeo,
como lote de vuestra heredad». 12Cuando eran unos pocos mortales,
contados, y forasteros en el país, 13cuando erraban de pueblo en pueblo,
de un reino a otra nación, 14a nadie permitió que los molestase,
y por ellos castigó a reyes: 15«No toquéis a mis ungidos,
no hagáis mal a mis profetas». 16Llamó al hambre sobre aquella tierra:
cortando el sustento de pan; 17por delante había enviado a un hombre,
a José, vendido como esclavo; 18le trabaron los pies con grillos,
le metieron el cuello en la argolla, 19hasta que se cumplió su predicción,
y la palabra del Señor lo acreditó. 20El rey lo mandó desatar,
el Señor de pueblos le abrió la prisión, 21lo nombró administrador de su casa,
señor de todas sus posesiones, 22para que a su gusto instruyera a los príncipes
y enseñase sabiduría a los ancianos. 23Entonces Israel entró en Egipto,
Jacob se hospedó en la tierra de Cam. 24Dios hizo a su pueblo muy fecundo,
más poderoso que sus enemigos. 25A estos les cambió el corazón
para que odiasen a su pueblo
y usaran malas artes con sus siervos. 26Pero envió a Moisés, su siervo,
y a Aarón, su escogido, 27que hicieron contra ellos sus signos,
prodigios en la tierra de Cam. 28Envió la oscuridad, y oscureció,
pero ellos resistieron a sus palabras; 29convirtió sus aguas en sangre,
y dio muerte a sus peces; 30su tierra pululaba de ranas,
hasta en la alcoba del rey. 31Ordenó que vinieran tábanos
y mosquitos por todo el territorio; 32les dio en vez de lluvia granizo,
llamas de fuego por su tierra; 33e hirió higueras y viñas,
tronchó los árboles del país. 34Ordenó que viniera la langosta,
saltamontes innumerables, 35que roían la hierba de su tierra,
y devoraron los frutos de sus campos. 36Hirió de muerte a los primogénitos del país,
primicias de su virilidad. 37Sacó a su pueblo cargado de oro y plata,
entre sus tribus nadie enfermaba; 38los egipcios se alegraban de su marcha,
porque los había sobrecogido el terror. 39Tendió una nube que los cubriese,
y un fuego que los alumbrase de noche. 40Lo pidieron, y envió codornices,
los sació con pan del cielo; 41hendió la peña, y brotaron las aguas,
que corrieron en ríos por el desierto. 42Porque se acordaba de la palabra sagrada,
que había dado a su siervo Abrahán. 43Sacó a su pueblo con alegría,
a sus escogidos con gritos de triunfo. 44Les asignó las tierras de los gentiles,
y poseyeron las haciendas de las naciones: 45para que guarden sus decretos,
y cumplan su ley.
SALMO 106 (105)
1¡Aleluya!
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia. 2¿Quién podrá contar las hazañas de Dios,
pregonar toda su alabanza? 3Dichosos los que respetan el derecho
y practican siempre la justicia. 4Acuérdate de mí
por amor a tu pueblo,
visítame con tu salvación: 5para que vea la dicha de tus escogidos,
y me alegre con la alegría de tu pueblo,
y me gloríe con tu heredad. 6Hemos pecado como nuestros padres,
hemos cometido maldades e iniquidades. 7Nuestros padres en Egipto
no comprendieron tus maravillas;
no se acordaron de tu abundante misericordia,
se rebelaron junto al mar,
junto al mar Rojo; 8pero él los salvó por amor de su nombre,
para manifestar su poder. 9Increpó al mar Rojo, y se secó;
los condujo por el abismo
como por tierra firme; 10los salvó de la mano del adversario,
los rescató del puño del enemigo; 11las aguas cubrieron a los atacantes,
y ni uno solo se salvó: 12entonces creyeron sus palabras,
cantaron su alabanza. 13Bien pronto olvidaron sus obras,
y no se fiaron de sus planes: 14ardían de avidez en el desierto
y tentaron a Dios en la estepa. 15Él les concedió lo que pedían,
y los hartó hasta saciarlos. 16Envidiaron a Moisés en el campamento,
y a Aarón, el consagrado al Señor: 17se abrió la tierra y se tragó a Datán,
se cerró sobre Abirón y sus secuaces; 18un fuego abrasó a su banda,
una llama consumió a los malvados. 19En Horeb se hicieron un becerro,
adoraron un ídolo de fundición; 20cambiaron su gloria por la imagen
de un toro que come hierba. 21Se olvidaron de Dios, su salvador,
que había hecho prodigios en Egipto, 22maravillas en la tierra de Cam,
portentos junto al mar Rojo. 23Dios hablaba ya de aniquilarlos;
pero Moisés, su elegido,
se puso en la brecha frente a él,
para apartar su cólera del exterminio. 24Despreciaron una tierra envidiable,
no creyeron en su palabra; 25murmuraban en las tiendas,
no escucharon la voz del Señor. 26Él alzó la mano y juró
que los haría morir en el desierto, 27que dispersaría su estirpe por las naciones
y los aventaría por los países. 28Se acoplaron con Baal Peor,
comieron de lo ofrecido a los muertos; 29provocaron a Dios con sus perversiones,
y los asaltó una plaga; 30pero Pinjás se levantó e hizo justicia,
y la plaga cesó; 31esto se le computó como justicia
por generación sin término. 32Lo irritaron junto a las aguas de Meribá,
Moisés tuvo que sufrir por culpa de ellos; 33le habían amargado el alma,
y desvariaron sus labios. 34No exterminaron a los pueblos
que el Señor les había mandado; 35emparentaron con los gentiles,
imitaron sus costumbres; 36adoraron sus ídolos
y cayeron en sus lazos. 37Inmolaron a los demonios
sus hijos y sus hijas. 38Derramaron la sangre inocente,
la sangre de sus hijos e hijas,
inmolados a los ídolos de Canaán,
y profanaron la tierra con sangre; 39se mancharon con sus acciones
y se prostituyeron con sus maldades. 40La ira del Señor se encendió contra su pueblo,
y aborreció su heredad; 41los entregó en manos de gentiles,
y sus adversarios los sometieron; 42sus enemigos los tiranizaban
y los doblegaron bajo su poder. 43Cuántas veces los libró;
mas ellos, obstinados en su actitud,
perecían por sus culpas. 44Pero él miró su angustia,
y escuchó sus gritos. 45Recordando su pacto con ellos,
se arrepintió con inmensa misericordia; 46hizo que movieran a compasión
a los que los habían deportado. 47Sálvanos, Señor, Dios nuestro,
reúnenos de entre los gentiles:
daremos gracias a tu santo nombre,
y alabarte será nuestra gloria. 48Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
desde siempre y por siempre.
Y todo el pueblo diga:
¡Amén! ¡Aleluya!
107 (106)1Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia. 2Que lo confiesen los redimidos por el Señor,
los que él rescató de la mano del enemigo, 3los que reunió de todos los países:
oriente y occidente, norte y sur. 4Erraban por un desierto solitario,
no encontraban el camino de ciudad habitada; 5pasaban hambre y sed,
se les iba agotando la vida; 6pero gritaron al Señor en su angustia,
y los arrancó de la tribulación. 7Los guio por un camino derecho,
para que llegaran a una ciudad habitada. 8Den gracias al Señor por su misericordia,
por las maravillas que hace con los hombres. 9Calmó el ansia de los sedientos,
y a los hambrientos los colmó de bienes. 10Yacían en oscuridad y tinieblas,
cautivos de hierros y miserias; 11por haberse rebelado contra los mandamientos,
despreciando el plan del Altísimo. 12Él humilló su corazón con trabajos,
sucumbían y nadie los socorría. 13Pero gritaron al Señor en su angustia,
y los arrancó de la tribulación. 14Los sacó de las sombrías tinieblas,
arrancó sus cadenas. 15Den gracias al Señor por su misericordia,
por las maravillas que hace con los hombres. 16Destrozó las puertas de bronce,
quebró los cerrojos de hierro. 17Estaban enfermos por sus maldades,
por sus culpas eran afligidos; 18aborrecían todos los manjares,
y ya tocaban las puertas de la muerte. 19Pero gritaron al Señor en su angustia,
y los arrancó de la tribulación. 20Envió su palabra para curarlos,
para salvarlos de la perdición. 21Den gracias al Señor por su misericordia,
por las maravillas que hace con los hombres. 22Ofrézcanle sacrificios de alabanza,
y cuenten con entusiasmo sus acciones. 23Entraron en naves por el mar,
comerciando por las aguas inmensas. 24Contemplaron las obras de Dios,
sus maravillas en el océano. 25Él habló y levantó un viento tormentoso,
que alzaba las olas a lo alto: 26subían al cielo, bajaban al abismo,
se sentían sin fuerzas en el peligro, 27rodaban, se tambaleaban como borrachos,
y no les valía su pericia. 28Pero gritaron al Señor en su angustia,
y los arrancó de la tribulación. 29Apaciguó la tormenta en suave brisa,
y enmudecieron las olas del mar. 30Se alegraron de aquella bonanza,
y él los condujo al ansiado puerto. 31Den gracias al Señor por su misericordia,
por las maravillas que hace con los hombres. 32Aclámenlo en la asamblea del pueblo,
alábenlo en el consejo de los ancianos. 33Él transformará los ríos en desierto,
los manantiales de agua en aridez; 34la tierra fértil en marismas,
por la depravación de sus habitantes. 35Transformó el desierto en estanques,
el erial en manantiales de agua. 36Colocó allí a los hambrientos,
y fundaron una ciudad para habitar. 37Sembraron campos, plantaron huertos,
recogieron cosechas. 38Los bendijo y se multiplicaron,
y no les escatimó el ganado. 39Y menguaron, abatidos por el peso
de infortunios y desgracias. 40El mismo que arroja desprecio sobre los príncipes
y los descarrió por una soledad sin caminos, 41levantó a los pobres de la miseria
y multiplicó sus familias como rebaños. 42Los rectos lo ven y se alegran,
a la maldad se le tapa la boca. 43El que sea sabio, que recoja estos hechos
y comprenda la misericordia del Señor.
SALMO 108 (107)
1Cántico. Salmo de David.
2Mi corazón está firme, Dios mío,
mi corazón está firme,
para ti cantaré y tocaré, gloria mía. 3Despertad, cítara y arpa,
despertaré a la aurora. 4Te daré gracias ante los pueblos, Señor,
tocaré para ti ante las naciones: 5por tu bondad, que es más grande que los cielos;
por tu fidelidad, que alcanza a las nubes. 6Elévate sobre el cielo, Dios mío,
y llene la tierra tu gloria; 7para que se salven tus predilectos,
que tu mano salvadora nos responda. 8Dios habló en su santuario:
«Triunfante, ocuparé Siquén,
parcelaré el valle de Sucot; 9mío es Galaad, mío Manasés,
Efraín es yelmo de mi cabeza,
Judá es mi cetro; 10Moab, una jofaina para lavarme;
sobre Edón echo mi sandalia,
sobre Filistea canto victoria». 11Pero ¿quién me guiará a la plaza fuerte,
quién me conducirá a Edón, 12si tú, oh Dios, nos has rechazado
y no sales ya con nuestras tropas? 13Auxílianos contra el enemigo,
que la ayuda del hombre es inútil. 14Con Dios haremos proezas,
él pisoteará a nuestros enemigos.
SALMO 109 (108)
1Al Director. Salmo de David. Dios de mi alabanza, no estés callado, 2que bocas malvadas y fraudulentas
se abren contra mí
y me hablan con lengua mentirosa. 3Me cercan con palabras odiosas
y me combaten sin motivo. 4En pago de mi amor me acusan,
aunque yo oraba por ellos; 5me devuelven mal por bien
y odio a cambio de mi amor. 6«Suscita contra él un malvado,
que un acusador se ponga a su derecha. 7Cuando sea juzgado, salga culpable,
y su apelación se resuelva en condena. 8Que sus días sean pocos
y otro ocupe su cargo. 9Queden huérfanos sus hijos
y viuda su mujer. 10Vayan sus hijos errabundos mendigando
y sean expulsados lejos de sus ruinas. 11Que un acreedor se apodere de sus bienes
y los extraños se adueñen de sus sudores. 12¡Jamás le brinde nadie su favor,
ni se apiade de sus huérfanos! 13Que su posteridad sea exterminada
y en una generación se borre su nombre. 14Recuerde el Señor la culpa de sus padres,
y no borre el pecado de su madre: 15estén siempre ante el Señor
y borre de la tierra su memoria». 16—«Porque no se acordó de actuar con misericordia,
persiguió al humilde y al pobre,
al de corazón abatido para matarlo; 17ya que amó la maldición, ¡recaiga sobre él!;
despreció la bendición, ¡aléjese de él! 18Se vistió la maldición cual manto,
que penetre en su interior como agua,
y en sus huesos como aceite; 19sea cual vestido que lo cubre,
como un cinturón que lo ciñe siempre. 20Pague así el Señor a los que me acusan,
a quienes hablan mal de mí». 21Pero tú, Señor, Dueño mío,
trátame conforme a tu nombre,
líbrame por tu bondadoso amor. 22Porque yo soy humilde y pobre,
y mi corazón ha sido traspasado; 23me desvanezco como sombra que declina,
me espantan como a la langosta; 24se doblan mis rodillas por el ayuno,
y, sin grasa, enflaquece mi carne. 25Soy despreciable para ellos;
al verme, menean la cabeza. 26¡Ayúdame, Señor, Dios mío;
sálvame según tu misericordia! 27Sepan que tu mano hizo esto,
que tú, Señor, lo hiciste. 28Maldigan ellos, mas tú bendecirás;
levántense y sean confundidos,
que tu siervo se alegrará. 29Vístanse de oprobio mis acusadores,
que su infamia los cubra como un manto. 30Daré gracias al Señor a boca llena,
y en medio de la muchedumbre lo alabaré, 31porque él se pone a la derecha del pobre,
para salvar su vida de los que lo condenan.
SALMO 110 (109)
1Salmo de David. Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies». 2Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos. 3«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, desde el seno,
antes de la aurora». 4El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec». 5El Señor a tu derecha, el día de su ira,
quebrantará a los reyes, 6sentenciará a las naciones,
amontonará cadáveres,
abatirá cabezas sobre la ancha tierra. 7En su camino beberá del torrente;
por eso, levantará la cabeza.
SALMO 111 (110)
1¡Aleluya!
(Álef) Doy gracias al Señor de todo corazón, (Bet) en compañía de los rectos, en la asamblea. 2(Guímel)Grandes son las obras del Señor,(Dálet) dignas de estudio para los que las aman. 3(He) Esplendor y belleza son su obra, (Vau) su justicia dura por siempre. 4(Zain) Ha hecho maravillas memorables, (Jet) el Señor es piadoso y clemente. 5(Tet) Él da alimento a los que lo temen, (Yod) recordando siempre su alianza. 6(Kaf) Mostró a su pueblo la fuerza de su obrar, (Lámed) dándoles la heredad de los gentiles. 7(Mem) Justicia y verdad son las obras de sus manos, (Nun) todos sus preceptos merecen confianza: 8(Sámek) son estables para siempre jamás, (Ayin) se han de cumplir con verdad y rectitud. 9(Pe) Envió la redención a su pueblo, (Sade) ratificó para siempre su alianza. 10(Qof) Su nombre es sagrado y temible. (Res) Principio de la sabiduría es el temor del Señor,
SALMO 112 (111)
1¡Aleluya! (Álef) Dichoso quien teme al Señor (Bet) y ama de corazón sus mandatos. 2(Guímel) Su linaje será poderoso en la tierra, (Dálet) la descendencia del justo será bendita. 3(He) En su casa habrá riquezas y abundancia, (Vau) su caridad dura por siempre. 4(Zain) En las tinieblas brilla como una luz (Jet) el que es justo, clemente y compasivo. 5(Tet) Dichoso el que se apiada y presta, (Yod) y administra rectamente sus asuntos, 6(Kaf) porque jamás vacilará. (Lámed) El recuerdo del justo será perpetuo. 7(Mem) No temerá las malas noticias, (Nun) su corazón está firme en el Señor. 8(Sámek) Su corazón está seguro, sin temor, (Ayin) hasta que vea derrotados a sus enemigos. 9(Pe) Reparte limosna a los pobres; (Sade) su caridad dura por siempre (Qof) y alzará la frente con dignidad. 10(Res) El malvado, al verlo, se irritará, (Sin) rechinará los dientes hasta consumirse. (Tau) La ambición del malvado fracasará.
SALMO 113 (112)
1¡Aleluya! Alabad, siervos del Señor,
alabad el nombre del Señor. 2Bendito sea el nombre del Señor,
ahora y por siempre: 3de la salida del sol hasta su ocaso,
alabado sea el nombre del Señor. 4El Señor se eleva sobre todos los pueblos,
su gloria sobre los cielos. 5¿Quién como el Señor, Dios nuestro,
que habita en las alturas 6y se abaja para mirar
al cielo y a la tierra? 7Levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre, 8para sentarlo con los príncipes,
los príncipes de su pueblo. 9A la estéril le da un puesto en la casa,
como madre feliz de hijos.
¡Aleluya!
SALMO 114 (113a)
1Cuando Israel salió de Egipto,
los hijos de Jacob de un pueblo balbuciente, 2Judá fue su santuario,
Israel fue su dominio. 3El mar, al verlos, huyó;
el Jordán se echó atrás; 4los montes saltaron como carneros;
las colinas, como corderos. 5¿Qué te pasa, mar, que huyes,
y a ti, Jordán, que te echas atrás? 6¿Y a vosotros, montes, que saltáis como carneros;
colinas, que saltáis como corderos? 7En presencia del Señor, estremécete, tierra,
en presencia del Dios de Jacob; 8que transforma las peñas en estanques,
el pedernal en manantiales de agua.
SALMO 115 (113b)
1 (9)No a nosotros, Señor, no a nosotros,
sino a tu nombre da la gloria,
por tu bondad, por tu lealtad. 2 (10)¿Por qué han de decir las naciones:
«Dónde está su Dios?». 3 (11)Nuestro Dios está en el cielo,
lo que quiere lo hace. 4 (12)Sus ídolos, en cambio, son plata y oro,
hechura de manos humanas: 5 (13)tienen boca, y no hablan;
tienen ojos, y no ven; 6 (14)tienen orejas, y no oyen;
tienen nariz, y no huelen; 7 (15)tienen manos, y no tocan;
tienen pies, y no andan;
no tiene voz su garganta: 8 (16)que sean igual los que los hacen,
cuantos confían en ellos. 9 (17)Israel confía en el Señor:
él es su auxilio y su escudo. 10 (18)La casa de Aarón confía en el Señor:
él es su auxilio y su escudo. 11 (19)Los que temen al Señor confían en el Señor:
él es su auxilio y su escudo. 12 (20)Que el Señor se acuerde de nosotros y nos bendiga,
bendiga a la casa de Israel,
bendiga a la casa de Aarón; 13 (21)bendiga a los que temen al Señor,
pequeños y grandes. 14 (22)Que el Señor os acreciente,
a vosotros y a vuestros hijos. 15 (23)Benditos seáis del Señor,
que hizo el cielo y la tierra. 16 (24)El cielo pertenece al Señor,
la tierra se les ha dado a los hombres. 17 (25)Los muertos ya no alaban al Señor,
ni los que bajan al silencio. 18 (26)Nosotros, los que vivimos, bendeciremos al Señor
ahora y por siempre.
¡Aleluya!
SALMO 116 (114-115)
1Amo al Señor, porque escucha
mi voz suplicante, 2porque inclina su oído hacia mí
el día que lo invoco. 3Me envolvían redes de muerte,
me alcanzaron los lazos del abismo,
caí en tristeza y angustia. 4Invoqué el nombre del Señor:
«Señor, salva mi vida». 5El Señor es benigno y justo,
nuestro Dios es compasivo; 6el Señor guarda a los sencillos:
estando yo sin fuerzas, me salvó. 7Alma mía, recobra tu calma,
que el Señor fue bueno contigo: 8arrancó mi alma de la muerte,
mis ojos de las lágrimas,
mis pies de la caída. 9Caminaré en presencia del Señor
en el país de los vivos. 10Tenía fe, aun cuando dije:
«¡Qué desgraciado soy!». 11Yo decía en mi apuro:
«Los hombres son unos mentirosos». 12¿Cómo pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho? 13Alzaré la copa de la salvación,
invocando el nombre del Señor. 14Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo. 15Mucho le cuesta al Señor
la muerte de sus fieles. 16Señor, yo soy tu siervo,
siervo tuyo, hijo de tu esclava:
rompiste mis cadenas. 17Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando el nombre del Señor. 18Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo, 19en el atrio de la casa del Señor,
en medio de ti, Jerusalén.
SALMO 117 (116)
1Alabad al Señor todas las naciones,
aclamadlo todos los pueblos. 2Firme es su misericordia con nosotros,
su fidelidad dura por siempre.
¡Aleluya!
SALMO 118 (117)
1Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia. 2Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia. 3Diga la casa de Aarón:
eterna es su misericordia. 4Digan los que temen al Señor:
eterna es su misericordia. 5En el peligro grité al Señor,
y el Señor me escuchó, poniéndome a salvo. 6El Señor está conmigo: no temo;
¿qué podrá hacerme el hombre? 7El Señor está conmigo y me auxilia,
veré la derrota de mis adversarios. 8Mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres, 9mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los jefes. 10Todos los pueblos me rodeaban,
en el nombre del Señor los rechacé; 11me rodeaban cerrando el cerco,
en el nombre del Señor los rechacé; 12me rodeaban como avispas,
ardiendo como fuego en las zarzas;
en el nombre del Señor los rechacé. 13Empujaban y empujaban para derribarme,
pero el Señor me ayudó; 14el Señor es mi fuerza y mi energía,
él es mi salvación. 15Escuchad: hay cantos de victoria
en las tiendas de los justos: 16«La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa». 17No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor. 18Me castigó, me castigó el Señor,
pero no me entregó a la muerte. 19Abridme las puertas de la salvación,
y entraré para dar gracias al Señor. 20Esta es la puerta del Señor:
los vencedores entrarán por ella. 21Te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación. 22La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular. 23Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente. 24Este es el día que hizo el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo. 25Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad. 26Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor. 27El Señor es Dios, él nos ilumina.
Ordenad una procesión con ramos
hasta los ángulos del altar. 28Tú eres mi Dios, te doy gracias;
Dios mío, yo te ensalzo. 29Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
SALMO 119 (118)
1(Álef) Dichoso el que, con vida intachable,
camina en la ley del Señor; 2dichoso el que, guardando sus preceptos,
lo busca de todo corazón; 3el que, sin cometer iniquidad,
anda por sus senderos. 4Tú promulgas tus mandatos
para que se observen exactamente. 5Ojalá esté firme mi camino,
para cumplir tus decretos; 6entonces no sentiré vergüenza
al mirar todos tus mandatos. 7Te alabaré con sincero corazón
cuando aprenda tus justos mandamientos. 8Quiero guardar tus decretos exactamente,
tú no me abandones. 9(Bet) ¿Cómo podrá un joven andar honestamente?
Cumpliendo tus palabras. 10Te busco de todo corazón,
no consientas que me desvíe de tus mandamientos. 11En mi corazón escondo tus consignas,
así no pecaré contra ti. 12Bendito eres, Señor,
enséñame tus decretos. 13Mis labios van enumerando
todos los mandamientos de tu boca; 14mi alegría es el camino de tus preceptos,
más que todas las riquezas. 15Medito tus mandatos,
y me fijo en tus sendas; 16tus decretos son mi delicia,
no olvidaré tus palabras. 17(Guímel) Haz bien a tu siervo: viviré
y cumpliré tus palabras; 18ábreme los ojos, y contemplaré
las maravillas de tu ley; 19soy un forastero en la tierra:
no me ocultes tus promesas. 20Mi alma se consume, deseando
continuamente tus mandamientos; 21reprendes a los soberbios,
malditos los que se apartan de tus mandatos. 22Aleja de mí las afrentas y el desprecio,
porque observo tus preceptos; 23aunque los nobles se sienten a murmurar de mí,
tu siervo medita tus decretos; 24tus preceptos son mi delicia,
tus enseñanzas son mis consejeros. 25(Dálet) Mi alma está pegada al polvo:
reanímame con tus palabras; 26te expliqué mi camino, y me escuchaste:
enséñame tus mandamientos; 27instrúyeme en el camino de tus mandatos,
y meditaré tus maravillas. 28Mi alma llora de tristeza,
consuélame con tus promesas; 29apártame del camino falso,
y dame la gracia de tu ley; 30escogí el camino verdadero,
deseé tus mandamientos. 31Me apegué a tus preceptos,
Señor, no me defraudes; 32correré por el camino de tus mandatos
cuando me ensanches el corazón. 33(He) Muéstrame, Señor, el camino de tus decretos,
y lo seguiré puntualmente; 34enséñame a cumplir tu ley
y a guardarla de todo corazón; 35guíame por la senda de tus mandatos,
porque ella es mi gozo. 36Inclina mi corazón a tus preceptos,
y no al interés; 37aparta mis ojos de las vanidades,
dame vida con tu palabra; 38cumple a tu siervo la promesa
para que se mantenga tu temor. 39Aparta de mí la afrenta que temo,
porque tus mandamientos son amables; 40mira cómo ansío tus mandatos:
dame vida con tu justicia. 41(Vau) Señor, que me alcance tu favor,
tu salvación según tu promesa: 42así responderé a los que me injurian,
que confío en tu palabra; 43no quites de mi boca las palabras sinceras,
porque yo espero en tus mandamientos. 44Cumpliré sin cesar tu ley,
por siempre jamás; 45andaré por un camino ancho,
buscando tus mandatos; 46comentaré tus preceptos ante los reyes,
y no me avergonzaré. 47Serán mi delicia tus mandatos,
que tanto amo; 48levantaré mis manos hacia tus decretos, que tanto amo,
y recitaré tus mandatos. 49(Zain) Recuerda la palabra que diste a tu siervo,
de la que hiciste mi esperanza; 50este es mi consuelo en la aflicción:
que tu promesa me da vida; 51los insolentes me insultan sin parar,
pero yo no me aparto de tu ley. 52Recordando tus antiguos mandamientos,
Señor, quedé consolado; 53sentí indignación ante los malvados,
que abandonan tu ley; 54tus decretos eran mi canción
en tierra extranjera. 55De noche pronuncio tu nombre,
Señor, y, velando, tu ley; 56esto es lo que a mí me toca:
guardar tus decretos. 57(Jet) Mi porción es el Señor;
he resuelto guardar tus palabras; 58de todo corazón busco tu favor:
ten piedad de mí, según tu promesa; 59he examinado mi camino,
para enderezar mis pies a tus preceptos. 60Con diligencia, sin tardanza,
observo tus mandatos; 61los lazos de los malvados me envuelven,
pero no olvido tu ley; 62a media noche me levanto para darte gracias
por tus justos mandamientos. 63Soy amigo de los que te temen,
y guardan tus mandatos; 64Señor, de tu bondad está llena la tierra;
enséñame tus decretos. 65(Tet) Has dado bienes a tu siervo,
Señor, con tus palabras; 66enséñame la bondad, la prudencia y el conocimiento,
porque me fío de tus mandatos; 67antes de sufrir, yo andaba extraviado,
pero ahora me ajusto a tu promesa. 68Tú eres bueno y haces el bien;
instrúyeme en tus decretos; 69los insolentes urden engaños contra mí,
pero yo custodio tus mandatos de todo corazón; 70tienen el corazón espeso como grasa,
pero mi delicia es tu ley. 71Me estuvo bien el sufrir,
así aprendí tus decretos; 72más estimo yo la ley de tu boca
que miles de monedas de oro y plata. 73(Yod) Tus manos me hicieron y me formaron:
instrúyeme para que aprenda tus mandatos; 74los que te temen verán con alegría
que he esperado en tu palabra; 75reconozco, Señor, que tus mandamientos son justos,
que con razón me hiciste sufrir. 76Que tu bondad me consuele,
según la promesa hecha a tu siervo; 77cuando me alcance tu compasión, viviré,
y tu ley será mi delicia; 78que se avergüencen los insolentes
del daño que me hacen;
yo meditaré tus mandatos. 79Vuelvan a mí los que te temen
y hacen caso de tus preceptos; 80sea mi corazón perfecto en tus decretos,
así no quedaré avergonzado. 81(Kaf) Me consumo ansiando tu salvación,
y espero en tu palabra; 82mis ojos se consumen ansiando tus promesas,
mientras digo: «¿Cuándo me consolarás?». 83Estoy como un odre puesto al humo,
pero no olvido tus decretos. 84¿Cuántos serán los días de tu siervo?
¿Cuándo harás justicia de mis perseguidores? 85Me han cavado fosas los insolentes,
ignorando tu ley; 86todos tus mandatos son verdaderos,
sin razón me persiguen, protégeme. 87Casi dieron conmigo en la tumba,
pero yo no abandoné tus mandatos; 88por tu bondad dame vida,
para que observe los preceptos de tu boca. 89(Lámed) Tu palabra, Señor, es eterna,
más estable que el cielo; 90tu fidelidad, de generación en generación;
fundaste la tierra y permanece; 91por tu mandamiento subsisten hasta hoy,
porque todo está a tu servicio. 92Si tu ley no fuera mi delicia,
ya habría perecido en mi desgracia; 93jamás olvidaré tus mandatos,
pues con ellos me diste vida; 94soy tuyo, sálvame,
que yo consulto tus mandatos. 95Los malvados me esperaban para perderme,
pero yo meditaba tus preceptos; 96he visto el límite de todo lo perfecto:
tu mandato se dilata sin término. 97(Mem) ¡Cuánto amo tu ley!:
todo el día la estoy meditando; 98tu mandato me hace más sabio
que mis enemigos,
siempre me acompaña; 99soy más docto que todos mis maestros,
porque medito tus preceptos. 100Soy más sagaz que los ancianos,
porque cumplo tus mandatos; 101aparto mi pie de toda senda mala,
para guardar tu palabra; 102no me aparto de tus mandamientos,
porque tú me has instruido. 103¡Qué dulce al paladar tu promesa:
más que miel en la boca! 104Considero tus mandatos,
y odio el camino de la mentira. 105(Nun) Lámpara es tu palabra para mis pasos,
luz en mi sendero; 106lo juro y lo cumpliré:
guardaré tus justos mandamientos; 107¡estoy tan afligido!
Señor, dame vida según tu promesa. 108Acepta, Señor, los votos que pronuncio,
enséñame tus mandatos; 109mi vida está siempre en peligro,
pero no olvido tu ley; 110los malvados me tendieron un lazo,
pero no me desvié de tus mandatos. 111Tus preceptos son mi herencia perpetua,
la alegría de mi corazón; 112inclino mi corazón a cumplir tus decretos,
siempre y cabalmente. 113(Sámek) Detesto a los inconstantes
y amo tu ley; 114tú eres mi refugio y mi escudo,
yo espero en tu palabra; 115apartaos de mí los perversos,
y cumpliré los mandatos de mi Dios. 116Sostenme con tu promesa, y viviré,
que no quede frustrada mi esperanza; 117dame apoyo, y estaré a salvo,
me fijaré en tus decretos sin cesar; 118desprecias a los que se desvían de tus decretos,
sus proyectos son engaño. 119Tienes por escoria a los malvados,
por eso amo tus preceptos; 120mi carne se estremece con tu temor,
y me estremecen tus juicios. 121(Ayin) Practico la justicia y el derecho,
no me entregues a mis opresores; 122da fianza en favor de tu siervo,
que no me opriman los insolentes; 123mis ojos se consumen aguardando
tu salvación y tu promesa de justicia. 124Trata con misericordia a tu siervo,
enséñame tus decretos; 125yo soy tu siervo: dame inteligencia,
y conoceré tus preceptos; 126es hora de que actúes, Señor:
han quebrantado tu ley. 127Yo amo tus mandatos
más que el oro purísimo; 128por eso aprecio tus decretos
y detesto el camino de la mentira. 129(Pe) Tus preceptos son admirables,
por eso los guarda mi alma; 130la explicación de tus palabras ilumina,
da inteligencia a los ignorantes; 131abro la boca y respiro,
ansiando tus mandamientos. 132Vuélvete a mí y ten misericordia,
como es tu norma con los que aman tu nombre; 133asegura mis pasos con tu promesa,
que ninguna maldad me domine; 134líbrame de la opresión de los hombres,
y guardaré tus mandatos. 135Haz brillar tu rostro sobre tu siervo,
enséñame tus decretos; 136arroyos de lágrimas bajan de mis ojos
por los que no cumplen tu ley. 137(Sade) Señor, tú eres justo,
tus mandamientos son rectos; 138has decretado preceptos justos
sumamente estables; 139me consume el celo,
porque mis enemigos olvidan tus palabras. 140Tu promesa es acrisolada,
y tu siervo la ama; 141soy pequeño y despreciable,
pero no olvido tus mandatos; 142tu justicia es justicia eterna,
tu ley es verdadera. 143Me asaltan angustias y aprietos,
tus mandatos son mi delicia; 144la justicia de tus preceptos es eterna;
dame inteligencia, y tendré vida. 145(Qof) Te invoco de todo corazón:
respóndeme, Señor,
y guardaré tus decretos; 146a ti grito: sálvame,
y cumpliré tus preceptos; 147me adelanto a la aurora pidiendo auxilio,
esperando tus palabras. 148Mis ojos se adelantan a las vigilias,
meditando tu promesa; 149escucha mi voz por tu misericordia, Señor,
con tus mandamientos dame vida; 150ya se acercan mis inicuos perseguidores,
están lejos de tu ley. 151Tú, Señor, estás cerca,
y todos tus mandatos son estables; 152hace tiempo comprendí que tus preceptos
los fundaste para siempre. 153(Res) Mira mi abatimiento y líbrame,
porque no olvido tu ley; 154defiende mi causa y rescátame,
con tu promesa dame vida; 155la salvación está lejos de los malvados
que no buscan tus decretos. 156Grande es tu ternura, Señor,
con tus mandamientos dame vida; 157muchos son los enemigos que me persiguen,
pero yo no me aparto de tus preceptos; 158viendo a los renegados, sentía asco,
porque no guardan tus palabras. 159Mira cómo amo tus mandatos,
Señor; por tu misericordia dame vida; 160el compendio de tu palabra es la verdad,
y tus justos juicios son eternos. 161(Sin) Los nobles me perseguían sin motivo,
pero mi corazón respetaba tus palabras; 162yo me alegraba con tu promesa,
como el que encuentra un rico botín; 163detesto y aborrezco la mentira,
y amo tu ley. 164Siete veces al día te alabo
por tus justos mandamientos; 165mucha paz tienen los que aman tu ley,
y nada los hace tropezar; 166aguardo tu salvación, Señor,
y cumplo tus mandatos. 167Mi alma guarda tus preceptos
y los ama intensamente; 168guardo tus preceptos y tus mandatos,
y tú tienes presentes mis caminos. 169(Tau) Que llegue mi clamor a tu presencia,
Señor, con tus palabras dame inteligencia; 170que mi súplica entre en tu presencia,
líbrame según tu promesa; 171de mis labios brota la alabanza,
porque me enseñaste tus decretos. 172Mi lengua canta tu promesa,
porque todos tus preceptos son justos; 173que tu mano me auxilie,
ya que prefiero tus mandatos; 174ansío tu salvación, Señor;
tu ley es mi delicia. 175Que mi alma viva para alabarte,
que tus mandamientos me auxilien; 176me extravié como oveja perdida:
busca a tu siervo, que no olvida tus preceptos.
SALMO 120 (119)
1Canción de las subidas. En mi aflicción llamé al Señor,
y él me respondió. 2Líbrame, Señor, de los labios mentirosos,
de la lengua traidora. 3¿Qué te va a dar o mandarte Dios,
lengua traidora? 4Flechas de arquero,
afiladas con ascuas de retama. 5¡Ay de mí, desterrado en Masac,
acampado en Cadar! 6Demasiado llevo viviendo
con los que odian la paz. 7Cuando yo digo: «Paz»,
ellos dicen: «Guerra».
SALMO 121 (120)
1Canción de las subidas. Levanto mis ojos a los montes:
¿de dónde me vendrá el auxilio? 2El auxilio me viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra. 3No permitirá que resbale tu pie,
tu guardián no duerme; 4no duerme ni reposa
el guardián de Israel. 5El Señor te guarda a su sombra,
está a tu derecha; 6de día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche. 7El Señor te guarda de todo mal,
él guarda tu alma; 8el Señor guarda tus entradas y salidas,
ahora y por siempre.
SALMO 122 (121)
1Canción de las subidas. De David. ¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»! 2Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén. 3Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta. 4Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,
según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor; 5en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David. 6Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman, 7haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios». 8Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo». 9Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien.
SALMO 123 (122)
1Canción de las subidas. A ti levanto mis ojos,
a ti que habitas en el cielo. 2Como están los ojos de los esclavos
fijos en las manos de sus señores,
como están los ojos de la esclava
fijos en las manos de su señora,
así están nuestros ojos
en el Señor, Dios nuestro,
esperando su misericordia. 3Misericordia, Señor, misericordia,
que estamos saciados de desprecios; 4nuestra alma está saciada
del sarcasmo de los satisfechos,
del desprecio de los orgullosos.
SALMO 124 (123)
1Canción de las subidas. De David. Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte
—que lo diga Israel—, 2si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando nos asaltaban los hombres, 3nos habrían tragado vivos:
tanto ardía su ira contra nosotros. 4Nos habrían arrollado las aguas,
llegándonos el torrente hasta el cuello; 5nos habrían llegado hasta el cuello
las aguas impetuosas. 6Bendito el Señor,
que no nos entregó
en presa a sus dientes; 7hemos salvado la vida, como un pájaro
de la trampa del cazador:
la trampa se rompió,
y escapamos. 8Nuestro auxilio es el nombre del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
SALMO 125 (124)
1Canción de las subidas. Los que confían en el Señor
son como el monte Sión:
no tiembla, está asentado para siempre. 2Jerusalén está rodeada de montañas,
y el Señor rodea a su pueblo
ahora y por siempre. 3No descansará el cetro de los malvados
sobre el lote de los justos,
no sea que los justos extiendan
su mano a la maldad. 4Señor, concede bienes a los buenos,
a los sinceros de corazón; 5y a los que se desvían por sendas tortuosas,
que los rechace el Señor con los malhechores.
¡Paz a Israel!
SALMO 126 (125)
1Canción de las subidas. Cuando el Señor hizo volver a los cautivos de Sión,
nos parecía soñar: 2la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.
Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos». 3El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres. 4Recoge, Señor, a nuestros cautivos
como los torrentes del Negueb. 5Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares. 6Al ir, iba llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando,
trayendo sus gavillas.
SALMO 127 (126)
1Canción de las subidas. De Salomón. Si el Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles;
si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vigilan los centinelas. 2Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
que comáis el pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen! 3La herencia que da el Señor son los hijos;
su salario, el fruto del vientre: 4son saetas en manos de un guerrero
los hijos de la juventud. 5Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba:
no quedará derrotado cuando litigue
con su adversario en la plaza.
SALMO 128 (127)
1Canción de las subidas. Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos. 2Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien; 3tu mujer, como parra fecunda,
en medio de tu casa;
tus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa: 4Esta es la bendición del hombre
que teme al Señor. 5Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida; 6que veas a los hijos de tus hijos.
¡Paz a Israel!
SALMO 129 (128)
1Canción de las subidas. ¡Cuánta guerra me han hecho desde mi juventud
—que lo diga Israel—, 2cuánta guerra me han hecho desde mi juventud,
pero no pudieron conmigo! 3En mis espaldas metieron el arado
y alargaron los surcos. 4Pero el Señor, que es justo,
rompió las coyundas de los malvados. 5Retrocedan avergonzados
los que odian a Sión; 6sean como la hierba del tejado,
que se seca y nadie la siega; 7que no llena la mano del segador
ni la brazada del que agavilla; 8ni le dicen los que pasan:
«Que el Señor te bendiga.
Os bendecimos en el nombre del Señor».
SALMO 130 (129)
1Canción de las subidas. Desde lo hondo a ti grito, Señor; 2Señor, escucha mi voz;
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica. 3Si llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir? 4Pero de ti procede el perdón,
y así infundes temor. 5Mi alma espera en el Señor,
espera en su palabra; 6mi alma aguarda al Señor,
más que el centinela la aurora. 7Aguarde Israel al Señor,
como el centinela la aurora;
porque del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa; 8y él redimirá a Israel
de todos sus delitos.
SALMO 131 (130)
1Canción de las subidas. De David. Señor, mi corazón no es ambicioso,
ni mis ojos altaneros;
no pretendo grandezas
que superan mi capacidad. 2Sino que acallo y modero mis deseos,
como un niño en brazos de su madre;
como un niño saciado
así está mi alma dentro de mí. 3Espere Israel en el Señor ahora y por siempre.
SALMO 132 (131)
1Canción de las subidas. Señor, tenle en cuenta a David
todos sus afanes: 2cómo juró al Señor
e hizo voto al Fuerte de Jacob: 3«No entraré bajo el techo de mi casa,
no subiré al lecho de mi descanso, 4no daré sueño a mis ojos,
ni reposo a mis párpados, 5hasta que encuentre un lugar para el Señor,
una morada para el Fuerte de Jacob». 6Oímos que estaba en Efratá,
la encontramos en el Soto de Jaar: 7entremos en su morada,
postrémonos ante el estrado de sus pies. 8Levántate, Señor, ven a tu mansión,
ven con el arca de tu poder: 9que tus sacerdotes se vistan de justicia,
que tus fieles vitoreen. 10Por amor a tu siervo David,
no niegues audiencia a tu Ungido. 11El Señor ha jurado a David
una promesa que no retractará:
«A uno de tu linaje
pondré sobre tu trono. 12Si tus hijos guardan mi alianza
y los mandatos que les enseño,
también sus hijos, por siempre,
se sentarán sobre tu trono». 13Porque el Señor ha elegido a Sión,
ha deseado vivir en ella: 14«Esta es mi mansión por siempre,
aquí viviré, porque la deseo. 15Bendeciré sus provisiones,
a sus pobres los saciaré de pan, 16vestiré a sus sacerdotes de salvación,
y sus fieles aclamarán con vítores. 17Haré germinar el vigor de David,
enciendo una lámpara para mi Ungido. 18A sus enemigos los vestiré de ignominia,
sobre él brillará mi diadema».
SALMO 133 (132)
1Canción de las subidas. De David. Ved qué dulzura, qué delicia,
convivir los hermanos unidos. 2Es ungüento precioso en la cabeza,
que va bajando por la barba,
que baja por la barba de Aarón,
hasta la franja de su ornamento. 3Es rocío del Hermón, que va bajando
sobre el monte Sión.
Porque allí manda el Señor la bendición:
la vida para siempre.
SALMO 134 (133)
1Canción de las subidas. Y ahora bendecid al Señor
los siervos del Señor,
los que pasáis la noche
en la casa del Señor. 2Levantad las manos hacia el santuario
y bendecid al Señor. 3El Señor te bendiga desde Sión,
el que hizo cielo y tierra.
SALMO 135 (134)
1¡Aleluya! Alabad el nombre del Señor,
alabadlo, siervos del Señor, 2que estáis en la casa del Señor,
en los atrios de la casa de nuestro Dios. 3Alabad al Señor porque es bueno,
tañed para su nombre, que es amable. 4Porque el Señor se escogió a Jacob,
a Israel en posesión suya. 5Yo sé que el Señor es grande,
nuestro Dios más que todos los dioses. 6El Señor todo lo que quiere lo hace:
en el cielo y en la tierra,
en los mares y en los océanos. 7Hace subir las nubes desde el horizonte,
con los relámpagos desata la lluvia,
suelta los vientos de sus silos. 8Él hirió a los primogénitos de Egipto,
desde los hombres hasta los animales. 9Envió signos y prodigios
—en medio de ti, Egipto—
contra el faraón y sus ministros. 10Hirió de muerte a pueblos numerosos,
mató a reyes poderosos: 11a Sijón, rey de los amorreos;
a Hog, rey de Basán;
a todos los reyes de Canaán. 12Y dio su tierra en heredad,
en heredad a Israel, su pueblo. 13Señor, tu nombre es eterno;
Señor, tu recuerdo de edad en edad. 14Porque el Señor hace justicia a su pueblo
y se compadece de sus siervos. 15Los ídolos de los gentiles son oro y plata,
hechura de manos humanas: 16tienen boca y no hablan,
tienen ojos y no ven, 17tienen orejas y no oyen,
no hay aliento en sus bocas. 18Sean lo mismo los que los hacen,
cuantos confían en ellos. 19Casa de Israel, bendice al Señor;
casa de Aarón, bendice al Señor; 20casa de Leví, bendice al Señor;
los que teméis al Señor, bendecid al Señor. 21Bendito sea en Sión el Señor,
que habita en Jerusalén. ¡Aleluya!
SALMO 136 (135)
1Dad gracias al Señor porque es bueno:
porque es eterna su misericordia. 2Dad gracias al Dios de los dioses:
porque es eterna su misericordia. 3Dad gracias al Señor de los señores:
porque es eterna su misericordia. 4Solo él hizo grandes maravillas:
porque es eterna su misericordia. 5Él hizo sabiamente los cielos:
porque es eterna su misericordia. 6Él afianzó sobre las aguas la tierra:
porque es eterna su misericordia. 7Él hizo lumbreras gigantes:
porque es eterna su misericordia. 8El sol para regir el día:
porque es eterna su misericordia. 9La luna y las estrellas para regir la noche:
porque es eterna su misericordia. 10Él hirió a Egipto en sus primogénitos:
porque es eterna su misericordia. 11Y sacó a Israel de aquel país:
porque es eterna su misericordia. 12Con mano poderosa, con brazo extendido:
porque es eterna su misericordia. 13Él dividió en dos partes el mar Rojo:
porque es eterna su misericordia. 14Y condujo por en medio a Israel:
porque es eterna su misericordia. 15Arrojó en el mar Rojo al faraón y a su ejército:
porque es eterna su misericordia. 16Guio por el desierto a su pueblo:
porque es eterna su misericordia. 17Él hirió a reyes famosos:
porque es eterna su misericordia. 18Dio muerte a reyes poderosos:
porque es eterna su misericordia. 19A Sijón, rey de los amorreos:
porque es eterna su misericordia. 20Y a Hog, rey de Basán:
porque es eterna su misericordia. 21Les dio su tierra en heredad:
porque es eterna su misericordia. 22En heredad a Israel su siervo:
porque es eterna su misericordia. 23En nuestra humillación
se acordó de nosotros:
porque es eterna su misericordia. 24Y nos libró de nuestros opresores:
porque es eterna su misericordia. 25Él da alimento a todo viviente:
porque es eterna su misericordia. 26Dad gracias al Dios del cielo:
porque es eterna su misericordia.
SALMO 137 (136)
1Junto a los canales de Babilonia
nos sentamos a llorar
con nostalgia de Sión; 2en los sauces de sus orillas
colgábamos nuestras cítaras. 3Allí los que nos deportaron
nos invitaban a cantar;
nuestros opresores, a divertirlos:
«Cantadnos un cantar de Sión». 4¡Cómo cantar un cántico del Señor
en tierra extranjera! 5Si me olvido de ti, Jerusalén,
que se me paralice la mano derecha; 6que se me pegue la lengua al paladar
si no me acuerdo de ti,
si no pongo a Jerusalén
en la cumbre de mis alegrías. 7A los idumeos, Señor, tenles en cuenta
el día de Jerusalén,
cuando decían: «¡Desnudadla,
desnudadla hasta los cimientos!». 8¡Capital de Babilonia, destructora,
dichoso quien te devuelva
el mal que nos has hecho! 9¡Dichoso quien agarre y estrelle
a tus hijos contra la peña!
SALMO 138 (137)
1De David. Te doy gracias, Señor, de todo corazón,
porque escuchaste las palabras de mi boca;
delante de los ángeles tañeré para ti; 2me postraré hacia tu santuario,
daré gracias a tu nombre:
por tu misericordia y tu lealtad,
porque tu promesa supera tu fama. 3Cuando te invoqué, me escuchaste,
acreciste el valor en mi alma. 4Que te den gracias, Señor, los reyes de la tierra,
al escuchar el oráculo de tu boca; 5canten los caminos del Señor,
porque la gloria del Señor es grande. 6El Señor es sublime, se fija en el humilde,
y de lejos conoce al soberbio. 7Cuando camino entre peligros, me conservas la vida;
extiendes tu mano contra la ira de mi enemigo,
y tu derecha me salva. 8El Señor completará sus favores conmigo.
Señor, tu misericordia es eterna,
no abandones la obra de tus manos.
SALMO 139 (138)
1Al Director. Salmo de David. Señor, tú me sondeas y me conoces. 2Me conoces cuando me siento o me levanto,
de lejos penetras mis pensamientos; 3distingues mi camino y mi descanso,
todas mis sendas te son familiares. 4No ha llegado la palabra a mi lengua,
y ya, Señor, te la sabes toda. 5Me estrechas detrás y delante,
me cubres con tu palma. 6Tanto saber me sobrepasa,
es sublime, y no lo abarco. 7¿Adónde iré lejos de tu aliento,
adónde escaparé de tu mirada? 8Si escalo el cielo, allí estás tú;
si me acuesto en el abismo, allí te encuentro; 9si vuelo hasta el margen de la aurora,
si emigro hasta el confín del mar, 10allí me alcanzará tu izquierda,
me agarrará tu derecha. 11Si digo: «Que al menos la tiniebla me encubra,
que la luz se haga noche en torno a mí», 12ni la tiniebla es oscura para ti,
la noche es clara como el día,
la tiniebla es como luz para ti. 13Tú has creado mis entrañas,
me has tejido en el seno materno. 14Te doy gracias porque me has plasmado portentosamente,
porque son admirables tus obras:
mi alma lo reconoce agradecida, 15no desconocías mis huesos.
Cuando, en lo oculto, me iba formando,
y entretejiendo en lo profundo de la tierra, 16tus ojos veían mi ser aún informe,
todos mis días estaban escritos en tu libro,
estaban calculados antes que llegase el primero. 17¡Qué incomparables encuentro tus designios,
Dios mío, qué inmenso es su conjunto! 18Si me pongo a contarlos, son más que arena;
si los doy por terminados, aún me quedas tú. 19¡Ojalá mataras, oh Dios, a los malvados!
Apártense de mí los sanguinarios, 20pues hablan de ti dolosamente,
y tus adversarios cuchichean en vano. 21¿No odiaré a quienes te odian, Señor?,
¿no detestaré a quienes se levantan contra ti? 22Los odio con odio sin límites,
los tengo por enemigos. 23Sondéame, oh Dios, y conoce mi corazón,
ponme a prueba y conoce mis sentimientos, 24mira si mi camino se desvía,
guíame por el camino eterno.
SALMO 140 (139)
1Al Director. Salmo de David. 2Líbrame, Señor, del malvado,
guárdame del hombre violento: 3que planean maldades en su corazón
y todo el día provocan contiendas; 4afilan sus lenguas como serpientes,
con veneno de víboras en los labios. (Pausa) 5Defiéndeme, Señor, de la mano perversa;
guárdame de los hombres violentos,
que preparan zancadillas a mis pasos. 6Los soberbios me esconden trampas;
los perversos me tienden una red
y por el camino me colocan lazos. (Pausa) 7Pero yo digo al Señor: «Tú eres mi Dios»;
Señor, atiende a mis gritos de socorro; 8Señor Dios, mi fuerte salvador,
que cubres mi cabeza el día de la batalla. 9Señor, no le concedas sus deseos al malvado,
no des éxito a sus proyectos. (Pausa) 10Levantan la cabeza los que me rodean,
la iniquidad de sus labios los cubra. 11Caigan sobre ellos carbones encendidos,
arrójalos en la fosa y no se levanten. 12No arraigue en la tierra el deslenguado,
el mal persiga al violento hasta desterrarlo. 13Yo sé que el Señor hace justicia al afligido
y defiende el derecho del pobre. 14Los justos alabarán tu nombre,
los honrados habitarán en tu presencia.
SALMO 141 (140)
1Salmo de David. Señor, te estoy llamando, ven de prisa,
escucha mi voz cuando te llamo. 2Suba mi oración como incienso en tu presencia,
el alzar de mis manos como ofrenda de la tarde. 3Coloca, Señor, una guardia en mi boca,
un centinela a la puerta de mis labios; 4no dejes inclinarse mi corazón a la maldad,
a cometer crímenes y delitos;
ni que con los hombres malvados
participe en banquetes. 5Que el justo me golpee, que el bueno me reprenda,
pero que el ungüento del impío no perfume mi cabeza;
yo seguiré rezando en sus desgracias. 6Cuando caigan en las duras manos de sus jueces,
escucharán mis palabras amables; 7como una piedra de molino, rota por tierra,
queden esparcidos sus huesos a la boca de la tumba. 8Señor Dios, mis ojos están vueltos a ti,
en ti me refugio, no me dejes indefenso; 9guárdame del lazo que me han tendido,
de la trampa de los malhechores. 10Caigan los malvados en sus redes,
mientras que yo escapo ileso.
SALMO 142 (141)
1Poema de David cuando estaba en la cueva. Oración. 2A voz en grito clamo al Señor,
a voz en grito suplico al Señor; 3desahogo ante él mis afanes,
expongo ante él mi angustia, 4mientras me va faltando el aliento. Pero tú conoces mis senderos,
y que en el camino por donde avanzo
me han escondido una trampa. 5Mira a la derecha, fíjate:
nadie me hace caso;
no tengo adónde huir,
nadie mira por mi vida. 6A ti grito, Señor;
te digo: «Tú eres mi refugio
y mi lote en el país de la vida». 7Atiende a mis clamores,
que estoy agotado;
líbrame de mis perseguidores,
que son más fuertes que yo. 8Sácame de la prisión,
y daré gracias a tu nombre:
me rodearán los justos
cuando me devuelvas tu favor.
SALMO 143 (142)
1Salmo de David. Señor, escucha mi oración;
tú, que eres fiel, atiende a mi súplica;
tú, que eres justo, escúchame. 2No llames a juicio a tu siervo,
pues ningún hombre vivo es inocente frente a ti. 3El enemigo me persigue a muerte,
empuja mi vida al sepulcro,
me confina a las tinieblas
como a los muertos ya olvidados. 4Mi aliento desfallece,
mi corazón dentro de mí está yerto. 5Recuerdo los tiempos antiguos,
medito todas tus acciones,
considero las obras de tus manos 6y extiendo mis brazos hacia ti:
tengo sed de ti como tierra reseca. (Pausa) 7Escúchame enseguida, Señor,
que me falta el aliento.
No me escondas tu rostro,
igual que a los que bajan a la fosa. 8En la mañana hazme escuchar tu gracia,
ya que confío en ti.
Indícame el camino que he de seguir,
pues levanto mi alma a ti. 9Líbrame del enemigo, Señor,
que me refugio en ti. 10Enséñame a cumplir tu ley,
ya que tú eres mi Dios.
Tu espíritu, que es bueno,
me guíe por tierra llana. 11Por tu nombre, Señor, consérvame vivo;
por tu clemencia, sácame de la angustia. 12Por tu fidelidad, dispersa a mis enemigos,
destruye a todos mis agresores,
pues soy tu siervo.
SALMO 144 (143)
1De David. Bendito el Señor, mi Roca,
que adiestra mis manos para el combate,
mis dedos para la pelea; 2mi bienhechor, mi alcázar,
baluarte donde me pongo a salvo,
mi escudo y refugio,
que me somete los pueblos. 3Señor, ¿qué es el hombre
para que te fijes en él?
¿Qué los hijos de Adán
para que pienses en ellos? 4El hombre es igual que un soplo;
sus días, una sombra que pasa. 5Señor, inclina tu cielo y desciende;
toca los montes, y echarán humo; 6fulmina el rayo y dispérsalos;
dispara tus saetas y desbarátalos. 7Extiende la mano desde arriba:
defiéndeme, líbrame
de las aguas caudalosas,
de la mano de los extranjeros, 8cuya boca dice falsedades,
cuya diestra jura en falso. 9Dios mío, te cantaré un cántico nuevo,
tocaré para ti el arpa de diez cuerdas: 10para ti que das la victoria a los reyes,
y salvas a David, tu siervo, de la espada maligna. 11Defiéndeme y líbrame de la mano de los extranjeros,
cuya boca dice falsedades,
cuya diestra jura en falso. 12Sean nuestros hijos un plantío,
crecidos desde su adolescencia;
nuestras hijas sean columnas talladas,
estructura de un templo; 13que nuestros silos estén repletos
de frutos de toda especie;
que nuestros rebaños a millares
se multipliquen en las praderas, 14y nuestros bueyes vengan cargados;
que no haya brechas ni aberturas,
ni alarma en nuestras plazas. 15Dichoso el pueblo que esto tiene,
dichoso el pueblo cuyo Dios es el Señor.
SALMO 145 (144)
1Himno de David. (Álef) Te ensalzaré, Dios mío, mi rey;
bendeciré tu nombre por siempre jamás. 2(Bet) Día tras día, te bendeciré
y alabaré tu nombre por siempre jamás. 3(Guímel) Grande es el Señor, merece toda alabanza,
es incalculable su grandeza; 4(Dálet) una generación pondera tus obras a la otra,
y le cuenta tus hazañas. 5(He) Alaban ellos la gloria de tu majestad,
y yo repito tus maravillas; 6(Vau) encarecen ellos tus temibles proezas,
y yo narro tus grandes acciones; 7(Zain) difunden la memoria de tu inmensa bondad,
y aclaman tu justicia. 8(Jet) El Señor es clemente y misericordioso,
lento a la cólera y rico en piedad; 9(Tet) el Señor es bueno con todos,
es cariñoso con todas sus criaturas. 10(Yod) Que todas tus criaturas te den gracias, Señor,
que te bendigan tus fieles. 11(Kaf) Que proclamen la gloria de tu reinado,
que hablen de tus hazañas; 12(Lámed) explicando tus hazañas a los hombres,
la gloria y majestad de tu reinado. 13(Mem) Tu reinado es un reinado perpetuo,
tu gobierno va de edad en edad. (Nun) El Señor es fiel a sus palabras,
bondadoso en todas sus acciones. 14(Sámek) El Señor sostiene a los que van a caer,
endereza a los que ya se doblan. 15(Ayin) Los ojos de todos te están aguardando,
tú les das la comida a su tiempo; 16(Pe) abres tú la mano,
y sacias de favores a todo viviente. 17(Sade) El Señor es justo en todos sus caminos,
es bondadoso en todas sus acciones. 18(Qof) Cerca está el Señor de los que lo invocan,
de los que lo invocan sinceramente. 19(Res) Satisface los deseos de los que lo temen,
escucha sus gritos, y los salva. 20(Sin) El Señor guarda a los que lo aman,
pero destruye a los malvados. 21(Tau) Pronuncie mi boca la alabanza del Señor,
todo viviente bendiga su santo nombre
por siempre jamás.
SALMO 146 (145)
1¡Aleluya! Alaba, alma mía, al Señor: 2alabaré al Señor mientras viva,
tañeré para mi Dios mientras exista. 3No confiéis en los príncipes,
seres de polvo que no pueden salvar; 4exhalan el espíritu y vuelven al polvo,
ese día perecen sus planes. 5Dichoso a quien auxilia el Dios de Jacob,
el que espera en el Señor, su Dios, 6que hizo el cielo y la tierra,
el mar y cuanto hay en él;
que mantiene su fidelidad perpetuamente, 7que hace justicia a los oprimidos,
que da pan a los hambrientos.
El Señor liberta a los cautivos, 8el Señor abre los ojos al ciego,
el Señor endereza a los que ya se doblan,
el Señor ama a los justos. 9El Señor guarda a los peregrinos,
sustenta al huérfano y a la viuda
y trastorna el camino de los malvados. 10El Señor reina eternamente,
tu Dios, Sión, de edad en edad. ¡Aleluya!
SALMO 147 (146-147)
1Aleluya. Alabad al Señor, que la música es buena;
nuestro Dios merece una alabanza armoniosa. 2El Señor reconstruye Jerusalén,
reúne a los deportados de Israel; 3él sana los corazones destrozados,
venda sus heridas. 4Cuenta el número de las estrellas,
a cada una la llama por su nombre. 5Nuestro Señor es grande y poderoso,
su sabiduría no tiene medida. 6El Señor sostiene a los humildes,
humilla hasta el polvo a los malvados. 7Entonad la acción de gracias al Señor,
tocad la cítara para nuestro Dios, 8que cubre el cielo de nubes,
preparando la lluvia para la tierra;
que hace brotar hierba en los montes,
para los que sirven al hombre; 9que da su alimento al ganado
y a las crías de cuervo que graznan. 10No aprecia el vigor de los caballos,
no estima los jarretes del hombre: 11el Señor aprecia a los que lo temen,
que confían en su misericordia. 12 (1)Glorifica al Señor, Jerusalén;
alaba a tu Dios, Sión. 13 (2)Que ha reforzado los cerrojos de tus puertas,
y ha bendecido a tus hijos dentro de ti; 14 (3)ha puesto paz en tus fronteras,
te sacia con flor de harina. 15 (4)Él envía su mensaje a la tierra,
y su palabra corre veloz; 16 (5)manda la nieve como lana,
esparce la escarcha como ceniza. 17 (6)Hace caer el hielo como migajas;
ante su helada, ¿quien resistirá? 18 (7)envía una orden, y se derriten;
sopla su aliento, y corren las aguas. 19 (8)Anuncia su palabra a Jacob,
sus decretos y mandatos a Israel; 20 (9)con ninguna nación obró así,
ni les dio a conocer sus mandatos. ¡Aleluya!
SALMO 148
1Aleluya. Alabad al Señor en el cielo,
alabad al Señor en lo alto. 2Alabadlo todos sus ángeles;
alabadlo todos sus ejércitos. 3Alabadlo, sol y luna;
alabadlo, estrellas lucientes. 4Alabadlo, espacios celestes
y aguas que cuelgan en el cielo. 5Alaben el nombre del Señor,
porque él lo mandó, y existieron. 6Les dio consistencia perpetua
y una ley que no pasará. 7Alabad al Señor en la tierra,
cetáceos y abismos del mar, 8rayos, granizo, nieve y bruma,
viento huracanado que cumple sus órdenes, 9montes y todas las sierras,
árboles frutales y cedros, 10fieras y animales domésticos,
reptiles y pájaros que vuelan. 11Reyes del orbe y todos los pueblos,
príncipes y jueces del mundo, 12los jóvenes y también las doncellas,
los ancianos junto con los niños, 13alaben el nombre del Señor,
el único nombre sublime.
Su majestad sobre el cielo y la tierra; 14él acrece el vigor de su pueblo. Alabanza de todos sus fieles,
de Israel, su pueblo escogido. ¡Aleluya!
SALMO 149
1Aleluya. Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles; 2que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey. 3Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras; 4porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes. 5Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas: 6con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos: 7para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones, 8sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro. 9Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles. ¡Aleluya!
SALMO 150
1Aleluya. Alabad al Señor en su templo,
alabadlo en su fuerte firmamento; 2alabadlo por sus obras magníficas,
alabadlo por su inmensa grandeza. 3Alabadlo tocando trompetas,
alabadlo con arpas y cítaras; 4alabadlo con tambores y danzas,
alabadlo con trompas y flautas; 5alabadlo con platillos sonoros,
alabadlo con platillos vibrantes. 6Todo ser que alienta alabe al Señor. ¡Aleluya!
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2 Comments
Amén
El Señor es mi pastor